The Sandman: entrada sin salida al reino de los sueños

Los sueños, ese territorio tan extraño, incomprensible, paradójico y esquivo... El inconsciente toma el control mientras se tienen los ojos cerrados y se viaja a un territorio sin reglas. Lo que pasa ahí, se queda ahí. Y es que, en esos huecos de la vida mundana, se llega a un estado en el que no se le puede aplicar ninguna lógica racional. No tan alejados de la tendencia actual del mundo, diría el más cínico del grupo… Pero eso es otra cosa.

Inspiradores del surrealismo, el influyente movimiento artístico, pueden ser más perturbadores como la imagen más macabra que hayan pasado por nuestra retina. Pero también pueden ser una fuente inagotable de ideas e, incluso, de placer. Pueden provocar la muerte y pueden hacer que veas cosas que, en realidad, no están ahí. Si los olvidas, nunca más los recuperarás. Si los recuerdas, en ocasiones, preferías olvidarlos.  Como el arte, son peligrosos.

¿Qué son los sueños? ¿Por qué se dan? Por mucha definición que se le dé, lo que deja en la piel es que se trata de un error del Matrix, algo que no debería existir. Pero, que, sin embargo, es una cita diaria. Tan humano como cualquier otra cosa que diferencia esta especie de otra.

Neil Gaiman diría que es un reino. Y todo reino necesita un rey. Un generador de historias que tiene el control de nuestro inconsciente, y que puede determinar qué somos, cómo nos comportamos y la percepción que se tiene de cualquier cosa. Un ser que siempre ha estado ahí y que ha dictaminado, desde la sombra, algunos de los mitos y leyendas sobre los que se ha construido la civilización.

Pero ese poder no le hace justo, ni su longevidad le ha proporcionado prudencia. Lo que hace que este señor del Sueño haya tenido tanta longevidad es que es vulnerable. Por mucha deidad que sea, tiene más características humanas de las que jamás reconocería. Es arbitrario, vanidoso, malcarado, egocéntrico… No en vano, como cualquier dios, ha surgido de la imaginación humana. Territorio que, paradójicamente, son sus dominios.

Y es que, al fin y al cabo, eso es The Sandman: la relación de la humanidad con el arte y, más concretamente, con cosas tan absurdas como las historias. Y como todo gran relato, tuvo un principio…

Preludio al preludio 

Para ver el mapa completo de esta obra hay que retroceder a 1984, momento en el que Alan Moore revolucionó no solo el cómic de superhéroes, si no el medio. Es ese año cuando comenzó a publicarse La Cosa del Pantano. Lo que propuso este cómic no se parecía a nada que se hubiese publicado antes y todo lo que pasó después no dejan de ser ondas producidas por ese impacto inicial.

Una de esas ondas fue que un joven periodista musical que estaba haciendo sus pinitos tuviera una oportunidad de cruzar el charco. Bien relacionado, con amistades cercanas al círculo de Moore, estaba publicando historias en 2000AD, entre otras cuando no tuvo suerte en la primera búsqueda de talento llevada a cabo por DC Comics en territorio británico.

Sin embargo, en una segunda oleada, ese escritor ya había publicado piezas como Violent Cases (junto con Dave McKean, que terminaría haciendo las impecables portadas de The Sandman), lo cual ya tenía cierta entidad como para que Dick Giordano revisase algunos de los pitches que le lanzó. Uno de esos sería recuperar a un olvidado personaje: Orquídea Negra, dándole una visión oscura y, sobre todo, muy distinta al personaje original.

Funcionó. A pesar de ello, fue una miniserie que consiguió conquistar a un público sediento de historias experimentales con personajes clásicos, como sucedió con el precedente que fue La Cosa del Pantano. Hasta tal punto que DC quiso darle una oportunidad a Gaiman dándole una serie regular de largo recorrido.

En un principio, Gaiman era reacio porque nunca se había enfrentado a un desafío de tal envergadura. Pero no se negó a decir que no a la propuesta de Karen Berger…

Ante tal situación, vio la posibilidad de dar una vuelta de tuerca a una idea que le llevaba años rondando la cabeza… El escritor Roger Zelazny ofreció un concepto que a Gaiman le resultó interesante: el de un ser que viviese en los sueños. Eso entroncaba, a su vez, a otra gran fuente de inspiración: Pesadilla, el primer archienemigo de Doctor Extraño, un ser que perturbaba a los humanos desde el mundo de los sueños.

