Los X orígenes de Lobezno

El guionista Benjamin Percy y los dibujantes Joshua Cassara y Federico Vicentini estrenan por estas fechas en Estados Unidos un evento semanal dedicado al personaje de Lobezno. Estará constituido por dos series limitadas, The X Lives of Wolverine y The X Deaths of Wolverine, que, cruzándose entre ellas, constituirán una saga de diez partes. Percy ha declarado que aspira nada menos que a contar “la mayor historia jamás contada de Lobezno”, y que pretende honrar en ella tanto la labor de los autores que han tratado a Logan en el pasado como el amplio legado del antihéroe y sus diversas encarnaciones.

Estando así las cosas, y sin tener muy claro todavía por dónde van a ir los tiros argumentales (parece que la cosa tratará de viajes a través del tiempo) en Sala de Peligro nos ha parecido el momento oportuno para repasar un tema relacionado que nos fascina: el de cómo el pasado e idiosincrasia del mutante con garras de adamantium ha sido definido y redefinido dentro de continuidad varias veces a lo largo de sus casi cinco décadas de andadura. 

La X representa una incógnita en un sistema ecuaciones, como incógnito y misterioso ha sido en general el pasado de Lobezno, uno de los factores que ha contribuido al indiscutible carisma del personaje. Pero la X también es el modo romano de designar al número diez, lo cual dio juego a Grant Morrison (quien sabe si inspirado por Alan Moore cuando definió algo parecido con la quinta celda del campo de concentración de Larkhill y la V, de Vendetta, del protagonista de dicha obra) para añadir iteraciones al proyecto que injertó el esqueleto de adamantium en James Howlett. Y a Jonathan Hickman para jugar con las potencias de esa cifra (1, 10, 100, 1000…) en la narrativa del statu quo que definió para los mutantes en 2019, dentro del cual se enclavará la saga de Percy. Así que inspirados por esos juegos lingüístico-matemáticos, hemos procedido a adentrarnos en enigmas y recopilar diez orígenes en mayor o menor medida distintos, los que creemos más significativos, que ha ido teniendo el bueno de Logan, y cómo se han ido superponiendo e interrelacionando entre ellos.

No se trata tanto de hacer recuento de todos los elementos que han sido introducidos por retro continuidad en su vasto pasado aprovechando lo misterioso de éste, sino de las veces en que algunos de ellos han dado lugar a auténticos cambios de paradigma en la forma de entender al personaje y su historial: puntos a partir de los cuales los autores que se encargaron del antihéroe canadiense tuvieron que empezar a pensar de una manera distinta sobre él. 

Lo fascinante (y enmarañado, sí) de este asunto es que algunas versiones que en diversos momentos se establecieron en las oficinas de Marvel como las verdaderas, y que iban a ser reveladas a los lectores más adelante, fueron desechadas en aras de otras nuevas antes de que fuesen presentadas explícitamente en los cómics. Esto fue debido a diversos factores: se cambió de idea, vinieron otros autores, hubo meteduras de pata que arreglar… Dado que no se había publicado un episodio clave en el que se revelase en su totalidad lo que los creadores tenían pensado, sino que la idea siempre era postergar para aumentar la intriga de los lectores durante un tiempo antes de suministrarles esa catarsis, se podían permitir cambiar de concepto básico sin contradecirse abiertamente. Pero en lo publicado se iban dejando pistas o elementos clave sobreentendidos que deberían haber guiado a una u otra revelación definitiva. Este ciclo se repitió varias veces. Y claro, durante los periodos en que esos orígenes internamente eran válidos en Marvel, la caracterización y circunstancias del personaje respondían a lo desechado, por mucho que luego se tuviese cierto cuidado de que lo posterior, a grandes rasgos, pudiera ser compatible. Eso da lugar a que, al leer las andanzas de Lobezno desde el principio, con lo que hoy por hoy asumimos como canónico en mente, todo más o menos encaje, pero nos encontremos con curiosos detalles que evidencian que algo era distinto en el fondo según pasaba el tiempo.

I- EL ORIGEN EDITORIAL

Para remontarnos al principio de todo e ir viendo dicha evolución, empezaremos recordando cómo en la primera mitad de los años setenta el dibujante Dave Cockrum trabajaba con éxito ilustrando las aventuras de la Legión de Superhéroes de DC Comics. Allí, además de redefinir visualmente a algunos de sus protagonistas, diseñó a varios personajes nuevos, tanto miembros del grupo como secundarios y villanos. Hubo varias de esas propuestas que la editorial rechazó y que cuando Cockrum se fue a Marvel, se llevó consigo; entre ellas, una especie de hombre lobo al que había llamado Wolverine.

