Top 10 Mejores cómics de John Byrne

John Byrne y la brecha generacional

Pocos declives artísticos tan pronunciados como el de John Byrne. Lógico si tenemos en cuenta que, en su momento, en los años 80, estuvo en todo lo alto, y caer de todo lo alto es toda una caída. Byrne fue el mejor autor de superhéroes de hace 40 años y durante los 70, 80 y 90 dio lugar a obras superlativas. No revolucionó el género como hicieron Frank Miller o Alan Moore, sino que lo refinó y consolidó. Sin embargo, sus obras están siendo objeto de un proceso revisionista por las nuevas generaciones de lectores. Y está bien. Cada generación debe de buscar sus referentes y muchas veces ese proceso conlleva derribar los iconos de generaciones anteriores.

Sin embargo, en el caso de John Byrne, a consideraciones estilísticas se une la controvertida personalidad del artista, un ególatra gruñón cuyos desafortunados comentarios misóginos y tránsfobos le han granjeado una amplia antipatía. Y como estamos en una época en la que se exige indivisible excelencia artística y moral (no es la primera vez, sino un fenómeno cíclico), la obra de John Byrne está recibiendo calificaciones de “sobrevalorada” y el propio autor es nombrado de manera despectiva como “el canadiense” o nombres raros japoneses. Respecto a esto último, no está de más hacer notar que Byrne nació en Inglaterra en 1950, se nacionalizó canadiense en 1964 y es estadounidense desde 1988. Respecto a lo de “sobrevalorado”, yo me atrevería a decir que es un artista “otroravalorado”, alguien muy reconocido en su momento cuyo estilo y manierismos quizás no se adecuan a los estándares actuales, algo que le pasó al mismísimo Jack Kirby en los años 70 y 80, siendo despreciado por los lectores y por los miembros jóvenes del Bullpen marveliano que le llamaban “Jack The Hack”, (algo así como “Jack de pacotilla”) y, a su vez, reivindicado por los autores que eran los fan favourites del momento. El tiempo a veces pone las cosas en su sitio, y Kirby ya está instalando en el Olimpo de los cómics para siempre.

Como dicen en los trailers de Star Wars, “cada generación tiene una leyenda”, pero se disfruta mucho más si conoces los antecedentes de esa leyenda, si no piensas que los cómics empezaron cuando tú empezaste a leerlos, ya sea el 2012, 1986 o incluso 1938. Cuando Kirby falleció en 1994, Peter David escribió “Miembros de cada generación se aseguran de ignorar o rechazar los iconos de sus predecesores. Incluso cuando no tiene sentido hacerlo. Incluso cuando se están privando de sus derechos por un reflejo instintivo”. La obra de John Byrne, conocedor y tributario de todo lo que hubo antes de él, marcó época, convirtiéndole en el artista más valorado y mejor pagado del momento. Fue pionero en la introducción de personajes homosexuales y temática social en el mainstream y tiene una obra muy interesante y mucho más influyente de lo que pueda parecer, que vamos a repasar con las que consideramos sus mejores obras en forma de top con cuenta atrás, un recurso tan arbitrario como molón.

10. OMAC

Byrne versionó en cuatro tomos formato Prestigio una de las creaciones más oscuras de Jack Kirby para DC, añadiendo a la distopía original una historia de viajes en el tiempo muy resultona y sin paradojas. O sí. El dibujo, en blanco y negro con tramas mecánicas, es excepcional y cubre desde los campos de batalla de un futuro post apocalíptico a la sordidez de la Nueva York de la Gran Depresión en una historia de redención con bastantes dosis de violencia en la que, además, aflora el lado más romántico de Byrne.