Gaiman estableció una propuesta que fue originalmente rechazada por George RR Martin. Iba a formar parte de sus Wild Cards, pero no encontraron un encaje adecuado. Fue en ese momento en el que valoró la posibilidad de que esa fuese la serie que presentaría a DC Comics.

Dándole vueltas a la de qué podría tratarse, cayó en la cuenta de que DC tenía a The Sandman, un personaje de la era pulp que tuvo una reinvención más superheroica a cargo de Joe Simon y de Jack Kirby. Debía ser ese, pero no tendría nada que ver.

Lo que Gaiman quería hacer es, al igual que hizo con Orquídea Negra, es reformular el concepto original y llevarlo a un terreno maduro, de terror e interesante. Eso es algo que tuvo claro a la hora de presentar el pitch a DC Comics.

A continuación, un extracto de la propuesta inicial, presentada a los editores:

“Vale. Ahora que los cortes de electricidad han terminado y las secuelas del huracán han pasado, empiezo mi propuesta de Sandman.

(Tenía una medio hecha cuando se activó la Alerta, le he echado un vistazo y no está mal, pero prefiero volver a empezar, además, he cambiado de opinión sobre unas cuantas cosas desde que la escribí.)

Me disculpo de antemano por repetirme o contradecirme…

Allá vamos.

Sandman

Yo lo veo como un cómic que pisa el terreno hollado por Alan (Moore) en su etapa en La Cosa del Pantano. Habría elementos superheroicos, estaría firmemente arraigada en la fantasía y sería un título de miedo, con un letrero que dijese: “Para lectores adultos”. Pero espero que la combinación de miedo/fantasía/superhéroes lo haga funcionar. Quizá lo que prime sea el miedo. Después de todo, la frase para vender la serie es un verso de “La tierra baldía” de T.S. Eliot:

“Te mostraré el miedo en un puñado de polvo.”

La acción de la serie transcurre en cualquier lugar, desde el “mundo real” a las lejanas costas del sueño. Y transcurre en el universo DC. He creado algunos personajes nuevos –Sandman, claro; Muerte (que aparece más adelante); y algunos villanos en la primera parte. Para los demás, he disfrutado metiendo en mi historia a personajes de DC…

(…) Se ha establecido en La Cosa del Pantano (y en menor medida en las versiones de Sandman de Simon/Kirby/Fleischer) que el mundo de los sueños está dotado de una cierta cantidad de realidad. Está habitado por personajes arquetípicos como Caín y Abel. Es un mundo donde todo fluye, un mundo de misterios y secretos, donde las pesadillas y la locura vagan libremente, un mundo contiguo a nuestras mentes dormidas.”

Tal y como se aprecia, Gaiman buscó desarrollar y construir sobre el terreno allanado por La Cosa del Pantano. Algo se estaba rumiando. Una continuidad adulta dentro del universo DC, un sello que sería un revulsivo histórico para el mercado… Pero todavía eran más una posibilidad que una realidad.

En cualquier caso, este proyecto conquistó a los editores lo suficiente como para tener luz verde. Pero era muy pronto como para saber si se ganaría a un público que todavía estaba asimilando proyectos como Watchmen, La Cosa del Pantano, o Batman: El Regreso del Caballero Oscuro.

Desde luego, se puede decir que es un proyecto que no se parecía a nada de lo que se hubiera hecho con anterioridad. Era ambicioso y mezclaba tal cantidad de géneros que iba a parecer difícilmente clasificable y, por tanto, vendible. Era algo que el público debía experimentar por sí mismo para entender qué es The Sandman.

Ni siquiera el propio Gaiman creyó que el proyecto contaría con más de ocho números. De hecho, su plan inicial iba a ser lanzar el primer arco argumental y, en los siguientes números, lanzar una serie de historias cortas hasta la cancelación. Una cancelación que, con suerte, hubiera indignado a un pequeño público… La mayor esperanza es que ese target presionara para que, años más tarde, volviera y le dieran la oportunidad de cerrar la narrativa, de algún modo.

Nadie anticipó lo que estaba por llegar.