Por aquel entonces, La Casa de las Ideas había cambiado de dueños no hacía mucho, y a los nuevos propietarios, al consultar las cuentas de su recién adquirida posesión, les llamó la atención el beneficio económico obtenido al licenciar sus publicaciones en el extranjero para que fuesen traducidas por terceras editoriales foráneas. Así que consultaron a sus creativos si podían crear un grupo de personajes de diversas nacionalidades que, colateral y potencialmente, pudiesen ser idóneos para ese mercado exterior a Estados Unidos. Roy Thomas, por aquel entonces sustituto de Stan Lee como Editor En Jefe, ya había tenido una idea por el estilo para una posible novela de La Patrulla-X que nunca se llegó a escribir ni publicar, así que recuperó aquel concepto para relanzar las aventuras de los mutantes (se llevaba años publicando la serie de estos sin producir material nuevo, tan solo reeditando viejas historias) mayormente sustituyéndolos por una alineación cosmopolita. El director editorial encargó el proyecto al guionista Mike Friedrich y a Dave Cockrum, y para crear a los nuevos protagonistas, se decidió reciclar y/o remezclar varios de los personajes que este último se había traído consigo de DC, dando lugar a Rondador Nocturno, Coloso o Tormenta. Friedrich duró poco en aquel proyecto y fue sustituido por el guionista de la serie The Incredible Hulk, Len Wein, que parecía idóneo para el encargo por tener cierta reputación de saber escribir bien acentos extranjeros en sus textos. 

Thomas le lanzó a Wein la idea de que, antes de que apareciese el tebeo con el relanzamiento del grupo, crease en la cabecera de Hulk un mutante canadiense para luego introducirle en esa nueva Patrulla-X que debía debutar unos meses después. Además, al Editor En Jefe se le ocurrió que el futuro Hombre-X tuviese características de algún animal salvaje de los bosques norteños, y tras descartar como nombre Badger (Tejón) se decidió por el de Wolverine (Carcayú). El diseño visual del personaje fue realizado por John Romita Sr y sus primeras apariciones en los números #180 a 182 de la serie de Hulk durante 1974 las dibujó Herb Trimpe. Entrevistado años después, Cockrum no tenía claro si Thomas también tuvo en mente a aquel personaje licántropo que se había traído a Marvel, que se llamaba igual y le había enseñado al Editor En Jefe tiempo antes, o si este lo había olvidado y fue una casualidad. Después de todo, aquel creado originalmente para DC era bastante distinto (por ejemplo, no iba a usar garras, sino colmillos) y no figuraba en la misma hoja de muestra que el resto de diseños que sí fueron aprovechados para los nuevos X-Men. Cockrum concluía que, por tanto, en rigor no se podía decir que él hubiese tenido ninguna participación en la creación del personaje definitivo, pero que sí había sentido cierto resquemor por la situación, que se debió reflejar en el conocido poco cariño que sentía por el mutante de las garras. Más adelante, eso sí, le aportaría algo importante relacionado de algún modo con su concepto inicial, que cambiaría el enfoque del miembro de la Patrulla-X. 

El tema del mérito de la creación de Lobezno se alambica incluso algo más, ya que durante 1973 se realizó un concurso para que los lectores enviasen superhéroes de su creación a la revista FOOM de Marvel. Aunque no fue el ganador, como parte del certamen se publicó allí un dibujo de un tal Andy Olsen que plasmaba a un esqueleto mecánico sobre el que se formaba secuencialmente una cubierta orgánica. Adivinen ustedes cómo se llamaba aquella propuesta de personaje: sí, exacto, Wolverine. Además, cinco años antes, en 1968, Bamtan Books licenció a Marvel los derechos del Capitán América para publicar una novela protagonizada por el patriótico vengador. En ella, que no es considerada parte de la continuidad comiquera, su escritor Ted White se tomaba algunas libertades y definía que parte del proceso del supersoldado que transformó a Steve Rogers en vengador del escudo implicó cirugía sustituyendo sus huesos por otros forjados con metal. Suena familiar también, ¿verdad?

II- EL CHAVAL DE LAS ZARPAS FALSAS

Pero lo cierto es que cuando se presentó, el Wolverine que Thomas, Wein y Romita Sr. concibieron era bastante distinto a la idea que de él tenemos hoy por hoy en la cabeza. Se trataba de un impetuoso joven de unos dieciocho años con sentidos agudizados, de feroz actitud y enorme resistencia física. Su nombre en código en el ejército canadiense para el que trabajaba era Arma-X aunque su alias superheroico fuese Wolverine, y portaba unos guantes que llevaban montados unas garras artificiales forjadas de adamantium retráctiles. A Herb Trimpe se le debió pasar ese último detalle en los Incredible Hulk #180 a 182, y siempre le dibujó con las zarpas extendidas, con lo cual parecía que no podían retraerse. Pero Wein y Romita Sr han declarado en múltiples ocasiones que desde el principio las imaginaron capaces de retroceder desde el dorso de la mano mediante un resorte para quedar enfundadas en la parte del antebrazo de los guantes.