9. Superman & Batman: Generaciones (1999, 2001, 2003)

Si Jonathan Hickman nos voló la cabeza con sus Potencias de 10, en una historia que sucedía en un año 0, un año 10, un año 100 y un año 1000, en Generaciones, Byrne, más modesto, proponía unos “Múltiplos de 10”, empezando en 1939 y saltando de 10 en 10 años para contar su interpretación de cómo hubiese sido la vida de Superman y Batman si se hubiesen conocido en ese seminal 1939 y hubiesen envejecido en tiempo real, narrándola con mucho oficio y muchas buenas ideas. La saga familiar llega hasta el siglo XXX en las dos continuaciones que, hay que reconocer, bajan mucho de nivel respecto a la miniserie inicial de cuatro números, sobre todo en el aspecto artístico, aunque Byrne mete drama y giros en la historia para dar y regalar.

8. Marvel Team- Up (1976-1978)

Recién contratado por Marvel, Byrne realizó unos números de Los Campeones y de Puño de Hierro (ver más abajo), y su siguiente encargo fue la colección que unía a Spiderman con otros héroes Marvel, un gustazo para un fan como Byrne, que, a pesar de su bisoñez, era capaz de transmitir iconicidad en su versión de los personajes de la editorial. Los guiones eran de Bill Mantlo y un Chris Claremont del que ya era colaborador habitual. Muchas de las portadas eran del auténtico artista hot de Marvel en aquel momento, Dave Cockrum, y solo al final de su etapa las pudo hacer Byrne, demostrando el estatus que iba alcanzando en la editorial.

7. Puño de hierro y Power Man. (1975-1977)

En plena fiebre del cine de artes marciales Marvel publicó una buena cantidad de cómics de ese género. El mismo mes de agosto de 1975 en el que se publicó el nº 1 de Iron Fist aparecían el nº 34 de Master of Kung Fu y el 18 de Deadly Hands of Kung Fu, ambas protagonizadas por Shang-Chi, y no era raro que revistas antológicas como Marvel Premiere albergaran historias de ese corte, como la que vio nacer a Puño de Hierro. La novedad en el cómic de unos primerizos Chris Claremont y John Byrne, la primera de muchas colaboraciones, era el tono más superheroico. Esta colección duró 15 números, y el artista marcial saltó de ahí a la colección de Power Man, también escrita por Claremont, un salto dado también a pachas con Byrne. Aunque Byrne solo dibujó tres números más, la serie cambió su nombre a Power Man and Iron Fist, en un intento de unir dos fenómenos ya en declive en 1978, las artes marciales y la blaxplotaiton. La idea fue buena porque duró 75 números más. En sus 19 números Byrne demostró su versatilidad, siendo una etapa especialmente celebrada en nuestro país, probablemente el sitio con más fans del personaje, al menos en ciertos intervalos de edad bastante elevados.

6. Los Vengadores (1977-1979)

Los números entre el 150 y el 200 de la colección original de los Vengadores son muy recordados a pesar del baile de dibujantes y guionistas, o quizás gracias a ello, porque tener cómics con portadas de Pérez y dibujos de Byrne o viceversa era un sueño. Byrne solo realizó 15 de esos números, pero son aventuras que siguen siendo míticas: la trilogía de Nefaria, donde enfrentó a los héroes más poderosos de la Tierra con un trasunto de Superman, o la saga de Wundagore, que adelantaba a la Wanda corrompida que la tele y el cine han puesto de moda. Para muchos, su versión del grupo es la canónica y definitiva, en dura pugna con la de George Pérez.

5. Los 4 Fantásticos (1981-1986)

La explosión de Byrne como autor concreto se basó en dos pilares. Por un lado, un dibujo que alcanzaba unas cotas asombrosas, dotando de vida y personalidad propias a los personajes fundadores de Marvel. Por otro, ese famoso back to the basics, la vuelta a los orígenes en tanto vuelta a las esencias originales de la colección pero con un estilo y un feeling completamente modernos, no solo en los 80 sino hoy en día. Es cierto que su etapa se fue desinflando a medida que pasaban los años y aumentaban los conflictos con Jim Shooter, pero su primera mitad está repleta de momentos como los enfrentamientos con Ego y Galactus, el viaje a la Zona Negativa o el constante juego al gato y al ratón con el Doctor Muerte, alternándolo con capítulos que indagaban en la personalidad de los protagonistas.

