Palabra de editor 48 – Por un puñado de euros.

Palabra de Editor es la columna de opinión de Pedro F. Medina (@Studio_Kat), Editor Jefe, responsable de licencias y redes sociales de Fandogamia y periodista con una faceta nada oculta de showman en los eventos de cómic y manga

Hablemos de dinero.  Parece que da resquemor sacar este tema, pero la realidad es que los autores y autoras de este país cobran, por lo general, una miseria si tenemos en cuenta la cantidad de horas que le echan al asunto. Y da resquemor, digo, porque se puede pensar que romper la hucha hace que se tambaleen los cimientos sobre los que se sostienen todos los demás eslabones de la cadena: editoriales, distribuidoras, librerías, los intocables de Elliot Ness. Pero quiá, de eso nada, ni siquiera perciben un ligero vaivén, 0’0 en la escala Richter, equivalente a seguir el ritmo de la música con un pie: aquí seguimos todos, con la rueda girando y los tebeos que siguen llenando cajas (pero no las cuentas corrientes de sus creadores). El reparto del pastel sigue igual. Las voces que llaman a la reivindicación se acallan con el tiempo (suena una cosa a largo plazo, pero estoy hablando de dos días, los que tarda un tuit en perderse entre la marea), silenciadas por el chirrido incesante de… los libros… ¿los libros chirrían? Silenciadas por el sonido que hace un libro cuando se devuelve a la distribuidora si no hay nadie para escucharlo.

Al mismo tiempo, en otra parte de la ciudad, varias librerías generales y especializadas están echando la persiana por última vez. Algunas de ellas bien conocidas por su programa de actividades, presenciales u online, ahora o durante la pandemia. Nada parecía indicar que se avecinaba el cierre. Algo está cerrando a las librerías, y eso que uno de cada cinco libros que se venden es un manga, o eso dicen. Habría que ver qué manga. Podríamos no publicar nada más y dedicarnos todos a sacar ESE manga en concreto. Qué extraño, ¿eh? Con lo bien que se supone que va el sector. Dice el Informe Tebeosfera de los años de pandemia que de 2020 a 2021 se han publicado MIL TÍTULOS DE CÓMIC MÁS (pero en realidad el incremento ha sido de unas míseras 992 referencias, pero no daban para el titular). Parece que una cosa es publicar tebeos y otra muy distinta es llegar a venderlos. Y, más todavía, dónde se venden. Quizá las grandes editoriales nos puedan aclarar si estamos hablando de comercio de proximidad, de Amazon o de Alcampo. Ya que un 1% de las empresas manejan casi la totalidad del mercado, a lo mejor pueden proporcionar el dato que nos falta.

Así las cosas y sacando números rápidos, cualquier autor que se enfrente a un proceso de selección editorial sabe que a lo que más aspira, por un trabajo no mercenario y con una idea bajo el brazo, es a sacar el 10% del precio de portada en concepto de derechos de autor. Hay excepciones, aquí hablo de la media. Centrémonos en el porcentaje en sí, sin tener en cuenta ahora mismo el grosor de los adelantos: estos royalties vienen a significar que, por un cómic que se cobre a 15€ en el punto de venta, su creador/a, el germen de todo, se lleva un euro y medio. Un euro y medio al que habrá que descontar IVA e IRPF, para más inri. Pongamos por caso que de ese libro a quince euros se vendan mil ejemplares: pues su autor o autora percibirá 1500 euros y las gracias. Quizá ni las gracias. Descontando impuestos no llegará a 1100 euros de beneficio. Por vender mil libros. Meh.

Cualquier néofito puede sacar conclusiones precipitadas, habida cuenta de tanta noticia bomba de lo bien que le va al sector: “pues con todo lo que se está vendiendo de tebeo ahora mismo, los autores se estarán sacando un buen dinerito”. Por desgracia, que una obra nacional venda mil ejemplares es un éxito para muchas pequeñas y medianas editoriales, en un sistema en el que la rueda no es que no pare de girar, es que va desbocada. Así que para la mayoría de PYMES una vez alcanzada esta cifra lo ideal es darse una palmada en la espalda y dejarlo estar. Reimprimir está fuera de lugar en muchos casos (a menos que hayas agotado la tirada en un mes y te sientas con fortuna), porque hay varias novedades más que lanzar en ciernes y no vamos largos de papel. El autor o autora se queda con un sueldo mileurista después de meses de trabajo. Triste. Tristísimo.

Por daros una cifra real, y en Fandogamia mira que le ponemos empeño a lo de la comunicación con el público, en mover el material patrio, el valor de lo de aquí, campañotes de reservas dando por saco durante más de un mes, llámalo como quieras: la realidad es que menos de la mitad de los libros que hemos publicado de autoría nacional han superado LA BARRERA DE LOS MIL.

También te digo que de tanto en tanto aparece un tebeo que se catapulta al estrellato y vende lo más grande. Se alinean tiempo, forma y oportunidad, y por la razón que sea el libro funciona tan bien que no te lo crees. Ya lo he mencionado en otras ocasiones: es el tebeo de los huevos de oro por el que suspiramos todos los editores. Puede surgir de cualquier lado, pero teniendo en cuenta que el porcentaje de obra española publicada en 2021 ha bajado unos dos percentiles respecto a lo publicado en 2020 podemos intuir que las editoriales no creen que esta estrella dorada, este caparazón azul del cómic, vaya a venir de la producción propia sino de una licencia extranjera. Porque saben que de lo de aquí se vende poco.

Así que coge tu petate que nos vamos al manga, la nueva niña bonita del noveno arte. Pero peor todavía lo tienen quienes dibujen mangañol, porque se ven constreñidos a un formato que no deja otro rango de precios de salida que el de los 8-12 euros, por libros con más de 150 páginas en la mayoría de los casos. Un trabajo demencial, sujeto a los desmanes del valor histórico del manga, que estaba prácticamente congelado desde hace una década. J.A. Serrano calculaba hace unas semanas, a través de un tuit, que para un PVP de 9€ (y con un 10% estándar de royalties), un autor debería vender 3468 ejemplares para cobrar 20€ por página. Tendría que rozar la cima de los siete miles para cobrar 40€ por página.

En resumen: cualquier obra nacional de cómic que venda menos de cinco mil ejemplares va a ser muy probablemente infrapagada, teniendo en cuenta la cantidad de horas de trabajo que exige cada página y los porcentajes con lo que se suelen manejar los autores. Y eso lo venden muy pocos tebeos. Aquí hay lanzamientos con premios relevantes que han vendido menos de 700 ejemplares. Parece que una cosa es publicar tebeos, otra es reseñarlos y darles un galardón, y otra muy distinta es llegar a venderlos. Y que me parta un rayo si miento. Es un mal endémico en el sector, al que no le vendría mal un incentivo como el que reciben en el sector audiovisual para aumentar las regalías. Ya que parece que es imposible que los intocables se bajen de la burra (para ganar menos lo quito todo de las estanterías y vendo solo manga y superhéroes, parecen decir), un empujoncito fiscal a las producciones nacionales podría cambiar un poco la balanza a favor de la supervivencia de nuestros autores. Mientras tanto, les seguiré pagando de mi bolsillo el 20%. Llamadme loco.