Nocturnidad y alevosía 

El 29 de noviembre de 1988 irrumpió The Sandman, un cómic que arrancó con ventas modestas. Y es lo que proponía era algo totalmente revolucionario… En él, se cuenta una historia conocida por todos: Roderick Burgess, un mago de la Inglaterra de 1916 (del que tantas veces se ha indicado falsamente que está inspirado en Aleister Crowley, como veces lo ha desmentido el propio autor. Indicó que su inspiración tiene que ver más con The Devil Rides Out, de Dennis Wheatley. La prosa de Crowley le resulta profundamente farragosa a Gaiman…), quiso atrapar a la muerte y, con ello, alcanzar la inmortalidad. Pero, para su desgracia, no fue así y fue al maestro del Sueño a quien atrapó.

Morfeo estuvo atrapado décadas completas, provocando alteraciones en el sueño y nuevas enfermedades relacionadas con eso. Y, lógicamente, la consecuencia de ello es que salieran los instintos más perversos del ser humano. Una situación antinatural que iba in crescendo con el paso del tiempo… Hasta su inevitable liberación en el tiempo presente (fue contemporánea al momento en el que se publicó el cómic como lo es ahora, ante el estreno de la serie de Netflix). 

¿Cómo fue posible que un amateur pudiera captar a una entidad de tal calibre? 25 años después del debut de la serie, Gaiman volvería con The Sandman: Overtura, junto con J.H. Williams III, para contar qué fue lo que se sucedió. Por su parte, la serie de Netflix, ofrece una explicación alternativa a lo sucedido… Menos convincente, dicho sea de paso…

Pero, volviendo al cómic, el primer arco argumental es toda una explosión de creatividad y de conceptos complejos a los que el público lector de cómics estadounidense no estaba del todo habituado, pero comenzaba a estarlo… La invasión británica impuso una nueva sensibilidad al mainstream y, sin lugar a dudas, The Sandman fue una pieza clave a la consolidación del movimiento. Tal y como relató Gaiman, no buscaba otra cosa que ser experimental:

“Bueno, siempre me tomé The Sandman en serio. En muchos sentidos, me empleé más a fondo en los primeros ocho números de la serie que en cualquiera de los otros. Como ya he dicho antes, me pasé casi seis meses escribiendo el número 1 de The Sandman. Fue un trabajo muy, muy duro.

Pero, al mismo tiempo, The Sandman fue mi cómic “de prueba”. Para todo lo demás que hacía tenía una justificación estética, o al menos una racionalización y un montón de reglas que estimaba importantes, con la esperanza de cambiar el mundo del cómic mensual. Iba a dedicarme a hacer algo que funcionase, iba a divertirme, iba a experimentar. «

De tal modo que, cuando llegaron al sexto número, la serie se convirtió en la más vendida de la Historia, dentro de los parámetros del terror. Con independencia del recorrido o de la calidad de la propuesta, se había llegado a un punto en el que esta prueba se convirtió en algo tangible con una contundencia inusitada.

Y no es para menos. El primer arco, que comprendía los ocho primeros números de la serie (que terminó teniendo 75 números, sin contar los especiales) pasó a llamarse Preludios y Nocturnos. Se contó con el arte indispensable de Sam Keith y de Mike Dringenberg que, en buena medida, confeccionaron la estética del personaje (siguiendo la batuta de Gaiman, lógicamente).

En cualquier caso, lo que se cuenta aquí es la historia que menos tiene que ver con The Sandman: se entra en un punto de entrada idóneo para conocer a un personaje, pero que no es un origen. Es absurdo encontrar un origen para un ser eterno… Sea como fuere, siguiendo una estructura que es una mezcla entre la Odisea de Homero y El Viaje del Héroe, consiste en un viaje de un personaje en busca de recuperar su reino y poder perdido durante su cautiverio a manos de Burgess.

Eso lo conduce a visitar de lo más mundano a lo más espectacular. Coincidirá con personajes del Universo DC, vistos con una lente sorprendente y guardando multitud de referencias literarias, así como guiños a los habitantes de dicho universo. Está enmarcado dentro de un mundo en el que existen los superhéroes, pero este Sueño no tiene nada de eso…

Del infierno, con una visión de un Lucifer andrógino inspirado en Bowie al Londres perturbador en el que habita John Constantine (un personaje recién creado por Moore en La Cosa del Pantano) pasando por John Dee (pocas veces un villano superheroico ha producido tanta congoja), recién escapado de Arkham y provocando el fin del mundo desde una cafetería…Toda una montaña rusa de situaciones. 

