The Umbrella Academy. Tercera Temporada, no hay dos fines del mundo sin tres

Había ganas de que The Umbrella Academy volviera. La última temporada de la serie (que adapta los cómics de Gerard Way y Gabriel Bá) se emitió en el ya lejano 31 de julio de 2020. Es una de las grandes bazas comerciales de Netflix y la compañía lo sabe. No en vano, ha llegado en un periodo entre medias de las dos mitades la cuarta temporada de Stranger Things. Tal vez, con el objetivo de aprovechar el tirón.

En cualquier caso, los Hargreeves se han ganado el cariño del público a base de una serie tan carismática y visualmente vibrante que se llegan a pasar por alto las carencias argumentales que han tenido. No todas las series pueden llegar a decir eso. 

Es una serie con un gran concepto que, a pesar de cierto punto autoconsciente (y de diferenciación) en la segunda temporada, su premisa ya estaba más que agotada. Por tanto, ¿Repetirían una vez más, el esquema, de cara a la tercera temporada? Desde luego, el cliffhanger prometía una cosa totalmente distinta.

Y, al final, ha habido una de cal y una de arena.  Por un lado, sí, es una serie que ha tenido la osadía de reinventarse. Pero, en cambio, se nota que han tenido que repetir el mismo esqueleto: el fin del mundo provocado por viajes en el tiempo erráticos que los protagonistas tienen que subsanar. Si se acepta que esta serie que solo tiene una premisa argumental que contar y recontar, se comienzan a apreciar los cambios en el enfoque.

Y eso es lo que parece que se ha querido subrayar esta temporada: da igual lo que se cuente. Lo importante es el cómo. Si se pone la lupa en esa cuestión, es donde uno entiende que los personajes han cambiado enormemente a lo largo de la serie.

La serie vuelve en el punto exacto en el que terminó la anterior: han sido transportados a un universo paralelo donde la Umbrella Academy no existió. En su lugar, hubo una versión alternativa llamada Sparrow Academy. Y, sí, en ese universo Ben nunca murió.

Una de las cosas más interesantes es la contraposición de visiones que hay entre las dos academias. Como es obvio, las chispas saltan y esa competitividad dan algunos de los mejores y más hilarantes tramos de toda temporada. Aunque el esquema argumental no podría ser más clásico, se dedica un buen número de episodios a ver qué unen y qué separan ambas academias.

Lo mejor de las historias de universos paralelos es la posibilidad de imaginar cómo sería el mundo si las cosas se hubiesen alterado. La manera en que lo insignificante puede llegar a modificar las cosas de forma drástica es el núcleo de esta temporada. Eso conduce a los personajes a redescubrirse y a entender aspectos nuevos de su identidad, lo cual los enriquece.

Por tanto, aunque la trama sea omnipresente, parece que ya saben que a estas alturas no pueden sorprender al espectador por ese camino. Por eso, con mucho tino, se ha optado por una solución más character driven. Y eso es todo un acierto, puesto que si algo es recordado y celebrado de esta serie son sus personajes.

Mención aparte la notable manera en la que se ha manejado el cambio de sexo de Viktor. Ha sido llevado a cabo de forma orgánica y con la naturalidad y cuidado que se requiere. Era muy fácil hacerlo burdamente y el tratamiento ha sido adecuado. Si se quiere la normalización de este tipo de asuntos, este puede ser un buen ejemplo de como la ficción debe mostrarlo.

Pero, para esta temporada, tan o más importante como los personajes, han sido los escenarios. Más que nunca, se han conseguido sacar partido tanto a la academia, y sus secretos, como al Hotel Oblivion Obsidian. Las tres temporadas de la serie han adaptado, a su manera, los tres arcos argumentales. Pero esta es la que más ha optado por diferenciarse. Steve Blackman ha entendido que ha construido su propia historia y ha buscado crear su propia entidad respecto al hotel.  

Aquí es presentado como el lugar de operaciones de unos Hargreeves que están perdidos en un universo al que no pertenecen. Y es exhibido con mucho buen hacer como un lugar de marginados sociales y criminales. Al igual que el Hotel Cecil, fue un lugar originalmente lujoso caído en la más grande de las decadencias.

Con claras reminiscencias estéticas a los hoteles más célebres del terror, el Overlook siendo el más obvio, consiguen crear una atmósfera y una estética lánguida y fantasmal bastante interesante. Resulta curioso cómo han contrastado la estética pop y colorista propia de esta serie con una fotografía más tenue y fría en el interior del hotel.

El guion sigue teniendo sus pasos en falso y sus problemas, lo que evita que esta serie termine siendo todo lo sublime que puede llegar a ser. Pero, por el tono, no es algo que moleste. El espectador entiende que la serie no trata de construir una trama perfecta, algo prácticamente imposible a estas alturas, dado el embrollo de las paradojas temporales a las que el armazón argumental ha conducido a la sala de guionistas. Por el contrario, no deja de ofrecer conceptos surrealistas y sorpresas a raudales.

La dirección de esta temporada no ha perdido nada del nervio de las anteriores. Siguen teniendo mucho pulso y ritmo, lo cual eleva el material. Siguen manteniendo las características estéticas de las anteriores (como esas secuencias de montaje videocliperas o el constante ritmo interno de los planos), pero con nuevas voces, como la de Paco Cabezas, aportando algo de frescura.

El reparto, a estas alturas, ya tienen más que tomados a sus personajes, lo cual debe de haberles servido para dar lo máximo en la temporada más dramáticamente compensada. No dejan de crecer y absolutamente todo el reparto clava todas y cada una de las escenas. Es totalmente estelar y no dejan de mejorar. A su vez, la inclusión de nuevos actores interpretando a sus contrapartidas también consiguen ganarse el cariño del espectador con facilidad. Desde una Génesis Rodríguez capaz de ser naïf y espabilada al mismo tiempo a un Junt H. Min que lo tenía difícil para dar una versión distinta de un mismo personaje.    

Esta tercera temporada de The Umbrella Academy se siente como un final abierto de una etapa. Pero también es la temporada más redonda en todos los aspectos. Puede que no haya terminado siendo la más espectacular, pero sí que es la que ha dado más aire a los personajes, lo cual es de agradecer. Es una serie que no deja de crecer con cada temporada y que deja con ganas de volver a este enloquecido universo.