Palabra de Editor #50 – Uno para todos, todos para uno

Palabra de Editor es la columna de opinión de Pedro F. Medina (@Studio_Kat), Editor Jefe, responsable de licencias y redes sociales de Fandogamia y periodista con una faceta nada oculta de showman en los eventos de cómic y manga

Estoy suscrito a un medio de noticias, lo que viene siendo un periódico de toda la vida pero en digital, con su Política, Internacional, Economía. Sección de Cultura no tiene mucha, eso se ve que se lo dejan para los medios especializados o para nadie. Tengo la costumbre de echarle un vistazo con el primer café con leche de la mañana, pero me parece que voy a cambiar la rutina porque cada vez más lo que leo me quita las ganas de arrancar el día. Ahora que si inflación, prima de riesgo, inestabilidad geopolítica… ¡Si al menos volvieran a poner sección de tiras cómicas…! No de viñetas de actualidad, por favor, vade retro, digo que recuperen ni que sea a Calvin & Hobbes. No sé qué mundo les estamos dejando a las nuevas generaciones si no pueden leer una ración semanal de reflexión gráfica.

Y todavía estoy más enfadado porque no se han hecho eco de que el 17 de marzo es ya, oficialmente, el Día del Cómic y el Tebeo y la Novela Gráfica con Manga & Knuckles en nuestra Españita. También es que justo ese día había mucho Ferreras que comentar.

Creo que nuestra “industria” es un poco como aquella escena de El sentido de la vida de los Python, con edificios de empresas bursátiles abordándose como piratas, un océano de papel con mil asaltantes al acecho. Hay barcos y barcos, desde titánicos portaaviones (repletos de sellos editoriales) a pequeños botes de paseo que no paran de remar para seguir a flote, atrapando los libros que otros desechan porque su red es demasiado grande. Y decenas, cientos de microcapitanes distintos. No gastamos lenguaje marinero, con sus “soltad amarras”, “despejad la cubierta” y “arriad la mayor”, pero tenemos nuestro propio argot lleno de “anuncio de licencias”, “avance de sobrecubiertas” y “formato ómnibus”, cada cual dominando su pequeño feudo a la deriva de las circunstancias y siempre, siempre buscando una isla del tesoro.

Toda esta flotilla de navíos editoriales va navegando y esquivándose sin mucha coordinación, persiguiendo la estela de aquellos pioneros que, rompiendo hielo, arriban a costas inexploradas. Nuevas tendencias, nichos de mercado, estilos gráficos, géneros hasta entonces encerrados en el cofre de Davy Jones. Como digo, con una planificación desconcertante: de un año para otro parece que todos se vuelcan en la demografía femenina para abandonarla sin contemplaciones a la temporada siguiente, de pronto todos dan un giro hacia el BL, el humor se asoma tímidamente durante un semestre, se pierde en el olvido tras la nueva novela gráfica seria de Autor Local, cómic para niños, ahora para adultos, ahora para niños, llegan los GT Senshi, se van los GT Senshi. Nadie tiene la fórmula de la Burger Cangreburger que nos haga ricos, así que tiramos de rumorología, del “esto parece que funciona”, sazonado con intuición y la voz de la experiencia (esto solo te va a gustar a ti, imbécil lo escucho en mi cabeza muchas veces) y echamos sedal a ver si los lectores pican. Así que queremos ser almirantes de marina… pero muchos nos quedamos en mono con caña de pescar, copiándonos unos a otros y tirándonos caca encima a la mínima oportunidad.

Porque, aunque no somos rivales encarnizados, en el fondo pensamos y creemos que los éxitos en las capturas de uno son el fracaso de los demás y vicerversa. No tanto en las ventas de libros en sí, porque hay público para todo (y para gustos, colores) como en las oportunidades que se nos presentan en el día a día: poder participar en el Salón del Cómic de X o de Y, en la Feria del Libro de Gran Ciudad, entrevistas con este medio o el otro, distribución aquí o allá. Es un mundo competitivo, es verdad, son negocios, nothing personnel, kid. Es posible que mi presencia en un certamen impida que otra editorial salga a faenar por una simple cuestión de aforo. O que el papel que utilizo para imprimir un tebeo haga que otro repliegue velas. Y ningún veterano quiere que le arrebaten su zona de pesca de buenas a primeras, tras años de dedicación para encontrar un arrecife fértil. Se me están acabando las metáforas acuáticas.

Pero yo siempre he creído en el poder del colectivo. Desde que comencé a dibujar fanzines me junté con otras personas (Zulai e Irene, con quienes montamos Studio Kat) que alentábamos las ganas e ilusión con un proyecto común. Desde ahí nos metimos de lleno en Epicentro, colectivo que agrupaba a decenas de fanzineros para conseguir mejores precios en imprenta, stands en Salones de Cómic o Manga, y buenos consejos para progresar en la materia. Cuando Epicentro se desintegró, allá a mediados de los años 2000, los supervivientes (Studio Kat, Ruleta Rusa, Studio Wargh…) nos reunimos en lo que dimos a llamar Nuevo Epicentro o La Rusa del Gato, según a quien le preguntes. Y de ahí salió la chispa de lo que hoy conocéis (estaría bien que lo conocierais) como Fandogamia. Siempre acompañado, siempre en equipo.

Por eso vitoreo las iniciativas que unen a las pequeñas editoriales, que siempre han funcionado como aldeas amuralladas sin contacto con el exterior más allá de bajar ventanilla para atender pedidos. Cuando leo que Cascaborra y Cósmica han compartido stands en algunos de sus últimos eventos, pienso: este es el camino. Sin ir más lejos, ahora mismo nos hemos asociado con Moztros para moverles material por web y ferias. Hay propuestas muy interesantes en marcha, la Sectorial, las distintas asociaciones de profesionales del sector que se han levantado en tiempo récord, pero además de ponerse a trazar puntos comunes a velocidad tortuga (y marcados por quienes controlan del asunto, que suelen ser las editoriales más grandes y el personal más posicionado) a mí me gusta la acción inmediata, ponerse en marcha sin que se te caigan los anillos, arrejuntarse con un objetivo, uno solo cada vez, y que se vea, que se sepa, aquí vamos a una, ¡Fuenteovejuna, señor! Aunar espíritu para imprimir y distribuir al unísono, compartir almacenes, reducir gasto, haciendo de los obstáculos un problema común y no un asunto individual en el que ya te apañarás. No somos menos por cogernos de la mano: somos más fuertes para afrontar el futuro y sacar los tebeos que nos de la gana sin tener que rendir cuentas ante nadie.

¡Cread alianzas! ¡Mostrad los colores! Colaborar mola cuando se hace de verdad, cargando cajas y moviendo el culo. Lo de aguardar a que se construyan planes estratégicos largoplacistas de hacerse la foto mientras esperan a que los demás vayan echando el cierre para ver si les roban su cuota, como si no hubiera suficientes peces en el mar, es para sacar el tablón y comenzar a echar a gente por la borda.