Cada episodio estaba autocontenido a la vez que hace avanzar la trama, pero posee una fuerza narrativa absorbente. De hecho, conociendo el desarrollo posterior, resulta verdaderamente fascinante el modo en el que el autor ha conseguido hilar la obra, como un todo perfectamente consistente.

Todo culmina con la icónica visita en el número ocho, en el que se introdujo un concepto lógico y que daría un vuelco a esta serie. Se nota que ahí, Gaiman comprendió que esta serie tendría recorrido y que podría desarrollarla a su gusto (aunque afirma que, verdaderamente encontró su voz en el número sexto). Se trata de muerte, la hermana mayor de sueño. Este, acompañándola, encuentra una nueva manera de ver las cosas a la vez que ella sega unas cuantas vidas… Pero, al contrario que cualquier visión, la Muerte que imaginó Gaiman es un ser dulce, cercano… Representa un último y sentido abrazo antes de abandonar la existencia.

Además, el personaje tuvo un gran impacto estético y, a su manera, contribuyó al impulso del movimiento gótico, siendo este uno de sus iconos. La historia detrás de la inspiración real de su personaje es toda una historia en sí misma:

“Muerte es el único personaje principal cuya imagen no surgió de mí; el reconocimiento es para Mike Dringenberg. En mi esquema original de The Sandman, sugerí que Muerte se apareciera como si fuese Nico, la estrella de rock en 1968, con los pómulos perfectos y la cara perfecta que tiene en la portada del álbum Chelsea Girl.

Pero Mike Dringenberg tenía sus propias ideas, así que me envió un dibujo basado en una mujer que conocía, llamada Cinamon Hadley (una modelo y diseñadora famosa en la escena gótica de Utah). El dibujo luego se imprimió en el The Sandman 11. Lo miré y tuve la reacción inmediata de: “Guau. Eso es realmente increíble”.

Más tarde, ese día, Dace McKean y yo fuimos a cenar a My Old Dutch Pancake House, en Chelsea, y la camarera que nos atendió fue una especie de visión. Era estadounidense, tenía el pelo largo y negro, vestía completamente de negro (con jeans negros, camiseta, etc.) y llevaba un gran ankh plateado en un collar. Parecía como si fuese el dibujo de la Muerte de Mike Dringenberg.”

Con la llegada de Muerte (y su memorable presentación) es cuando el lector entiende que esto es algo más grande y que solo se está tocando la superficie. Todavía faltaban por llegar el resto de sus hermanos/as/es.

A su vez, también en este primer arco se estableció uno de los mayores y más constantes contratiempos que tuvo que hacer frente la serie: el baile de dibujantes. Sam Keith abandonaría en el sexto número por discrepancias creativas. Tras dejar la serie, terminaría lanzando The Maxx, con lo que no le fue del todo mal. Sin embargo, dejaría tras de sí una tendencia que se reproduciría constantemente a lo largo del desarrollo de The Sandman.

Eso fue un arma de doble filo: por un lado, dio una versatilidad que enriquecía las posibilidades de este universo a la vez que lo mantenía fresco, pero impidió que hubiera una única línea estética coherente… Eso es una barrera de entrada para cualquier lector. Pero desde luego, queda compensado por las historias que cuentan.

Y las mejores todavía estaban por llegar.

Jugando en la casa de muñecas

Si el primer arco constituye la reclamación de Sueño en su reino, en el segundo arco debía ser el estudio de qué papel juega el personaje en este universo. Aquí Gaiman delimita de una forma más clara de qué va The Sandman y cuáles son las reglas de este juego. Y, de nuevo, no podría hacerlo de una forma más brillante. Se siente como un clímax de algunas de las semillas plantadas en Preludios y Nocturnos, así como el comenzar a plantear algunas de las cuestiones sobre las que girará todo el viaje de Morfeo.

Lo primero que choca es que hay mucho en conflicto: por un lado, debe recolectar algunos de los sueños de su creación, desperdigados durante su prolongada ausencia, por otro lado debe romper la fantasía de Hector y Lyta Hall, a la vez que debe afrontar a un vórtice del sueño, que pone en peligro su sueño, y parar los pies de su mayor pesadilla: El Corintio, uno de los personajes más profundamente siniestros de toda la saga, mientras que debe plantar cara a Deseo: su peligroso hermano/a… Todo ello intercalado con historias autoconclusivas que conectan pasado con futuro.

