The Silver Coin. La Moneda de Plata, miedo a encontrarte dinero perdido

No hay una buena era de terror sin antologías. Así que no es de extrañar que, junto el resurgimiento de este, se hayan venido unas cuantas. Lo más normal es que estas vengan apadrinadas por un autor de prestigio, ya sea Joe Hill, el espíritu de Chico Ibáñez-Serrador o Guillermo del Toro…  Pero faltaba algo que captase mejor el espíritu de las historias que se pueden encontrar y leer de manera independiente, algo que viniese de forma espontánea y que aglutinase autores con la premisa de un elemento en común-

The Silver Coin. La Moneda de Plata viene a rellenar ese hueco. Más que una serie, es un lienzo donde cada autor presenta una visión totalmente distinta de una misma cosa. Eso aporta frescura y es muy gratificante cuando se leen varios seguidos, como es en el caso de la edición española. Pero, para rizar el rizo, todos los números vienen dibujados, coloreados y rotulados por un mismo equipo. Se trata de una virguería artística la mar de curiosa.

El efecto principal de esto es que siempre consigue entretener al ser unas breves dosis con una continuidad muy relajada entre ellas. El coste de esto es que es un resultado un tanto deslavazado e irregular. Es difícil entender de qué va el total, y hay una sensación de que falta un rumbo más definido.

Es algo que, se puede llegar a suponer, se irá aclarando con el paso de los números. Pero, por ahora, esa falta de información y de entender el concepto es algo que tiene un peso, puesto que forma parte del tejido argumental. Si fuese algo anecdótico, sería irrelevante, pero parece que hay una mitología que debería tener unas reglas más claras.

Sin embargo, no termina de entorpecer la lectura, puesto que cada uno de los episodios, al final, consigue tener su propia identidad, temas, carisma y reflexiones… El primero de ellos está escrito por Chip Zdarsky, uno de los más venerados escritores en activo. Y no es para menos, tal y como vuelve a demostrar en esta historia sobre las dificultades y las fricciones a las que conducen el hambre por el éxito… Es inusual verlo contado desde una banda punk y es la historia más enérgica de las aquí recopiladas.

Le toma el relevo Kelly Thompson, quien opta por rendir un homenaje al cine slasher y de campamentos veraniegos, aunque dándoles una vuelta de tuerca de lo más interesante (y que recuerda a otros ejemplos recientes como Fear Street). Ed Brisson propone una historia criminal que transcurre por lugares sorprendentes y que habla de cómo el mínimo detalle puede provocar un desastre, algo clásico a más no poder. No lo es tanto la propuesta de Jeff Lemire, quien traslada al lector a un entorno de ciencia ficción dura y que, como siempre, lanza una historia tan emotiva, como compleja y ambiciosa. Por último, el propio Mike Walsh (tras haber dibujado toda la serie) se pone en el sillón del escritor para ambientar su historia en un contexto que recuerda poderosamente a la caza de brujas. Satanismo, ritos y los peligros del exceso del puritanismo religioso (¿Cómo no?) hacen acto de presencia para contar la que, probablemente, sea la propuesta más puramente religiosa.

Lo más importante de este cómic es que se deja oír con una rotunda evidencia la voz de cada uno de los guionistas implicados en este proyecto. Conseguirlo mientras se trata de mantener cierta continuidad estética, tonal y temática es lo complicado de las antologías y esta cumple sobradamente. Además de conseguir generar una atmósfera espeluznante y peligrosa de forma constante, a pesar de los grandes saltos de género.

Tiene sus problemas, pero ninguno de ellos opaca verdaderamente todas las virtudes con las que cuenta este cómic. Además, consigue ser lo suficientemente sugerente como para conquistar a los seguidores del género y a todo aquel que le pique la curiosidad. Es una propuesta sólida, autoconsciente y que no busca revolucionar nada, sino que el lector sienta lo que pudo llegar a sentir en una hoguera con amigos contando historias con la luz de una linterna bajo la barbilla.

Michael Walsh es el héroe que se ha atrevido a llevar a cabo esta hazaña. No todos son capaces de dar un salto creativo mes a mes como lo hace él. Consigue dar la percepción de que no parece el mismo por momentos, lo cual habla de su calidad como artista versátil. Pero, a su vez, es alguien que consigue imprimir bastante nervio y tensión a través de las imágenes y de las composiciones que escoge. Se trata de alguien que, si bien no es prodigioso ni particularmente sorprendente, consigue tener al lector absorto de principio a fin.

Por si no tuviera suficiente, también ha hecho el trabajo de color en su arte, en colaboración con Toni Marie Griffin. Este equipo, curiosamente, opta por soluciones bastante comedidas dentro del género. No optan por algo muy tenebroso ni muy contrastado. Por el contrario, le da una veracidad e, incluso, una sobriedad en la que todo parece bastante apagado. Sus colores son atmosféricos y emocionales, pero no han buscado la estridencia. Es una aproximación bastante madura que indica hacia el cuidado de este cómic.

Panini Cómics edita este tomo que incluye los cinco primeros números de la serie, además de las perturbadoras portadas originales y alternativas. A pesar de que se trata de una buena edición, se echa en falta algún contenido complementario que enriquezca la experiencia.

The Silver Coin. La Moneda de Plata aparece con fuerza como una de las antologías de terror más sólidas que han llegado al mercado. Llena de misterios, promesas, creatividad y giros perturbadores. Cuidado con coger una moneda de origen desconocido…