4. Superman (1986-1988)

Probablemente el mayor “robo” de artista de una editorial a otra, DC no contrató a Byrne para cualquier cosa, sino para que aplicara a su personaje más icónico (aún lo era en aquel momento) su talento para recuperar las esencias del personaje y traerlas al presente. La miniserie de Man of Steel es un ejemplo modélico de cómo recontar el origen de un personaje, simplificando toda la mitología que lo ahogaba y convirtiendo de nuevo a Superman en alguien carismático y atractivo, incluyendo en el proceso a los eternos secundarios, Lois, Lana, Jimmy, Perry,… y a los villanos, abrazando la profética idea de Marv Wolfman que concebía a Luthor como un despiadado hombre de negocios. Y además cada viñeta era una lección de cómo dibujar capas.  Aquí aparece por primera vez Maggie Sawyer, creación suya, y el primer personaje abiertamente homosexual de DC. Además, Byrne reescribió la historia de Krypton en la más que apreciable World of Krypton dibujada por MIke Mignola, donde transformó el idílico Krypton de la Silver Age en una sociedad conflictiva con muchas influencias de la ciencia ficción clásica dura y oscura.  Más de 35 años después esta versión de Superman sigue presentándose como la definitiva, como demostró DC cuando sepultó al estúpido Superman de New 52 y trajo de vuelta al post Crisis, el creado por John Byrne, el papá de Jon Kent.

3. Alpha Flight (1983-1985)

Byrne cocreó a este grupo de héroes canadienses en la Patrulla-X y asumió realizar su serie regular más porque nadie más los tocara que por auténtico interés. El propio autor no considera a esta obra entre sus mejores (ese honor le corresponde al especial del Capitán América y Batman de 1996) pero está entre las más celebradas por sus fans. El concepto de “no grupo” estaba aquí más conseguido que en los propios Defensores, con personajes cuyas vidas íbamos conociendo a partir de las historias principales y de complemento de la colección y que solo eventualmente coincidían como grupo. Personajes muy definidos, como Estrella del Norte, el primer superhéroes gay, y con muchas posibilidades de morir, como les pasó a un par de ellos en los 28 números que hizo Byrne antes de cambiar cromos con Bill Mantlo y Mike Mignola en Hulk. El estilizado dibujo se complementaba con una narrativa que destaca en un autor cuyo punto fuerte precisamente es ese. Incluso números como el 6, el de la batalla en la tempestad de nieve, es un ejemplo de sustraer uno de los elementos del cómic, el dibujo, y hacer que el peso de la narrativa la lleven los diálogos, la diagramación de página y las onomatopeyas. Esto lo hace Byrne y le llaman vago, pero lo hace un autor de vanguardia tipo Richard McGuire o Roberto Massó y le llaman genio.

2. La Patrulla-X (1977-1981)

45 números de una colección que marcó no solo su época, sino que creó una franquicia que dominó la editorial en una parte muy importante de sus últimos 45 años. Si eso ya sería un motivo crucial para poner en todo lo alto esta etapa coproducida junto a Chris Claremont tenemos además que redefinió cómo tratar las dinámicas de grupo en el cómic, influyó en un título tan relevante para DC como Los Nuevos Titanes, y, sobre todo, tiene un ritmo, unas historias y un dibujo completamente apabullantes, con un scope que abarca a todo el Universo Marvel. Su primer número empieza en otra galaxia intentando impedir la destrucción del Universo y el último presenta a Kitty Pryde huyendo de un Alien, como la joven Sigourney Weaver que la inspiró. En medio la Tierra Salvaje, Arcade, Proteus, Japón, el Club Fuego Infernal, el estrellato de Lobezno o la inevitable Fénix Oscura y un reparto multirracial perfectamente representado por Byrne. Legendaria e imprescindible.