Con esa visión particular de las cosas, conectó claramente con grupos sociales que, hasta el momento, no se habían visto atraídos al mundo del cómic. Este cómic apeló a mujeres y a distintas minorías por el tratamiento absolutamente innovador y respetuoso hacía, por ejemplo, personas trans.  Es una representatividad deconstructiva que ningún cómic de esa escala lo había hecho hasta ese preciso momento.  

Este segundo arco abre con una historia que hace que, por primera vez, se aprecie a Sueño como ese ser egoísta y villanesco que realmente es… Los castigos que impone en el primer arco, pueden ser entendidos desde el prisma de la venganza o que persiguen un objetivo mayor… Sin embargo, esta romántica historia de cómo el ego masculino puede llevar a la destrucción no solo de una relación, sino hasta de una comunidad próspera es estremecedora… Y la africana ambientación rompe cualquier expectativa del lector.

El siguiente paso es conocer a Deseo y su entorno y a Desesperación, dos personajes cruciales en las disputas fraternales constantes. La primera está por encima de cualquier género, puesto que el placer es universal. Es una idea brillante que choca, a su vez, con un personaje tan eminentemente masculino como es Sueño. La gran figura antagónica, cuyo máximo objetivo es producir sufrimiento a su hermano. El mundo se sigue expandiendo…

Justo después, asoma la cabeza, Rose Walker, un vórtice del sueño. Un ser que viene a discutir el poder de Morfeo, teniendo un control que no debería sobre los en el reino de los sueños…

Pero Morfeo, en estos momentos tiene problemas más acuciantes. Debe recuperar a las fugitivas creaciones. Y la primera parada tiene que ver con el Sandman de Simon/Kirby. Y es que en los sueños de Hector Hall (profundamente inspirados en el Little Nemo de Winsor McCay) supone el enfrentamiento definitivo entre ambos Sandman, quedando el primero como una broma al lado del segundo. Aparte de que sirve para que ambos entren en una continuidad, es una muestra más del inconmensurable poder del personaje de Neil Gaiman.  

Este arco viene intercalado con una de las historias más recordadas de toda la serie: Hombres de Fortuna. En él, Hob Gadlind desafía a la mismísima muerte. Se trata un hombre proveniente de 1389 que desea evitar la muerte. Como si Fausto se tratase, alcanza un trato en la taberna con Morfeo por el cual le concede el deseo a cambio de que se encuentren cada siglo y tengan una conversación. Sorprende porque, en lugar de encontrar valor a la muerte, se reafirma constantemente en sus ideales de vida eterna. Lejos de la cantada anagnórisis, encuentra una amistad que desafía el tiempo. Algo que Morfeo tiene problemas de asumir…

Esta historia, más allá de lo anecdótico, sirve para introducir a personajes de vital importancia como la antepasada de John Constantine, Johanna Constantine, o a un joven ambicioso, William Shakespeare. En un futuro el personaje volvería a resolver cierto compromiso creado.

Tal y como explicó Gaiman:

“Di muchas vueltas hasta llegar ahí. Lo único que tenía en mente era escribir una historia sobre Hob Gadling. Empecé a escribirla en 1989, así que establecí que la historia empezaría 600 años antes, en 1389. Luego investigué qué había sucedido en 1489, en 1589, 1689 y así sucesivamente para asegurarme de que la historia era exacta en cada uno de esos años terminados en 89. Cuando llegué a 1589, vi que era la época de William Shakespeare y Christopher Marlowe, así que busqué qué habían hecho hasta el momento. Bi que Marlowe había escrito Fausto hacía poco, una de las mejores obras escritas en inglés. Shakespeare, sin embargo, hasta ese momento solo había escrito una obra, Enrique VI. Me puse a leerla y era malísima.

Al leerle, tuve la visión de Shakespeare como era yo al principio, es decir, alguien que lo que más quiere del mundo es ser un buen escritor. Y eso me interesaba.”

El siguiente paso de Morfeo no deja de ir más arriba y la saga vuelve a abrazar un concepto tan creativo como perturbador: debe dar caza a El Corintio. La brutal pesadilla anda suelta en el mundo de los humanos y caza niños para comerse sus ojos. ¿Por qué? Bueno, el que ese ser tenga dientes por ojos igual tiene algo que ver.

