The Mandalorian (Temporada 3), morir de ambición

Las expectativas en una serie como The Mandalorian siempre están por los cielos. No en vano, esta serie de aventuras volvió a reconciliar a un fandom escaldado con Star Wars. Pero, más allá de eso, consiguió recuperar un espíritu de western que evocaba a las raíces de esta saga y que consiguió conquistar a propios y extraños. Durante muchos meses ha sido el principal argumento de venta para suscribirse a Disney+ y todo parecía indicar que este proyecto iba a liderar un renacer.

Pero el globo se ha ido deshinchando progresivamente y, probablemente, esta serie ha muerto por su propio éxito. Spin-offs, invasión a una serie ajena, contradicciones y, lo que es peor, vaivenes e incoherencias argumentales para amoldar todo a unos planes mayores son buena prueba de ello. Y, en ese contexto de desencanto, llegó esta tercera temporada con una serie de objetivos irrealizables: enderezar el argumento, no perder su esencia, construir su propia narrativa, redimir las malas sensación…

Y lo cierto es que se queda en un término medio. Se nota la presión y la ambición con la que se ha hecho, teniendo algún destello de ingenio de fondo… Pero la ejecución ha sido errática y destartalada. Y cuando se descuidan los aspectos más básicos y esenciales de la narrativa audiovisual, es frustrante.

Por mucho que el espectador ponga de su parte, es difícil defender lo que aquí se ha ofrecido. The Mandalorian ha estado perdiendo audiencia en la medida en la que ha renegado de aquello que hizo que la serie fuera interesante en primer lugar. Y es que parece que no se termina de entender de qué es esta serie ni qué enfoque se le debe dar.

¿Es un serial de aventura semanal? ¿Es una space opera espectacular? ¿Es una novela-río sobre el nacimiento de una civilización y la desaparición de otra? Quien mucho abarca, poco aprieta. Y aquí parece que se ha querido tener y ser demasiadas cosas.

En cualquier caso, lo que aquí se cuenta es la refundación y resurgir de Mandalore. Es algo que se ha estado prometiendo desde la segunda temporada y es normal que fuera algo que haya hecho a los seguidores salivar. Sin embargo, la manera en la que se ha plasmado es cuestionable en la medida en que (salvo excepciones) todo ha resultado demasiado arbitrario y conveniente.

Los mismos personajes siguen teniendo carisma, sigue dando gusto verlos interactuar en pantalla y sus relaciones son de los aspectos que más se han cuidado. Sin embargo, da la sensación de que sus arcos ya se ha completado y que, por parte de la mesa de guion, ya no saben cómo hacerles evolucionar. Todas las escenas centradas en ellos no aportan a la hora de que los personajes maduren o cambien. Por el contrario, se ha tomado una decisión un tanto tramposa.

El Libro de Boba Fett sentó un peligroso precedente a la hora de olvidarse de su protagonista (que, cabe recordar, pone nombre a la misma serie) cuando parecía que no daba para más y, la serie viraba a otro personaje. Esta estrategia argumental es chocante. Y, aunque fue criticado en su momento, ha vuelto a hacerse en esta tercera temporada. Sumado a eso, el protagonismo es más coral… Es más, se podría argumentar que la verdadera protagonista es Bo-Katan, al ser la que sufre el mayor conflicto y la que sí que tiene un arco…

Eso no deja de ser una señal de inestabilidad e inseguridad. Por no mencionar que no parecen haber sido del todo conscientes de algunas de las tesis que plantea esta temporada y que supone la validación de algunas lecturas que pueden ser moralmente discutibles.

Sea como fuere, sigue siendo un artefacto, a pesar de todo, entretenido que luce espectacular y que, siendo honestos, tiene algún momento de pura grandilocuencia. Pero se echa en falta una mayor falta de pretensiones y de sencillez. Si no se tiene clara una trama, lo mejor es construir desde un personaje más plano y aventurillas imaginativas a lo antología que, al final, es lo que hizo especial la primera temporada.

Algo que no ha perdido ni un ápice de calidad es la música de la serie. Aunque se haya sustituido al productivo Ludwig Göransson por Joseph Shirley (quien recientemente ha compuesto la música de Creed 3), este departamento no se ha resentido. Es más, ha sido una renovación bastante refrescante. Se ha dado la vuelta al leitmotivo a la vez que se ha conseguido crear una atmósfera musical la mar de imaginativa y estimulante. La música sigue acompañando a las imágenes y engrandeciendo el relato, añadiéndole una épica sentimental muy interesante.

La tercera temporada de The Mandalorian parece haber tocado techo hace tiempo. No es que haya signos de desgaste, es que las fisuras están cerca de provocar un terremoto. Es una lástima lo quemado que parece que los personajes han llegado a estas alturas. Pero siempre queda mantener la esperanza. Al fin y al cabo, es inevitable que haya altibajos en una saga como esta. Aunque sea preferible que se cuide mejor el producto. Los fans siempre van a estar ahí, pero eso no significa que no merezcan un esfuerzo mayor.

Habrá que esperar que Star Wars dé el do de pecho gracias a Visions y a Ashoka. Va siendo hora…