1.Hulka (1989-1993)

28 números en dos etapas en los que Byrne presenta a un personaje femenino inteligente, moderno y liberado. Si ellos ya podría ser motivo para ponerlo en esta lista, si ocupa el lugar más alto es porque en esta colección, un Byrne pletórico en lo artístico se permite referencias meta y soluciones narrativas como pocas veces se había visto antes en un cómic de superhéroes, desde el famoso “hablarle a la cuarta pared”, a tener personajes conscientes de que están en un cómic utilizando recursos como “atravesar” las viñetas o salirse de ellas, propias del cómic humorístico y totalmente coherentes con el tono de esta serie, que se ríe del propio mundillo del cómic, sus tropos, ironiza sobre el papel de la mujer en el medio y hace sátira incluso del propio Byrne, aunque fuera para decir que el único que se ríe de él es él mismo. Además, los celebrados Deadpool o Harley Quinn no serían como son sin esta colección pionera.

Accésits

Otras obras firmadas por Byrne que no han entrado en este top (mudable y discutible como cualquier top) pero que pensamos que son reseñables podrían ser:

Namor. Solo un arrogante como Byrne podría otorgarle tanto carisma a un personaje tan arrogante como Namor, reconvertido aquí en un empresario ecologista. 25 entretenidos números como autor completo (incluyendo tintas, tramas y rotulación) con un epílogo de otros 6 con dibujos a cargo de un principiante Jae Lee.

Next Men: Su obra independiente más interesante, una vuelta de tuerca a la idea de supergrupo juvenil criado en un ambiente artificial, pionera en muchos aspectos de series televisivas como Héroes o Misfits o incluso de Matrix.

Batman-Capitán América. En realidad. Byrne quería hacer un crossover entre la Sociedad de la Justicia y los Invasores, pero su intención se quedó en esta apreciable aventura de los dos personajes en plena II Guerra Mundial.

Star-Lord: El Luke Skywalker de Marvel antes de que Skywalker existiera contó con unas aventuras a cargo de Claremont y Byrne en blanco y negro más que potables. Luego Star-Lord acabó convirtiéndose en un Han Solo bailarín, pero esa es otra historia.

Darkseid vs Galactus. O qué pasaría si Galactus se quisiese comer Nueva Génesis en otro entretenido crossover entre compañías que revela la habilidad de Byrne para tratar ambos universos.

Green Lantern: la historia de Ganthet. Byrne se mete en el sarao de recontar el origen del Universo DC en los alrededores de Hora Zero. Esfuerzo vano pero artísticamente interesante.

Vengadores Costa Oeste. Una serie que Byrne tenía muchas ganas de coger tras su vuelta de hacer Superman pero que al final se quedó en 16 número y un Anual, presentando unas historias muy influyentes en la serie de TV de Wandavision, incluyendo una Wanda pasada de rosca y una Visión deconstruida. También salían los Vengadores de los Grandes Lagos, otra creación suya, y eso es un plus.

Capitán América. Solo 9 números creados con su amigo Roger Stern pero que contienen historias tan icónicas como aquella en la que Steve Rogers se presentaba a Presidente de los Estados Unidos o una historia de vampiros en Inglaterra de las de hacerte perder la cabeza.

X-Men Elsewhen. Desde hace unos años Byrne está publicando en su web una fan-fiction que continuaría la Patrulla-X desde el momento en el que él dejó la serie. Son páginas a lápiz rotuladas con ordenador sorprendentemente bien dibujadas para lo que nos tenía acostumbrados en las dos últimas décadas y con un espíritu aventurero que se aleja del tono social que siempre le infundió Claremont.

Si esta lista ha hecho las alegrías de los fans de Byrne o no, es algo que os invitamos a contarnos en nuestras redes sociales. Lo que no sabemos es si algún detractor del autor canadiense estadounidense habrá llegado hasta aquí, pero si es así se llevaría una alegría al saber que pronto haremos un Bottom Ten de la obra de John Byrne. ¡Habrá sangre! ¡Os esperamos!