Palabra de editor 45 – ¿Me dibujas un Batman? Y rapidito

Palabra de Editor es la columna de opinión de Pedro F. Medina (@Studio_Kat), Editor Jefe, responsable de licencias y redes sociales de Fandogamia y periodista con una faceta nada oculta de showman en los eventos de cómic y manga

Tengo unas libretas Moleskine de cuando se puso de moda pagar una pasta por papelería selecta. Cómo nos engañaron. Me las pillé con gramaje grueso porque las destiné a recopilar dibujicos, y así la tinta no traspasaba el papel. Esto suena a tener mucha jeta en nuestros infelices años 20, pero os aseguro que mis intenciones no eran deshonestas ni caraduras. Por aquel entonces hacía muchas entrevistas y reportajes para medios digitales de cómic, encadenando muchos findes seguidos de ferias y jornadas de cómic, así que tenía a mi alcance a muchos autores y autoras en situaciones íntimas. En salas de prensa, comiendo o cenando por ahí, compartiendo stands en condiciones infrahumanas, orinando en el servicio de caballeros (a veces en sitios peores). Solo recopilaba firmas de gente con la que hubiera tenido algún contacto estrecho, de una u otra forma. Creo que apenas tengo tebeos dedicados. Las libretas son del año 2008 a 2012, y tengo pequeñas ilustraciones de Liniers, Claremont, Terry Moore, David Lloyd. De casi todo quisqui que estaba en la plataforma de Webcómics En Español. De influencers de antes de que existiera el término. Fanzineros de todo pelaje, unos cuantos de los cuales luego han acabado montando editoriales profesionales. Y peña que luego ha trabajado conmigo. Yo era un pollo en el mundillo del cómic y aquellos garabatos eran una prueba tangible, la constatación de que estaba allí metido y formaba parte de LA COSA.

Es probable que no haya vuelto a pedir una dedicatoria desde entonces.

Por una parte, porque a quienes trabajan conmigo ya les pido que hagan cosas exclusivas para Fandogamia, que es una extensión de mi propio ser, como un órgano de más o una cuarta pierna, así que siento sus trabajos como si los hicieran para mí. Por otra, porque a estas alturas (y mira que me queda carretera que recorrer) es que ya me sobra tebeo e inmersión en el medio. Si me sumerjo más, me ahogo. Y, por último, es que me sabe mal. Bastante arrastran como para andarles robando cinco minutos para una cosa totalmente personal. Son artistas, su tiempo vale tanto como el de cualquiera y no nos deben nada. Y que soy un poco demicomiquero, que si no tengo un poco de relación contigo que me firmes donde sea me deja frío. Ahora mismo, si quisiera algo personalizado, encargaría una comisión y punto. En fin, éramos jóvenes, hay quienes se dedicaban a recopilar dibujos de Adolf Hitler dibujados en un bloc de bocetos (convenciendo hasta a Purita Campos) solo por los loles. He visto libros encuadernados, auténticos incunables a medio acabar, propiedad de empresarios de renombre bajo anonimato que mandaban a testaferros para conseguir ilustraciones exclusivas de tapadillo y seguir llenando páginas con obras de arte (gratis). Todo valía.

Los autores franceses reivindicaron sus derechos en Angoulême hace pocas semanas, como tantas otras veces, poniendo sobre la mesa de dibujo el tema de las sesiones de dedicatorias en sus tebeos: son un trabajo y como tal se han de cobrar. El gobierno les ha prometido que, en vista de que nadie saca la cartera, pagará. Está por ver bajo qué condiciones, pero las tarifas propuestas dan absoluto vértigo cuando las miramos al sur de los Pirineos. Doscientos cincuenta euros (250€) por un día de firmas (entiendo que si te tienes que desplazar te cuenta como un día entero ocupado) no lo cubro a menos que vendas una maldita barbaridad de ejemplares y te disloques la mano, porque el viaje y el hotel también se suman a los costes. Parecen unos presupuestos orientados a que los organizadores de festivales apoquinen con las grandes firmas que atraen gente, pero incluso en la gloriosa Francia, a la que miramos siempre con ojos golosos pero desconociendo su precariedad sistémica, hay autores y autoras que firman dos o tres libros en toda la tarde. Y aguantando marea, tú. Qué valientes. Hay presentaciones que no son rentables ni para la librería, ni para las editoriales ni para nadie. Pero esto es como ser Rosalía o el telonero. El caché, aunque nos joda saberlo.

