Palabra de editor 41 – Todo lo que sube…

Me parece que estuve todo el 2021 diciendo que los precios de los cómics iban a seguir subiendo, y Panini se suma a la tendencia con un aumento general en sus formatos tomo (aunque ya lo habían hecho antes con las grapas). Aunque la crisis del papel afectó en primer lugar a las cubiertas de los libros ahora también tiene repercusión en sus tripas. Los fabricantes están dando plazos de entrega muy dilatados y las imprentas van como locas saqueando almacenes porque la demanda es muy alta. Mi comercial me chiva que “Pedro, esto va para largo. Las previsiones son que para finales de verano volverá a haber papel, pero ya sabes cómo va esto… los precios van a ser estos hasta finales de año, seguro, es que seguro”.

Y los precios están carillos, eh. Como para montarte una editorial ahora mismo.

Sin ir más lejos, para los siguientes libros que tenemos planificados los presupuestos han crecido en torno a un 20%. Solo se salva un volumen del que todavía teníamos algo de papel reservado por ser un formato habitual de la editorial (PRO TIP: si haces que tus tebeos gasten formatos similares tu imprenta puede comprar papel de antemano a la medida de tus ediciones, de manera que se pierde menos durante el corte y consigues mejor precio por volumen. Si tus mangas tienen dimensiones diferentes no vale, y si es en papel offset tampoco sale muy a cuenta, pero si sacas cosas en 125 gramos mate a 17×26 como, fíjate, TODOS los paperback USA que publicamos… la cosa cambia), pero vamos, generalizando: todo más caro.

El papel es lo que más hincha la factura de la imprenta. Es lo que más ocupa, el soporte que hay que comprar previamente, con tamaños, grosores y texturas muy dispares, lo que más se puede perder a la hora de guillotinar si las resmas no casan bien con el tamaño del tebeo. El siguiente concepto que más suma al coste por ejemplar es el tiempo de máquinas y el manipulado. Lo que tardan en imprimirlo, el personal que se encarga de controlar y poner esas sobrecubiertas a mano. Las fajas en su sitio. A ver si os pensáis que se ponen con una máquina. Jaja. Una cosa es juntar los pliegos para ponerles una grapa o pasarlas a cosido, pero hay muchas historias que se hacen una a una, con los deditos. Y lo tercero vendrían a ser las tintas y logística, transportes, etc. Imprimir a color o en blanco y negro apenas tiene una gran repercusión en los gastos. La tiene, pero no para justificar necesariamente un PVP muy diferente en un caso u otro. Otra cosa es que lo hagamos porque por algún lado hay que cortar.

Pero sin papel no hay nada que hacer. Puedes elegir uno más ligero, satinado, con más volumen o lo que quieras, pero es que ahora mismo falta de todo, y todo cuesta un ojo de la cara. No hay mucho donde jugar, a menos que empecemos a grabar tebeos en patatas y pedirle a la gente que compren tampones de tinta y estampen las viñetas en el soporte que prefieran. Y va a ser que no. Así que, si la factura del papel sigue subiendo de forma tan desaforada, lo que nos espera de cara a futuro son subidas de precio en portada igual de vertiginosas, contenidas hasta el momento por aquellas editoriales que intentan resistir el envite. Aquí me podéis saltar al cuello: ¿cómo puede ser que la subida de un solo renglón del gasto total que representa editar un libro puede afectar de esta manera a su PVP? Pues por dos cosas.

Cosa número 1: los márgenes con los que se maneja la “industria” del tebeo son bajos. Tremendamente bajos. Hablamos, en ocasiones (y especialmente en las ventas a través de distribuidoras), de céntimos de beneficios, una vez restados los gastos de impresión, derechos de autor, traducción y etecé. Multiplicados por cientos (¡o miles!) de unidades vendidas y varios títulos mensuales dan una cantidad propicia en su conjunto, pero solo como resultado de sumar todas las migajas. Si a cada venta le quitas un pellizquín, el mordisco al total es lo bastante poderoso como para aturdir al editor incauto y mandarlo al rastro.