Y dirán algunos de ustedes ¿Cómo que joven, si todo el mundo sabe que Lobezno, además de tener más de cien años de edad, sin máscara aparenta unos cuarenta-cincuenta? ¿Cómo que las garras eran un artefacto parte de los guantes si es de cultura popular que surgen de sus manos desnudas? ¿Y por qué no se mencionan en esa descripción su esqueleto de adamantium y su factor de regeneración? La respuesta es que al principio nada de eso, tan básico del personaje hoy por hoy, era así. Así que no tiene mucho sentido decir que Thomas o Wein se inspirasen en la novela de Ted White o en el personaje enviado por Andy Olsen, ya que las similitudes no estaban presentes en el mutante que idearon, sino que fueron añadidos posteriores. Estaría por ver si los autores que integraron factores parecidos en el mutante más adelante, en cambio, sí tuvieron mente esas fuentes, aunque lo cierto es que lo desconocemos.

El Lobezno que se unió al grupo mutante en el Giant Size X-Men #1 de 1975, a pesar de tener una máscara ligeramente distinta (Gil Kane se confundió al dibujarla en la portada y al verla Dave Cockrum de ese modo, le gustó más y cambió la original en sus dibujos interiores) era dicho tardioadolescente buscabroncas con dispositivos en las manos que imitaban zarpas retráctiles, una gran resistencia, sentidos agudos, y poco más. Y con esas componentes le escribió Len Wein los pocos episodios que se encargó de él. A la vista de esto, quizás clame un poco menos al cielo que en España Ediciones Vértice tradujese Wolverine por Lobato o Lobezno en lugar de por Carcayú, el verdadero significado de la palabra, considerando que encajaba perfectamente con el concepto que se sobreentendía del personaje por esas primeras apariciones.

 

III- EL ANIMAL ALTERADO PARA PARECER UN HOMBRE

Cuando Chris Claremont relevó a Wein como guionista en la serie regular de X-Men, empezó siguiendo esa misma base con Lobezno, pero enseguida, tras dos números al frente, se empezaron a introducir cosas raras: en una escena navideña del elenco protagonista publicada en el #98 con fecha de portada de abril de 1976, por primera vez el personaje apareció sin máscara. Y resulta que Dave Cockrum le dibujó con un aspecto nada juvenil, que recuerda más bien a uno a medio camino entre aquel Wolverine descartado que había propuesto para la Legión de Superhéroes y el del Timber Wolf de ese mismo grupo cuyas aventuras transcurrían en el siglo XXX.

Ese #98 resulta fundamental para Lobezno por varios motivos más: Para empezar, se mostró por primera vez, para sorpresa tanto de los lectores como del resto de personajes, que las garras de adamantium surgen de sus manos directamente, que no son un artefacto instalado en su vestimenta. Pero además, los sensores de los villanos del episodio indicaban misteriosamente que Lobezno no era exactamente un mutante. Eso abría una subtrama cuya gran revelación nunca llegó a publicarse: el personaje, según los planes de Claremont y Cockrum (este declaró una vez erróneamente que la idea había sido de Wein), sería nada menos que un verdadero carcayú, un animal mutado hasta tener aspecto antropomórfico e inteligencia humana. El artífice de ese proceso sobre el pobre mustélido hubiese sido un viejo conocido del universo Marvel, El Alto Evolucionador, caracterizado entre otras cosas por, de manera reminiscente del Doctor Moreau de H.G. Wells, crear seres de este tipo como sus Caballeros de Wundagore o la matrona Bova. Y aunque a Len Wein, que era el editor de la colección además de uno de los creadores de Lobezno, no le gustó nada la idea, esta permaneció cierto tiempo en la agenda de Claremont y Cockrum. Resulta curioso leer los números siguientes, en los que el personaje ya expresa su atracción por Jean Grey, sabiendo que era un mustélido queriendo aparearse con una humana ¿verdad?

Por la época en que estaba a punto de publicarse dicho #98 de X-Men, un dibujante canadiense que había empezado a trabajar hacía poco en Marvel, John Byrne, nacido en Inglaterra, pero criado en Canadá, era entusiasta de Lobezno dada su nacionalidad. Y le pasó a Claremont, con el que colaboraba en la serie Puño de Hierro, un boceto para una propuesta de cómo debía ser el mutante de las garras bajo la máscara (joven, rubio, de aspecto salvaje) sin saber que ya estaba a punto de aparecer en los kioscos el número en que Cockrum plasmaba su rostro. El escritor le contó a Byrne la circunstancia que invalidaba su proposición, y decidieron reaprovechar ese boceto un año después creando al villano Dientes de Sable para la colección protagonizada por Danny Rand en la que ambos trabajaban. Más adelante, idearían un modo de relacionar a este sanguinario oponente con Lobezno.

Pero mientras tanto, Claremont y Cockrum, los artífices de las historias de La Patrulla-X en las que aparecía Wolverine, seguían escribiéndole con la intención de revelar más adelante que todo el tiempo había sido un animal evolucionado artificialmente. No está claro cuánto tiempo exactamente mantuvieron esta idea en cartera: no mucho después se estableció que el verdadero nombre de Lobezno era Logan, una broma interna sobre lo bajito que el personaje era y cómo se llama la montaña más alta de Canadá. Logan parece un nombre muy humano, y quizás pueda indicar que ya para entonces Claremont y Cockrum habían descartado la idea del carcayú evolucionado. Pero también es verdad que es ambiguo: no está siquiera claro si es nombre o apellido, y lo cierto no desentonaría demasiado que fuese como se llamase a un animal. Ya saben, como Barry, el perro San Bernardo que fue rescatando a más de cuarenta personas en los Alpes suizos durante la primera década del siglo XIX, por ejemplo.

