Crossover 2, Esta Noche un guionista ha muerto en este cómic

Todo el mundo que ha tenido la osadía de leer cómics ha fantaseado con la posibilidad de interactuar con los personajes, de que estos se materialicen en la vida real y que pasen a saludarle. Al ser un arte puramente visual, la imaginación se focaliza de otra manera. Y, probablemente, por eso este medio es tan especial y permite cosas que otros no… En parte es porque tiene una condición híbrida, aunque con un lenguaje único e intransferible.

Tal vez eso explique el motivo por el que los lectores de cómics vean las cosas de una manera un tanto alejada a la convencional. En cualquier caso, los creadores de este medio siempre han lanzado ideas afiladas y que exigen que pongas de tu parte. No se buscan lectores pasivos…

Como recompensa, han recibido un panteón de personajes de lo más pintoresco. Uno con el que han conseguido conectar de una forma muy emocional y que han ayudado a sobrellevar eso que se llama vida. Hasta tal punto que forman parte de la identidad y de lo que los define (les guste o no).

Y por eso es muy apetitosa la idea de cruzarte con esos personajes. Tanto que es raro que a nadie se le hubiese ocurrido lanzar una serie como CrossoverNo es la primera vez que este medio explora el metalenguaje (obviamente), pero sí que se plantea de una forma en forma de narración seriada y con este toque de sencillez y espectacularidad. Toda una rara avis.

Donny Cates es, aun con su aire de rock star, un escritor que parece sentir una fuerte pasión por el cómic. Esa es la única explicación de la existencia de Crossover. Es un cliché decirlo, pero se siente como su proyecto más personal hasta la fecha. Lo es porque es alguien cuya cultura se basa en la lectura de una viñeta tras otra.  

A pesar de todo Crossover es un cómic fácil de comprender para todo tipo de lector, aunque, lógicamente, conseguirán disfrutar más de él aquellos que estén experimentados y conozcan cuales son las grandes personalidades de este medio. Es una idea tan sencilla como que los personajes de los cómics han llegado a este planeta y debido a ello, comienzan a suceder cosas extrañas a causa del difícil equilibrio de la convivencia.

De repente comienzan a desaparecer y a morir asesinados guionistas de cómics y la trama será la carrera contrarreloj tratando de averiguar qué es lo que sucede.  Es un thriller a lo Se7en que contrasta, en parte, con los derroteros del primer tomo. Sin embargo, el vínculo establecido con los personajes principales es crucial en este.

Cates es inteligente a la hora de saber escoger qué referencias y personajes manejar para contar esta historia, que no deja de hacer delicias a los seguidores de escritores como Bendis (quien hace la introducción al tomo) o de Robert Kirkman. Ambos han colaborado en la creación de determinados tramos… Pero no son los únicos, puesto que el tomo abre con un interludio inesperado y divertidísimo escrito por Chip Zdarsky y protagonizado por sí mismo. A pesar de ello, se nota que ha buscado hacer algo diferente a por lo que es conocido… Además, se ha contado con cierta coordinación de toda una leyenda como es Mark Waid.

Cates ensambla una historia que si bien no termina de encajar y deja con la sensación de que algo chirría, de cierre en falso, lo cierto es que era muy complicado conseguir hacer algo que cumpliese del todo. Era un relato muy ambicioso y, debido a ello, siempre va a estar acompañado de un “lo que podría haber sido y no fue”. Es inevitable.

Deja, por tanto, una sensación agridulce. Pero hay mucho más de dulce. Hay estrategias argumentales metalingüísticas arriesgadas y esta serie será muchas cosas, pero no es acomodaticia ni da una sola concesión (más allá de la premisa). Y eso la acerca a aquello que todos amamos de los cómics.  

El arte de Geoff Shaw sigue dando muestras de versatilidad, de capacidad de componer y de sorprender al lector. El artista ya tiene tomada la medida a Cates y consigue imprimir toda la garra que tiene la narrativa. Además, ha tenido que versionar diversos iconos del cómic y consigue hacerlo suyos, tratando de hacer uniforme diversas estéticas. Desde luego, es un trabajo muy meritorio.

Además, se ha contado con artistas invitados que despiertan cierta nostalgia. No se va a incluir los nombres por no fastidiar la experiencia, pero sí se puede indicar que esto puede ser leído como una secuela encubierta de una serie de culto. Alegrará la vista a quien abra este tomo.

En cualquier caso, el color vuelve a ser de Dee Cunniffe, quien vuelve a experimentar con distintos estilos para mostrar cierto contraste entre el mundo real y el del cómic. En este tomo opta por unos tonos más apagados, pero sigue teniendo fuerza.

Crossover 2 es un cierre satisfactorio, aunque tenga algunos peros. Si el primer tomo presentó las reglas de una forma contundente, este plantea una nueva trama y pone las cartas sobre la mesa en un clímax alucinante y lisérgico, a pesar de que no termine de funcionar.  Eso sí, no se va a encontrar en el mercado una pieza tan juguetona, desinhibida y desenfadada en su metalenguaje. Un cómic hecho por alguien que admira a este medio y a sus compañeros para los fans que entienden esto como algo más que un mero entretenimiento.

Una carta de amor a este medio llena de energía que es como el cometa Halley. Una vez en la vida…