Entiendo a quienes quieren una estampa en sus cómics. Ese tú a tú con la parte creativa, con las mentes pensantes y las manos que construyen realidades. Ese deseo de materializar lo irreal, de acercarse a lo que no existe y de hacer que sea lo más tuyo posible. Hay un fetichismo ahí, también idolatría, una pizca de autosatisfacción pero sobre todo (quiero pensar que) admiración y amor al medio, a las viñetas y a lo que representan. O a lo mejor el que está idealizando todo soy yo y lo único que hay detrás son cuentas en eBay y Wallapop. Por eso ya hay muchas sesiones en las que se especifica que las firmas siempre irán con nombre, apellidos y grupo sanguíneo del receptor.

Me debato entre la necesidad de mover los tebeos y el reclamo que supone la presencialidad de guionistas y dibujantes, con la conciencia de cargar de trabajo a un sector profesional que ya de por sí va jodido de tiempo, de sobreesfuerzo y de cierta miserabilidad. Acepto cualquier propuesta que me llegue desde el bando creativo, qué menos, a sus pies, pero me cuesta ofrecer la posibilidad a mis propios autores porque sé el esfuerzo extra que representa y que solo se paga con sonrisas y un par de cenas. Desde mi economía de subsistencia (con obras que venden cientos, pero no miles de ejemplares) os aseguro que con el porcentaje que me queda de cada tebeo los números de las sesiones de firmas me salen así asá, lo comido por lo servido, pero extiendes las invitaciones a acudir al stand como una muestra de agradecimiento, para que se sientan agasajados y vean que su obra se promociona como toca. ¿Pero qué carajo de agradecimiento, si lo que estoy pidiendo es que curren de gratis? No planeo bolos en librerías porque no veo el beneficio: ninguna me ha sugerido jamás compartir gastos de viaje o alojamiento. Y eso que la distribuidora y punto de venta se llevan de media el 55% del precio de portada. Puedes pensar que no apoyo al sistema establecido, pero tampoco es que me estén apoyando mucho a mí. Y que lo entiendo: si este sábado puedes tener firmando a Premio Nacional, Nominado a Galardón o Alguien Publicado Fuera pues a lo mejor nuestra cantera te la trae al pairo. Nothing personnel, kid. Seguid vendiendo mis libros como buenamente podáis, no tengo nada que echaros en cara. Si somos la última mierda. El caché, aunque bla-bla-bla.

Así que, sin saber muy bien de dónde podría salir el dinero para remunerar este trabajo, la cuestión (si es que se llega a plantear en Españapa* de forma realista) le caerá encima al consumidor final. ¿Quieres dibujín? Pues que suenen las monedas. Hay una curiosidad en la educación para la cultura, y es que muchas veces la muchachada va más adelantada de lo que queremos creer y somos el resto de viejunos a quienes ya asoma el cartón los que seguimos renqueando. Como lo de considerar los videojuegos un arte, o que una persona homosexual puede tener derechos. Zotes siempre habrá en todas partes, está claro, pero aquí donde muchos ponen el grito en el cielo otra tanta chavalería se deja tres, cuatro, cinco y diez euros en postales ilustradas que artistas, amateur y no tanto, ponen a la venta en Japan Weekends y eventos similares que hace tiempo que no han recibido la visita de alguien que supera la cuarentena (salvo para acompañar a sus vástagos y recogerlos en la puerta). El asunto de los encargos, muchas veces realizados previamente online y dispuestos para recoger en las ferias, daría para otra columna completa. Los fanzineros están desapareciendo poquito a poco por estos lares porque da mucho menos trabajo dibujar e imprimirte unas láminas, y le sacas mucho más partido. Incluso quienes mueven sus creaciones a través de crowdfunding saben que lo que viene dedicado es un extra, como una motivación para los primeros que reserven o algo limitado de cierta forma. El público que se nos viene ya sabe de qué va la película. Dadle tiempo.

Yo mientras voy a ir comprando una hucha.

*el nombre es absolutamente intencionado.

Toss a coin to your Witcher
Oh, Valley of Plenty

Oh, Valley of Plenty, oh

Toss a coin to your Witcher

Oh, Valley of Plenty”
 
-Jaskier.