Lo que parece es que este concepto duró incluso hasta el periodo en que Byrne ya había sustituido a Cockrum como dibujante de la serie, a partir de mediados de 1977. El creador de Alpha Flight declaró en una entrevista a The Comics Journal en 1980 que decidieron retirar la idea (incluyéndose) porque a finales de 1976, se presentó a la superheroína Spider-Woman, a la que Archie Goodwin dotó exactamente de ese mismo origen: una araña mutada por el Alto Evolucionador. Unos meses después esa génesis de Jessica Drew fue descartada aduciendo unos implantes falsos de memoria porque por lo visto a Stan Lee le pareció repugnante la idea de Goodwin. Pero como, en cualquier caso, el concepto ya había usado por otros, en algún momento inespecífico, para no repetirlo Claremont y Byrne decidieron recular de aplicárselo a Lobezno, aprovechando que todavía no había sido desvelado. A Byrne le encantaba Logan, así que no le debió pesar mucho la tarea de tramar junto a su guionista un nuevo origen para el personaje, que además pudiese encajar con esas pistas ya publicadas de que no era exactamente un mutante. 

IV- EL PRIMER MIEMBRO DE UNA NUEVA ESPECIE

Lo que estructuraron fue un alambicado pasado que incluía en un papel principal al Dientes de Sable que habían creado en Puño de Hierro, redefiniéndole también: el villano, hasta entonces planteado simplemente un musculoso, hábil y salvaje asesino, sería en realidad un mutante extraordinariamente viejo y longevo que hacía más de medio siglo antes tuvo un vástago. Éste, el pequeño Logan, heredó sus rasgos sobrehumanos: sentidos agudizados, vigor físico, y un ritmo de envejecimiento muy pausado. Los autores se guiaron por la siguiente lógica: según la ciencia, para que un individuo sea calificado como mutante ha de tener una diferencia genética de cierta entidad con sus progenitores. Por tanto, dado este nuevo origen Lobezno no podría ser considerado en rigor como mutante, sino que en términos académicos más bien se debería hablar ya del primer miembro de una nueva subespecie evolutiva, si llegase a reproducirse, y su estirpe a prosperar. Así se justificaría aquella enigmática pista dada en X-Men #98. 

Esta explicación no encajaba, claro, con esas largas garras extensibles de adamantium de las que Dientes de Sable carecía. Así que Claremont y Byrne decidieron que fuesen implantes artificiales, cosa que además cuadraba con que, mucho después del supuesto nacimiento de Logan, aquella indestructible sustancia ausente en la naturaleza fuese creada sintéticamente en laboratorio, como habían contado Roy Thomas y Barry Smith en el Avengers #66 de 1969.

Poco a poco, empezó a mencionarse en los cómics (cosa que no había pasado hasta entonces) que los huesos de Lobezno eran extraordinariamente duros, y que además de su resistencia, el antihéroe se curaba muy rápidamente de las heridas que recibiese. Después, se dejó caer como quien no quiere la cosa que, en su pasado, al igual que el Capitán América de Ted White, su esqueleto había sido sustituido quirúrgicamente por otro de metal, en este caso el mismo que las garras del canadiense. Y más delante, que su peculiaridad de curarse rápido en realidad constituía un poder mutante en sí mismo. Esto otorgaba justificación argumental para llevar mucho más allá esa capacidad, hasta extremos sobrehumanos. 

Se estaban ofreciendo piezas de un puzle intrincado, pero de consistente lógica interna: según las intenciones de Claremont y Byrne, Logan, tras escapar de su maltratador padre Dientes de Sable, vivir varias aventuras en diversas partes del mundo (especialmente en Japón, país que fascinaba a Byrne tras haber leído la novela Shogun de James Clavell) y servir en la Segunda Guerra Mundial, sufrió un accidente que destrozó todos sus huesos y que hubiese matado a cualquier otra persona. A él, gracias a sus facultades mutantes, “tan solo” le dejó postrado a la cama de un hospital durante décadas.  Al dibujante canadiense le había impresionado mucho a principios de los setenta, cuando era estudiante universitario, descubrir que un edificio cercano a su facultad era un asilo para soldados veteranos donde algunos llevaban en estado vegetativo desde la Primera Guerra Mundial.

