«El chico de los ojos de gato», el terror clásico japonés llega en formato manga

Título: El chico de los ojos de gato
Guión, dibujo y color: Kazuo Umezz
Edición Nacional: Satori Ediciones
Edición Original: Shogakukan
Formato: Rústica con sobrecubiertas, 536 páginas 
Precio: 22,00€

El chico de los ojos de gato de Kazuo Umezz es uno de esos mangas de los que alguna vez has oído hablar, pero que no terminas de situar. Se trata de un manga de historias cortas, todas ellas de terror clásico. Donde lo grotesco y lo hermoso se unen gracias al narrador, El chico de los ojos de gato.

La historia empieza en una mansión, en ella vive escondido en el ático este ser extraño. Con cuerpo de niño, pero ojos excesivamente grandes y muy similares a los de un gato, pero expresivos. Además de afiladas uñas, que parecen casi garras. Se presenta así ante el lector, sin más explicación.

En la mansión empiezan a ocurrir cosas extrañas, y el chico no hará nada, salvo presentarnos los hechos desde su escondite. Poco a poco, el chico irá entrando en las historias que cuenta, y conformándose como eje central de las mismas. Y es que, despreciado por los demonios y yokais, por su apariencia humana, y temido por estos por sus atributos sobrenaturales. El chico de los ojos de gato emprenderá un viaje en el que nos contará sus aventuras, y el horror que envuelve a todas ellas.

Originalmente, en Japón este manga de Kazuo Umezz se publicó por capítulos en revistas desde finales de los años sesenta hasta aproximadamente 1976. Satori Ediciones publica todas las historias de El chico de los ojos de gato, que en total son once, en dos volúmenes de más de 500 páginas. Por lo que no es complicado de leer, al no tratarse de una trama larguísima.

Las historias giran siempre en torno a un mismo esquema, El chico de los ojos de gato viaja por todo Japón ya que no es querido en ningún sitio. Físicamente es demasiado humano para vivir con los yokai en el mundo de los demonios, pero su apariencia, y poderes, son demasiado sobrenaturales como para no asustar a los humanos.

Aunque es despreciado por todo el mundo, y aunque en sus viajes busca venganza, este chico nunca volcará su rabia ni sus poderes sobre inocentes. Al contrario, aunque su llegada a los sitios desata siempre el caos más absoluto, siempre ayuda a los inocentes y castiga a quien lo merece. Normalmente, si los humanos cometen atrocidades, los yokai (o demonios) deben castigarlos. Sin embargo, como nos muestra el chico, muchas veces esto no ocurre como debiera y los inocentes terminan siendo arrastrados por el castigo. En su viaje, El chico de los ojos de gato se verá inmiscuido en este tipo de entramados familiares, utilizando su venganza personal contra el mundo yokai para ayudar a los humanos.

El tipo de horror que utiliza Kazuo Umezz puede recordar al cine de serie B. Con deformaciones grotescas que amenazan con ahogar a los humanos, escenas sangrientas, y poniendo incluso al lector en el punto de vista de la víctima que huye. Sin embargo, hay que tener en cuenta que está representando una iconografía clásica que no se adapta al terror que conocemos hoy en día. Y por eso resulta tan novedoso para el lector neófito.

Es un terror también muy psicológico: un coleccionista de bichos es perseguido por una polilla gigante, la diosa budista de la misericordia y la indulgencia (Kannon) aparece convertida en un monstruo chupasangre de mil brazos, un hombre promete entregarle en matrimonio a una serpiente a su propio hijo… situaciones que pueden sonar risibles, a la par que inquietantes. Pero que Kazuo Umezz consigue hacer incómodas.  

Durante las historias se ve la evolución del personaje, al mismo tiempo que vemos cada vez más la degradación del ser humano. Lo realmente horrible, y peligroso de este manga, es a los puntos que puede llegar el ser humano. Y Umezz lo muestra sin problemas. Además, en algunos momentos El chico con ojos de gato rompe la cuarta pared, y se dirige directamente al lector. Por lo que pone a éste casi al mismo nivel que los humanos que aparecen en las historias.

También es importante saber que, aunque es posible leer este manga sin conocer absolutamente nada de toda la mitología sobre el mundo de los onis y los yokais. A mayor conocimiento de ésta, más se disfrutará la obra. Y es que está plagada de referencias.

Aunque no lo parezca, esta obra tiene un punto de comedia. Kazuo Umezz no se recrea en lo bizarro de sus escenas más dramáticas, sino que es capaz de aligerar el tono tenso que ha ido creando durante la historia. Con personajes secundarios, e incluso el propio protagonista.

El dibujo es muy detallado, especialmente en las escenas más llamativas donde los monstruos aparecen, persiguen o desmiembran a alguien. Pese a la sencillez del diseño del protagonista, El chico de los ojos de gato es, como ya se ha comentado, muy expresivo. Y su viaje le irá haciendo adquirir todavía más profundidad. Además, la ausencia de color (es completamente en blanco y negro) consigue que la tensión sea mayor cuando el autor utiliza negros puros.

Una lectura recomendadísima para toda aquella persona que le interese el terror psicológico, o el mundo de los yokais. Y para aquellas personas que quieran empezar en el horror, y no se decidan por dónde: este clásico no falla.