Cosa número 2: los libros están sujetos a una gran cantidad de gastos proporcionales a sus precios. Voy a inventarme un tebeo. Pongamos que se llama… AQUELLOS GRANDES AÑOS. Lo vendemos a diez euros. Cada unidad vendida a través de librería significa un BENEFICIO de 120 céntimos, porque:

-el distribuidor me paga de media un 45% del precio del tebeo, por lo que me llevo unos 4’5€ por ejemplar vendido (me paga un porcentaje diferente si se vende en una librería general, tienda especializada, gran superficie o Marketplace) (el sistema es un poco trampis, sí).
-cada tebeo me ha costado de imprimir 1’80€ (de media): me quedan 2’70€

-tengo que pagar un 10% de royalties al editor original por tebeo vendido, lo que representa otro euro más de coste: me quedan 1’70€

-y hay muchos más gastos que repercutir a la tirada total, como la traducción, la rotulación o transportes (costes bastante directos) y otro tipo de pagos de corte más general, el teléfono, la luz, los autónomos… (que podríamos calificar de indirectos), pero no nos vamos a poner tontos. Digamos que, sobre una tirada de mil doscientos ejemplares, repercutiendo solo los gastos directos, me queda un euro con veinte por ejemplar vendido. ¡Si lo vendo todo, que esa es otra! ¡Y de ese “beneficio” tengo que pagar tres nóminas, un alquiler, un…! Me están viniendo los sudores fríos.

Si la imprenta me sube su factura un 20%, de pronto me plantaré en un beneficio por copia de un poco más de ochenta céntimos. Oh, oh. ¿Cómo podría paliar ese déficit y mantener la compostura? ¿Subiendo el PVP esos cuarenta céntimos que me faltan?

PUES NO.

Si el distribuidor se lleva un 55% de mis ventas, esos cuarenta céntimos que me han de llegar a mí tendrían que convertirse en al menos 95 céntimos en el precio sobre portada. Más todavía, porque como mis pagos de derechos de autor van asociados a un porcentaje sobre el PVP, cualquier subida de precio también aumenta la parte del pastel que le toca, razonable y convenientemente, a los autores/agencias/editoriales originales. Por tanto, para repercutir una subida de casi 40 céntimos en papel, necesito subir el precio del tebeo al menos un euro y medio.

Volviendo al ejemplo anterior, sobre un precio de 11’50€, el distribuidor me pagará 5’175€, de donde tendré que restar el coste de imprenta (2’16€ por ejemplar), los derechos de autor de ese hipotético 10% (1’15€) y los costes directos que, supongamos, se mantienen igual (aunque todo está subiendo por la inflación general, así que voy a hincharlos un 10% para adecuarlos a la realidad actual)… para que me queden 130 céntimos de beneficio.

Bueno, vale, he ganado diez céntimos de más, pero entendéis por dónde van los tiros, ¿no? Y eso que ni siquiera he calculado el IVA (que es un 4% sobre el PVP), así que las cifras no se van tanto. La contabilidad es una cosa chunga del carajo.

 ¿Por qué no subimos todos los precios a saco, teniendo en cuenta este contexto? Bueno, sí que lo estamos en algunas cosas. A lo mejor es sutil, pero hay libros sueltos, volúmenes únicos que no es tan fácil comparar con otras ediciones y que ahí tienen esos céntimos de más, ediciones cuidadas en las que si el tebeo vale 23 o 25 euros no representa una gran diferencia por el público y/o nivel adquisitivo al que se dirigen. Ahora mismo estamos con el croufando de CARTONES PERROS 2 y hemos subido el tebeo tres euros respecto al volumen anterior. Lo que no se me ocurre es cambiar a estas alturas el precio a LA LIBRERA CALAVERA HONDA-SAN Vol. 4, que es el que cierra la colección, porque subirle un euro ahora que está a punto de terminar es una guarrada fuerte. En series cortas o con un final a la vista dudo que nos pongamos a cambiar etiquetas. O en manga, que está pegando fortísimo y se vende solo. Si ganas menos por ejemplar, pero vendes un 50% más que hace un año… no necesitas revisar los números. Si algo funciona, no lo toques. Y si tienes ventas directas online y son lo bastante potentes, pues no te afecta tanto la cuota de distribuidores y librerías, porque compensas una parte y la balanza se compensa. Vamos, que hay mecanismos para capear el temporal… por ahora.

Ahora bien, en series largas, con visos de vender menos o si solo vendes a través de terceros… se vienen temblores. Escondeos bajo la mesa. El modelo tradicional no ha muerto si haces que sea el cliente final el que se coma los imprevistos.