Exorcizar esos fantasmas le llevó a imaginar a Logan pasando por un trance similar desde finales de los años cuarenta hasta los de los sesenta. Entonces el gobierno canadiense le habría ofrecido al mutante someterle a un proceso para sustituir cada uno de sus huesos fracturados más allá de cualquier recuperación (incluso la de sus por aquel entonces no omnipotentes cualidades regenerativas) por otros de adamantium. Ese poder de curación acelerada que Claremont y Byrne se habían sacado de la manga, haría que él fuese el único candidato viable para sobrevivir al procedimiento quirúrgico. Logan, claro, aceptó. Una vez realizadas las complejas y dolorosas operaciones, el paciente descubrió que además le habían insertado aquellas garras retráctiles, y aquello fue la gota que colmó el vaso del horror corporal que podía soportar vivir. Escapó a los bosques, enloquecido, viviendo desnudo entre animales durante unos pocos años. Hasta que fue encontrado allí por una pareja que le acogió y que se convirtió en sus amigos: James McDonald Hudson y Heather McNeil

Hudson, por una de esas casualidades comiqueras, resultaba estar trabajando para el gobierno canadiense para constituir un grupo de superhumanos que operase bajo sus auspicios. Más adelante se transformaría en Arma Alfa o Vindicador, personaje ya presentado en la serie de La Patrulla-X por aquel entonces como un antiguo compañero de Lobezno. El caso es que, tras cuidarle junto a Heather, consiguió convencer a Logan para unirse al naciente programa que acabaría dando lugar al superequipo Alpha Flight y a adoptar la identidad superheroica de Lobezno, que además de luchar contra Hulk llevó a cabo varias misiones secretas para los militares canadienses. Pero el resquemor de Lobezno hacia el gobierno que le había convertido en aquella máquina de matar seguía acumulado en su mente, y le acabó llevando a desertar a La Patrulla-X de Xavier cuando apenas se habían reclutado un par de miembros de aquella alineación sobrehumana canadiense que en teoría iba a haber liderado. Ante la desaparición repentina de un necesario jefe de operaciones de campo, Hudson decidió enfundarse el traje tecnológico de Arma Alfa y asumir él mismo ese rol.

Con esa hoja de ruta establecida respecto al pasado de Logan, se hicieron planes para que este, todavía sin el adamantium implantado, apareciese durante un flashback de la segunda guerra mundial en la serie del Capitán América que Byrne y el guionista Roger Stern estaban realizando. De una historia futura en la que Lobezno y Mariko, su amada proveniente de Japón, fuesen a casarse, pero que en la noche de bodas esta fuese atacada salvajemente por Dientes de Sable, dejándola herida muy grave, en estado vegetal. El mutante canadiense optaría por acabar con su agonía y la desconectaría de las máquinas que la mantenían viva, en lo que hubiese sido una atrevida inclusión de eutanasia en un tebeo Marvel. Lobezno y Dientes de Sable se enzarzarían en una lucha mortal, de la que Logan se alzaría victorioso, matando al sádico villano. Y sobre su cadáver, finalmente les revelaría a sus compañeros mutantes y a los lectores que ese era su padre, que retornaba cíclicamente a atormentarle y arrebatarle cualquier posibilidad de encontrar de formar una familia que consolidase esa nueva especie que Dientes de Sable encontraba molesta para esa singularidad suya de la que estaba orgulloso. A Lobezno siempre solía dejarle sobrevivir a tales encuentros porque no le consideraba realmente una amenaza a su supremacía, y porque básicamente disfrutaba torturándole. Obviamente, había subestimado a su hijo.

Pero ninguna de esas historias proyectadas del párrafo anterior se materializó. Byrne dejó la colección del Capitán América por solidaridad con Roger Stern ante una discusión con el entonces Editor En Jefe Jim Shooter, y al mismo tiempo, la de la Patrulla-X por fuertes discrepancias creativas con Claremont. Dado que el dibujante había sido coargumentista de la serie, que gran parte de esos planes habían sido idea suya, y la delicada relación entre ambos autores a partir de entonces, Claremont optó por no utilizar ninguna de sus ideas.

V- EL VETERANO MUTANTE DE PASADO AMPLIO E INDEFINIDO

En los años siguientes a la marcha de Byrne de principios de 1981, Claremont mantuvo los elementos que ya habían sido publicados de los planes que habían tramado juntos, pero no reveló nada relativo al accidente tras la Segunda Guerra Mundial, a la relación con Dientes de Sable (al que no llegó a usar en mucho tiempo) ni a aquello de que Lobezno era el precursor de una nueva especie evolutiva. De hecho, a la larga debió descartarlo del todo y quedó asumido que Logan era un mutante más. Así que al final la alusión del #98 de que no era exactamente como el resto de sus compañeros de La Patrulla-X quedó sin resolver y olvidada. Tampoco mencionó quienes exactamente habían realizado las operaciones sobre el esqueleto de Lobezno, aunque probablemente, más que tener en mente otra opción, simplemente daba por supuesto que se trataba del gobierno canadiense. Y por lo publicado, daba la impresión de que lo habían hecho después de ser encontrado en los bosques por James McDonald Hudson y Heather McNeill, tras aceptar participar en el programa de superhumanos del país del norte y no demasiado antes de enfundarse el traje amarillo y azul.

