Joe del Mañana, el manga que lo cambió todo

La publicación de Ashita no Joe (Joe del Mañana) por parte de Arechi supone un antes y un después en la publicación de manga en España. Algunos verán esta aseveración como algo exagerado y aludirán a que se podría decir lo mismo de títulos como Haikyu!! de Haruichi Furudate o Kingdom de Yasuhira Hara, que tienen una enorme extensión. Pero ni de lejos es lo mismo, no solo porque estos dos últimos son relativamente recientes y best sellers que solo necesitaban ‘músculo editorial’ o la confianza de que las viñetas japonesas conectan con un público amplio entregado a sus narraciones, circunstancia que se ha refrendado con las ventas globales de obras como Tokyo Revengers de Ken Wakui, My Hero Academia de Kōhei Horikoshi o el propio Haikyu!!, entre otras, también, y sobre todo, porque con Ashita no Joe hablamos de un manga de 1968 publicado en la Shonen Magazine que cambió el modo de contar las historias, al tiempo que representó el estado de ánimo de su tiempo con una modernidad que, leído en la actualidad, aún desarma y cobra una mayor vigencia.

Por algo en el libro de Marc Bernabé (es el traductor de este manga) y Oriol Estrada (es el adalid de la publicación de este título en español) 501 mangas que leer en español escribían: “Hacemos un acto de fe con esta ficha puesto que, en el momento de escribirla, no se encuentra publicada en español ni existe un anuncio de licencia o ni siquiera un anuncio de intenciones de publicarla por parte de ninguna editorial. No obstante, estamos convencidos de que tarde o temprano la podremos leer en nuestro idioma. Esto, unido al hecho de que no hay publicado en español absolutamente nada del autor Tetsuya Chiba, uno de los más fundamentales de la historia del manga, nos ha hecho tomar la decisión de reseñar esta obra preventivamente”.

Y sí, ese momento ha llegado gracias a la decisión de Arechi y su editor Carles Miralles. Y sí, todo lo que se ha venido describiendo de Ashita no Joe no solo es cierto, sino que leído con los ojos de hoy, se dimensiona por la fuerza narrativa que despliega este primer tomo, que según afirman los que lo han leído va creciendo tomo a tomo. Estamos ante una especie de ‘manga río’, muy, pero que muy moderno, con un dibujo muy expresivo repleto de hallazgos y recursos tan contemporáneos que uno piensa en aquel lejano 1968, año de revueltas estudiantiles y de una implicación social de cambio que este manga transmite con la misma energía que muestra el protagonista de la historia, Joe Yabuki, un huérfano carismático, un vagabundo, un joven de 15 años que debe buscarse la vida, un superviviente, que sin pretenderlo se convierte en un icono de una sociedad (o de un mundo) que pensaba que las cosas se podían transformar.

El contexto de la época es importante, de ahí que no se pueda perder de vista que 1968 es el año de los movimientos sociales que se sucedieron en todo el mundo. El famoso mayo francés, la Primavera de Praga, la Revolución Cultural en China, las protestas contra la guerra de Vietnam y los derechos civiles en Estados Unidos… y por supuesto esto tiene su reflejo en Japón. De un modo u otro son revueltas que se retroalimentan.

En la década de 1960, el país del sol naciente estuvo sacudido por numerosos levantamientos estudiantiles en un contexto de crecimiento y occidentalización. Pero centrándonos en Ashita no Joe y en la formación cultural del manga, esta expresión era muy influyente en la época, los jóvenes que se manifestaban por sus ideas en aquel 1968 llevaban leyendo manga toda la vida. Como pasaba en todo el planeta, la lectura de manga se consideraba que estaba dirigida a niños. Pero la élite universitaria japonesa leía manga y tomó a sus personajes como figuras que simbolizaban sus deseos o el espíritu con el que se enfrentaban a los problemas que tenían. Es decir, Ashita no Joe presenta una clara incidencia social, al tiempo que representa un modo distinto, más adulto, de enfocar la narración gráfica.
 
Ya hemos establecido las coordenadas en las que se mueve el protagonista de Ashita no Joe, Joe Yabuki, ese chico sin padres, pobre, tenaz, que tiene que luchar contra todos los imponderables posibles a través de un entrenamiento tan duro e intenso tanto en lo físico como en lo espiritual. El componente de crítica social cruza toda la historia y presenta análisis muy sorprendentes desde una lectura contemporánea, abriendo claramente las puertas a un manga dirigido a un público amplio, que irá evolucionando a medida que avance.

El guionista Asao Takamori (su nombre real era Ikki Kajiwara) y el dibujante Tetsuya Chiba diseminan un estilo dinámico, expresivo, que combina con naturalidad géneros (del slapstick a lo social, sin olvidar ciertos toques literarios y un evidente eco dickensiano en toda la peripecia de Joe y los chavales del barrio), en el que los personajes se mueven con libertad en un juego impresionante entre el fondo y la forma, de paisaje y paisanaje de la obra para que todo lo superfluo quede relegado, como si la peripecia de Joe Yabuki en efecto surgiera de un modo natural/vital. No creo que sea justo adscribirlo exclusivamente al manga deportivo, porque su implicación y espectro va más allá. Y es que los autores de Ashita no Joe penetran por medio de ese joven que entrena para convertirse en boxeador en la parte más profunda de la conciencia colectiva de un momento histórico. O dicho de otra manera, se sumerge en los laberintos y fragilidades humanas con un nivel de empatía que aquel estado de ánimo pervive y celebra y reclama el sitio que le corresponde, porque tal vez en el mundo de hoy todavía tiene más sentido leer Ashita no Joe.