Mi pueblo

Firma Invitada: Montserrat Terrones (@mterranova) es la Editora de Garbuix y de Editorial Finestres, además de divulgadora, responsable del proyecto Mujeres entre viñetas y más, mucho más. Además de su instinto editorial y talento natural, entre sus cualidades destaca el poder de la omnipresencia, que le permite firmar su propia columan de opinión en Sala de Peligro.

Tengo que confesaros algo. Yo soy de pueblo. Toda una condición. Y aunque lleve 20 años sin practicarla, en el fondo lo sigo siendo. Y orgullosa. No miento si digo que es algo que conforma una parte de mi identidad.

Os preguntaréis a qué viene esto y qué tiene que ver con los cómics. Pues veréis, como muchos de vosotros yo me crie leyendo tebeos, de los que se compraban en los quioscos, muy baratos y con ediciones de baja calidad. Me los compraba mi padre. Eran ya de Ediciones B, no de Bruguera, y llegué a tener una buena colección.

Los que más me gustaban eran los de Zippi y Zape con diferencia. Las zapatillas de Don Pantuflo y el cuarto de los ratones son un recuerdo tan intenso como los petazetas y los bocadillos de nocilla. Imaginaros, pues, cómo debió sentirse la niña que fui cuando un día, leyendo un nuevo tebeo de Zipi y Zape, en una edición un tanto especial que recopilaba material más antiguo, aparece una historieta protagonizada por el mismo Escobar que en un momento de la misma hacer referencia a Granollers, mi pueblo natal, donde afirma residir. ¡No me lo podía creer! ¡Mi ídolo vivía en mi pueblo!

Otras personas ilustres, tanto jugadores del Barça, como modelos, políticos de alcance nacional, quiromantes televisivos de larga melena, presentadoras de televisión y actores de cine, teatro y televisión han compartido mi lugar de nacimiento, pero nada comparable a compartirlo con Josep Escobar. ¡El no va más!

Años más tarde, muchos años más tarde, descubrí que esto no era exactamente así. Josep Escobar nació en Barcelona y vivió buena parte de su juventud en Granollers, donde empezó a trabajar como cartero y llegó a ser director de la oficina de correos municipal. Durante el tiempo que vivió allí durante la Segunda República se involucró activamente en la sociedad civil del momento y publicó en varias de las revistas tanto de Granollers como de Barcelona, ciudad a la que regresó antes de la Guerra Civil para seguir su carrera como dibujante una vez que empezó a tener cada vez más encargos. La guerra le alcanzó politizado, formó parte del Sindicato de Dibujantes y una vez finalizada la misma dio con sus huesos en la cárcel por su actividad política.

De su tiempo en la Modelo se conservan, entre otros, los dibujos caricaturescos que hacía para amenizar tanto la pena propia como la de los compañeros. Y de su compromiso político poco más se supo, ya que al salir de la cárcel, como muchos otros españoles se sumió en un largo silencio con todo aquello relacionado con un pasado que le podía acarrear problemas. Sin embargo, de Escobar nacieron tanto las historietas como el personaje de Carpanta, la representación más descarnada de la miseria y del hambre que se pasó durante la posguerra.

Muchos años más tarde, Josep Escobar regresó, si no a Granollers, sí al Vallés Oriental instalándose hasta su muerte en 1994 en el municipio vecino de Santa Eulàlia de Ronçana. Aunque durante mi infancia él todavía vivía, no tengo constancia de haberme cruzado con él en la calle, aunque es probable que en algún momento, en aquel Granollers preolímpico, todavía pequeño y bastante rural, lo hiciera.

Aún hoy me entristece el relativo poco reconocimiento que Granollers le hace a uno de sus habitantes más ilustres. Durante varios años existió el Premi Josep Escobar de cómic del cual no tengo noticia de que siga convocándose, y da nombre a una calle más que secundaria en los aledaños de la vecina Canovelles. ¿Por qué uno de los colegios públicos de Granollers no lleva su nombre? ¿O un centro cívico o una biblioteca? En Granollers más universal que él no ha existido nadie, porque quien más quien menos, de una cierta edad, ha leído a Zipi y Zape, Carpanta, Petra o Tobby.

Esta semana que ha fallecido Miguel Gallardo me ha dado por pensar en la gran deuda de reconocimiento público e institucional que tenemos con muchos de nuestros autores de cómic. No solo por lo que nos han hecho disfrutar, sino porque son nuestro patrimonio y sus creaciones forman parte de nuestra memoria colectiva.

Por todo esto me gustaría que además de decir que estoy orgullosa de ser de pueblo, poder decir que estoy orgullosa de ser de mi pueblo.