Por cierto, en la miniserie de 1982 dedicada al personaje que Claremont escribió y Frank Miller dibujó, Logan tiene un monólogo interno en el que afirma sobre la familia de su amada Mariko: “Puede remontarse 2000 años en su linaje. Yo conozco a mi padre. Es todo lo lejos que puedo ir.” Así que, en aquellos momentos, fuese quien fuese, Claremont no concebía que el personaje tuviese lagunas respecto a su progenitor, al contrario que en versiones posteriores.

Se fueron haciendo referencias al pasado de Logan allí donde conviniesen para las historias que fuesen a contarse.  Unas profundizaban en su relación con Japón, otras establecían vínculos con la ficticia Madripur… Se modificó también sutilmente una característica sobre su artificial esqueleto: no es que el natural hubiese sido sustituido por uno de adamantium, sino que estaba reforzado con ese material. Varios lectores habían indicado que los huesos tienen funciones biológicas fundamentales más allá de sostén de la carne, y que ni siquiera el resistente mutante podría continuar viviendo sin ellas. 

En 1983, algo curioso sucede en la serie de Daredevil: el guionista Denny O’Neil establece que el proceso que reforzó los huesos de Lobezno fue inventado por un villano japonés, Lord Viento Oscuro, y que le fue robado por alguien sin definir. 

VI-EL ANMÉSICO ESPECIMEN DE LABORATORIO DE EN SABAH NUR

A finales de 1985, otro escritor, Bill Mantlo, retoma esa trama en la colección de Alpha Flight haciendo que la hija de Lord Viento Oscuro pase a llamarse Dama Mortal, y se convierta por motivos un tanto absurdos en archienemiga de Logan. Pero no solo eso: además, establece por primera vez que Lobezno no sabe quién realizó sobre él aquellos procesos quirúrgicos. Y de paso, asistimos vía flashback a que Logan vio por primera vez sus propias garras metálicas muy poco después de que James Mc Donald Hudson y Heather McNeil le encontrasen en el bosque viviendo como un salvaje, ergo las tenía recién implantadas para entonces.

Unos meses más tarde, ya en 1986, Byrne deja Marvel para irse a revitalizar a Superman en DC. Eso debió animar a Claremont a tomar por fin decisiones con el personaje, y por ejemplo se siente con libertad de sacar a Dientes de Sable en la colección de La Patrulla-X, al que enfrenta en dos duelos encarnizados seguidos contra Lobezno. No se hace alusión alguna a que uno sea el padre del otro, pero más adelante sí se verá que Victor Creed y Logan han cruzado sus pasos numerosas veces en sus pasados.

Pero además, aprovechando que de la historia de Mantlo en Alpha Flight se podía desprender que Lobezno no recordaba algunos elementos de su pasado, y utilizando el trabajo que Louise y Walter Simonson están empezando a hacer en la colección Factor-X, Claremont comienza a tramar un nuevo pasado coherente para el personaje canadiense. Los Simonson habían creado al villano Apocalipsis/En Sabah Nur en aquella cabecera como un Homo superior de milenios de edad enormemente poderoso y con una avanzadísima tecnología a su disposición.  Con ella, por ejemplo, transformó a Warren Worthington III en Arcángel, la versión cool y agresiva con implantes biónicos del rancio Ángel miembro de la Patrulla-X original. 

La idea era de hacer de Apocalipsis un auténtico peso pesado en la mitología mutante, mostrando que a lo largo del tiempo había estado intrigando en las sombras y que algunas cosas pasadas, como los nunca explicados superpoderes de Moses Magnum, estuviesen debidas a sus maquinaciones. Así que, matando varios pájaros de un tiro, se establece en la oficina mutante de Marvel que tarde o temprano se revelará cómo el milenario En Sabah Nur fue el responsable de injertarle a Lobezno su esqueleto y garras de adamantium, tras, suponemos, robarle el proceso a Lord Viento Oscuro.

Se empezaron a dejar pistas en esa dirección en varios cómics, como el primer encuentro entre Arcángel y Lobezno, donde Logan cree reconocer algo de sí mismo en Warren. O el especial Wolverine: The Jungle Adventure de 1990, en el que Walt Simonson y Mike Mignola prácticamente lo revelan ya, a falta de ser enunciado explícitamente.

A principios del año siguiente, Barry Windsor-Smith comienza a serializar en la cabecera Marvel Comics Presents su fabulosa Arma-X, donde describe con pelos y señales los días en que a Lobezno le implantaron el adamantium. Y su intención era culminar mostrando por fin ya que aquel que estaba detrás de aquel proyecto era quien estaba pensado desde hacía un tiempo: Apocalipsis. Pero Claremont le pide que no lo haga: pretende revelarlo pronto en una de las dos series de La Patrulla-X que está escribiendo. Windsor Smith accede, por deferencia personal y profesional, y por considerar que en realidad es más adecuado que algo de esa magnitud, que posiblemente tendrá mucho peso en esas colecciones, se cuente allí.