Se trata de un personaje emblemático, respecto al cual, Gaiman dice lo siguiente:

“Quería a alguien que fuese la encarnación de –a falta de una expresión mejor- el espíritu romántico del asesino en serie.”

Para conseguir capturar al Corintio, Sueño acude a una surrealista convención de asesinos en serie ubicada en un motel de carretera en la América profunda. Ahí, además de seguir ahondando con las conexiones con La Cosa del Pantano, consigue reflexionar alrededor del culto a los psychokillers que se da en Estados Unidos. Tal y como comentó el escritor: “Los asesinatos en serie aún no se habían descrito como guays y molones, pero sabía que era cuestión de tiempo; por ejemplo, había empezado a ver fanzines sobre asesinos en serie, con entrevistas desde la cárcel. Yo quería decir: “Esto no es guay ni molón”.

Sueño irrumpe y lanza la mayor condena posible a estos seres abominables: asumir, sin racionalizaciones, todas sus acciones y vivir con ello. Una condena superior a cualquier castigo del hombre.

El último eslabón de la cadena de esta Casa de Muñecas tiene que ver con Rose Walker y el peligro que supone que haya un vórtice del sueño, con capacidad de conectar distintos sueños y, por ende, suponer una amenaza para los terrenos de Morfeo.  Para evitarla, solo hay una opción: acabar con Rose. Iba a acabar mal, pero a última hora aparece una envejecida Unity Kinkaid, a quien se vio en preludios y nocturnos. Al ser abuela de Rose, y con tanto tiempo de cautiverio para Morfeo, se establece que ella debía ser el vórtice original. Por ello, se lleva la vida de Unity y el equilibrio de poder queda restablecido.

El arco se despide con una deliciosa escena en la que Morfeo verbaliza a Deseo que los eternos son marionetas de los humanos y no al revés. Es un choque frontal con la hedonista y posesiva visión de Deseo respecto a los humanos. Morfeo abandona la estancia, no sin antes lanzar una amenaza a su hermano/na.

Esta historia demuestra las capacidades de Gaiman para hilarlo todo en un largo plazo. La Casa de Muñecas (título que homenaje a la legendaria obra de Henrik Ibsen) es un impredecible tour de force en el que el lector entiende de una forma más clara hacia donde va todo.

Sin embargo, todavía quedaban muchos fuegos artificiales por venir y otros miembros de la familia eterna por conocer… Pero es mejor que eso, por el momento, se quede en el abstracto territorio onírico, puesto que la primera temporada solo adaptará estas historias, dejando abierta la posibilidad o no de continuar.

Pero el hecho de que haya llegado hasta este punto significa que la se ha convertido en una serie de culto que significa mucho para lectores alrededor del globo. Se tiende a decir eso, pero pocas han causado un impacto tan profundo entre los que se han adentrado en estas páginas. Y cuando se vuelve a ella, uno cae en la cuenta de lo meticulosamente hilado que está todo, de la cantidad de detalles que tiene… Y de lo adulta, violenta y peligrosa que es. 

Durante años se ha tanteado la posibilidad de que The Sandman siga vivo: en cine se han llevado diversas intentonas y han fracasado todas y cada una de ellas… En cómics, lejos de morir, recientemente se ha ido bifurcando en distintos títulos supervisados por el propio Gaiman (cosas de dejar un final abierto a ello…) Por no hablar del Lucifer de Mike Carey, expansión directa del personaje introducido en The Sandman… O del estupendo crossover con Locke and Key... 

Pero en tiempos recientes es cuando se ha fortalecido las posibilidades transmedia, con un audiolibro de Audible que tuvo un reparto potentísimo… O con la reciente serie, para la que ha contado con el apoyo de Allan Heinberg y de David Goyer, de la cual tenéis un jugoso anticipo en forma de podcast

El viaje comienza ya. Y está en manos de cada uno el dictaminar cuanto va a durar. Disfrutad de las vistas y no os durmáis. Es posible que no volváis. O no queráis volver. Y nadie desearía eso.

“Pero, ¿dónde hallaremos la sabiduría? ¿Y qué lugar ocupa el entendimiento? El hombre desconoce su precio; no se encuentra en la tierra de los vivos… Pues la sabiduría es más preciosa que los rubíes.”

El Libro de Job, capítulo 28, versículos 12,13 y 18