Pero Claremont abandona Marvel por sentirse creativamente acorralado por el dibujante Jim Lee y el editor Bob Harras a finales de 1991, antes de llevar a cabo tales planes. Windsor-Smith y los Simonson también abandonan la editorial por aquellas fechas, y sin los ideólogos de aquella vuelta de tuerca al origen de Lobezno detrás, la idea de que Apocalipsis tuvo que ver con el implante de adamantium se acabará descartando antes de pueda ver la luz ante los lectores.

VII-IMPLANTES DE MEMORIA Y GARRAS DE HUESO NATURALES

Por esas mismas fechas, tras unos meses tan solo del final de la publicación del final del Arma-X de Windsor-Smith, el guionista de la serie de Lobezno, Larry Hama, hace allí una continuación espiritual de esa obra. Y revela que Logan no solo tiene lagunas de parte de su pasado: es que además lo que sí recuerda puede ser falso, en fragmentos o en su totalidad, no se sabe. Resulta que le sometieron a un proceso de implantes de recuerdos falsos, así que no puede tener certeza de qué es real de sus memorias y qué no. Además, Dientes de Sable ha sufrido un procedimiento similar: por eso creía ser el padre de Logan. Pero en realidad, se confirma mediante un test de ADN que esto no es así, que no tienen vínculo familiar.

Dos años después, durante el evento de los títulos mutantes titulado Atracciones Fatales, Fabian Nicieza, por sugerencia de Peter David escribe una escena en la que Magneto usa sus poderes con Lobezno para arrancarle salvajemente el adamantium de sus huesos a través de la carne. Milagrosamente, Logan sobrevive (cada vez los autores que escriben sus historias están haciendo más y más potente su factor de curación) y no solo eso: poco después se revela que sus garras siguen ahí, aunque le hayan arrebatado el adamantium y ahora sean de hueso. Por tanto, en realidad siempre fueron parte de su mutación, no un implante y el proceso del proyecto Arma-X no se las suministró, sino que solo las forró de aquel indestructible material como al resto del esqueleto del que forman parte. La verdad es que encaja bastante bien con las escenas del serial de Windsor-Smith de 1991, en el que los científicos que tienen prisionero a Logan se sorprenden cuando sus zarpas aparecen y asumen que son un efecto secundario accidental del procedimiento al que le están sometiendo. Pues resulta que no, que ya estaban ahí, y que simplemente los recuerdos que Lobezno pudiese tener de ellas son parte de los que han sido sustituidos por implantes de memoria.

Tras ello, Logan se pasó gran parte de los noventa no solo con garras de hueso y sin adamantium, sino que además fue involucionando a un estado más bestial: el metal indestructible llevaba años impidiendo que su esqueleto completase un proceso de mutación que iba retorciendo su estructura, y sin ello… pues vía libre. Un horror. Afortunadamente, en 1999 Erik Larsen reveló que no mucho antes Apocalipsis le había devuelto el adamantium (a costa del que había conseguido Dientes de Sable) para transformarle en uno de sus servidores. Por supuesto, no mucho después Logan se libró de su yugo y volvió a ser el Lobezno de unos años antes. Eso sí, ahora sabíamos que sus garras eran naturales, de hueso cubierto de adamantium, como el resto de su esqueleto.

VIII-EL JOVEN ENFERMIZO NACIDO DURANTE EL SIGLO XIX

En el año 2001, Joe Quesada había accedido al puesto de Editor En Jefe de Marvel. Decidido a darle un buen meneo a la Casa de las Ideas, uno de sus proyectos estrella fue encargar al escritor Paul Jenkins y a Andy Kubert que le ayudasen a contar de manera explícita el pasado de Lobezno mediante una miniserie concebida para ser un bombazo comercial. Wolverine: The Origin era una historia de época ubicada en el Canadá de mil ochocientos mucho, la odisea de un enfermizo joven llamado James Howlett y miembro de una familia adinerada. En un momento de su pubertad sus poderes mutantes emergen junto a sus garras, matando accidentalmente a supuesto padre. Y decimos supuesto porque se deja caer que James es en realidad fruto de un encuentro amoroso entre su madre y un rudo sirviente de los Howlett llamado Logan. En su huida, James tomará precisamente ese sobrenombre para ocultar su verdadera identidad, y según pasan los años y se va transformando en el mutante que todos conocemos olvidará el apellido Howlett, creyendo que Logan es el auténtico. Solo que en realidad sí que probablemente lo sea. Oh, bueno. Cosas de cómics.

De ese modo, Lobezno pasó a tener un nuevo nombre, el de nacimiento, James Howlett, que ha perdurado como canónico hasta hoy por hoy a pesar de seguir usando de vez en cuando el de Logan. Además, Grant Morrison, como comentábamos al principio, desarrolló en New X-Men algo después que la “X” del programa Arma-X correspondía al numeral romano, y la nomenclatura de dicho programa debía ser leída por tanto como “Arma diez”. Cosa que implicaba que había nueve iniciativas parecidas anteriores; una de ellas, la que dio lugar a la Operación Renacimiento que creó al Capitán América. Así que, por lo tanto, a pesar de haber usado a un ciudadano de Canadá todo era una trama de organismos ultrasecretos estadounidenses.

IX-MIEMBRO DE UNA ESPECIE LUPINA

Entre 2066 y 2007, los guionistas Daniel Way y Jeph Loeb presentaron a un personaje llamado Rómulo. Decía haber nacido en la prehistoria y ser parte de una especie minoritaria en La Tierra, evolucionada a partir de los cánidos y no de los homínidos. Que había otros como él que pertenecían a esos Lupinos, que habían sido tomados por mutantes pero que en realidad no lo eran. Y que algunos de ellos incluían a Dientes de Sable, a Chico Salvaje y… sí, lo han adivinado, a Lobezno.

Rómulo llevaba milenios manipulando el destino de su estirpe. Había sido emperador en la Roma antigua utilizando a sus congéneres como gladiadores para que solo los más fuertes sobreviviesen y depurar el linaje hasta lo perfecto. Con ese mismo objetivo, estaba detrás de algunos hechos del pasado de Logan, como el hecho de que su hijo Daken fuese criado como un despiadado asesino, su retorcida idea de idoneidad para la supervivencia. Pero no solo eso: también era la mano manipulando en la sombra el proyecto Arma-X cuando le inyectaron el adamantium a Logan. Más aún, resultaba que había hecho esto a petición del propio Lobezno, que no lo recordaba.

El poochie de Rómulo. Boooo.

 

Estas nuevas explicaciones no calaron demasiado entre los aficionados ni los autores, y tras estar vigentes unos años, en 2012, el mismo Jeph Loeb las invalidó: lo que Rómulo había contado era una mentira, la especie de los Lupinos no existía, sino que buscaba crearla mediante sus maquinaciones. Eso sí, parece cierto que fuese extraordinariamente longevo, y a saber qué ha pasado al final en términos de canon con eso de que el propio Logan le ordenó que le secuestrase y le sometiese al proceso del adamantium.

X- LA VERSIÓN ACTUAL

Considerando estos nueve orígenes, cabe plantearse cuál es exactamente la situación del pasado de Lobezno hoy por hoy ¿Qué es canon y qué no? Y la respuesta es que está constituido por una mezcla aglutinada de todos los expuestos, más lo que ha ido viniendo. Aprovechando la longevidad del personaje, se puede decir con cierta plausibilidad que casi todo es cierto, menos lo que ni llegó a publicarse (el carcayú antropomórfico, Dientes de Sable como su padre, su pertenencia a una nueva especie evolutiva, Apocalipsis como quien estaba tras Arma-X) o partes expresamente borradas por retrocontinuidad (lo del joven con garras artificiales, lo de Rómulo y sus lupinos…)

Llama la atención que varios factores de esos orígenes descartados, de algún modo volvieron a resonar en iteraciones posteriores, como reciclándose ¿No fue, después de todo, En Sabah Nur quien le devolvió su adamantium a Lobezno a finales de los noventa, aunque no lo pusiese él ahí en primer lugar? ¿No resulta lo de los Lupinos como una mezcla entre lo del mustélido evolucionado y aquello de que Logan pertenecía una especie distinta, no estrictamente mutante? 

Ha habido más casos de ideas sobre el pasado de Lobezno lanzadas pero luego rectificadas. Recordemos que en 2003 Marc Guggenheim estableció que Lobezno era básicamente inmortal por enfrentarse cada vez que estaba a punto de fallecer en el plano astral con el mismísimo ángel de la muerte y vencer en cada ocasión. Aquello pretendía justificar lo pasadísimo de vueltas que se había vuelto su factor regenerativo con los años, pero se hizo un tanto chapuceramente al establecer que aquello venía pasando desde la Primera Guerra Mundial, y no en el pasado reciente, que hubiese explicado ese paulatino aumento de poder desde que el personaje empezó a aparecer en los cómics. Así que, al cabo de un año, se resolvió esa situación.

Durante lo que llevamos de siglo, Logan ha recuperado sus recuerdos (al final de Dinastía de M en 2006) y con ellos ha habido numerosas adiciones a su pasado que han sido integradas en su trayectoria. Además, se han dado muchas otras: desde su hijo Daken a su clon femenino Laura (X-23 o Lobezna) pasando por sus hijos bastardos resentidos o una explicación concreta de su relación con Dientes de Sable (en Wolverine Origin II escrita por Kieron Gillen). 

Pero todo este maremágnum hace que a veces resulte difícil determinar qué es lo vigente y qué no ¿Se sabe hoy por hoy con certeza quién estaba detrás del proyecto Arma-X, por ejemplo? Parece que es el turno de Benjamin Percy de recoger esta miríada de hilos y formar un todo coherente con ellos a través de esa saga de diez números que ya está a la venta en Estados Unidos, y que en unos meses llegará en su versión traducida al castellano. Veremos qué tal, pero el autor, de momento, tiene nuestra confianza.