Guionista de barrio #23 – The very best of 2021

Guionista de Barrio es la columna de opinión semanal de Fernando Llor (@FernandoLlor). Llor, que cuenta con el poder de la omnipresencia, es autor de obras como El espíritu del escorpión, Teluria 108, Ojos Grises o más recientemente Subnormal, entre otras muchas, así como miembro en activo de la Asociación Profesional de Guionistas de Cómic (ARGH!).

Se acaba el año que nació con la difícil tarea de hacernos olvidar al funesto 2020. Y, bueno… el 2021 me temo que también será complicadillo de olvidar. Tomando ejemplo de nuestras queridas cadenas de televisión voy a intentar comentar algunas de las mejores jugadas del año en cuanto a la industrilla del cómic se refiere. 

No voy a seguir un orden cronológico, ni la organización ni la memoria me dan para tanto. 

Eso sí, sigo sin entender muy bien por qué las listas de lo mejor del año se hacen en diciembre y no en enero… Alguna dirá que es para aprovechar el tirón de las fiestas navideñas, pero, a ver, que vivimos en un país con una devoción absoluta por los Reyes Magos. 

En fin, da lo mismo, aquí viene mi lista con lo más mejor del 2021.

 1.- Le dieron el gran premio del Cómic Barcelona a Antonio Martín

Es la noticia más top del año sin ninguna duda y provocó un revuelo sin precedentes.

El jurado de los premios del salón decidió, de forma un tanto incomprensible, romper la tradición de otorgar ese gran premio a un autor o autora para entregárselo a Antonio Martín (quien decía de sí mismo no ser un autor en una entrevista concedida a El País). Y se armó un follón enorme que nos metió de lleno en la edad de oro de los comunicados.

Durante semanas fluían y fluían más y más comunicados. Salió uno que se firmó por más de trescientos autores y autoras, sacó otro la ARGH secundado por la AACE y el Colectivo de Autoras, llegaron los de varias APIS, se lanzaron varios a título personal, se habló de hogueras machistas, se pidieron disculpas, lanzó ficomic su propio comunicado… 

¿Y en qué quedó la cosa? Quién sabe…

Por el momento ha habido reuniones entre la organización del evento y diferentes asociaciones constituidas y sin constituir y el resultado parece ser… un empate, un partido nulo o algo similar.

El premio a Antonio no se lo van a quitar. ¿Lo merecía? Yo creo firmemente que no, porque si la excusa principal fue en todo momento «Antonio Martín también es un autor y, por tanto, utilizamos este callejón semántico para otorgarle un reconocimiento bien merecido» y resulta que él mismo niega esa condición días después, pues yo qué sé, es como si a mi prima le dan un grammy latino por error, ella lo reconoce y en vez de devolverlo se lo queda y hace una fiesta de celebración.

Entonces, si el premio está claro que se va a quedar donde está, ¿qué queda del revuelo formado? ¿Se reformularán las bases de los premios para que no se pueda volver a cometer el mismo error? ¿Se creará el premio «Antonio Martín» en reconocimiento a toda una vida dedicada a la buena divulgación? ¿Se entregará el premio «Antonio Martín» en reconocimiento a la censura y a los ataques brutales y desmedidos a la libertad creativa? ¿Acudiremos al próximo Cómic Barcelona todos aquellos que firmamos el comunicado en el que decíamos que no contasen con nosotros si no se reparaba en condiciones el agravio causado? Pues… venga, me la juego: Poca cosa. Seguramente. Es posible. Ojalá. Diría que entre dos terceras partes o incluso tres cuartas partes de los firmantes no tendrán problema, reconocerán la buena voluntad de todo el mundo y eso será más que suficiente.  

De un modo u otro, en el primer cuatrimestre del año todo quedará clarinete.

2.- Han vuelto los eventos o casi mejor:  ¿han vuelto los eventos?

Porque depende del momento del año algunos eventos comiqueros han vuelto a la actividad e incluso han demostrado mucha fuerza y cierto brillo y otros, por contra, se han visto de nuevo muy afectados por las restricciones pandémicas tan propias de 2020 y que, visto lo visto, no sabemos cuándo dejarán de existir.

Volver a los eventos es siempre un motivo de alegría para autores y autoras por el contacto con los lectores y lectoras, por las exposiciones, por los talleres, las mesas redondas y por la intensidad con la que se viven esos fines de semana de viñetas y más viñetas desbordando por todos lados.

Además sirven de lugar de encuentro para enterarse de los últimos chismorreos de la industrilla, despellejar sin temor a compañeras y compañeros, emborracharse y practicar los mejores bailes.

Todo eso, que nos fue arrebatado sin piedad por la pandemia durante un año y pico, ha vuelto. De forma comedida, es verdad, con aforos limitados, distancias de seguridad (que se cumplen menos que en la cola del súper) y muchísimos litros de gel hidroalcohólico.

Personalmente en los últimos meses he estado en tres de formatos muy diferentes entre agosto y noviembre y el balance es que hay una normalidad contenida como no podía ser de otra forma.

Eso sí, ha coincidido que en los que he estado eran de los eventos que a mí más me gustan, de esos que reciben dotación económica salida de las arcas públicas de ayuntamientos y diputaciones y tienen al frente unos muy buenos gestores culturales que hacen maravillas con ese dinero.

Porque… a ver… también han vuelto los otros eventos, esos que te cobran doce o quince euros por entrar en una ensalada de conceptos que van desde atracciones de feria promocionadas por plataformas audiovisuales, pasando por un ring en el que ofrecen combates cutres de lucha libre y llegando hasta los siempre fascinantes desafíos de ramen picante.

Mucho me temo que la reflexión que iba a llegar a todos con la pandemia pues no ha llegado del todo bien y hay quien se ha vuelto a instalar en el todo vale con tal de que esto parezca muy atractivo para el «gran público» (sí, ese concepto que nos perseguirá siempre).

3.- Malpaso sigue debiendo dinero y algunas y algunos siguen mirando para otro lado

Hace unos meses a la gente de Malpaso se le ocurrió ofrecer una buena cantidad de saldos desde su página web. Saldos de obras salidas de varios de sus sellos, entre ellos Dibbuks, por supuesto. Esa práctica contravenía claramente dos leyes, la de la propiedad intelectual y la del libro y la lectura, así que se les hizo saber y tras un cruce de comunicados (sí, otra vez), decidieron retirar esos «ofertones».

Pero el tema no acabó ahí ni mucho menos, es más, esta era solo una gota más de todos los problemas que arrastra ese sello comiquero y la empresa matriz a la que pertenece. Son muchos los autores y autoras que en estos meses han relatado que hace ya mucho tiempo que no reciben sus liquidaciones, que los informes de ventas distan mucho de resultar verosímiles y que mantener una comunicación con ellos es tan difícil como enviar un mensaje a Marte y esperar respuesta.

Y hasta ahí, en esta era dorada del cómic patrio, estaríamos dentro de cierta normalidad, el gran problema es que si a todo esto sumamos todos los escándalos previos sin resolver (de los que se puede obtener un buen resumen siguiendo el hashtag #MalpasoPagaYa en Twitter) y añadimos además que sigue habiendo periodistas, reseñistas y opinadores que pierden el culo por seguir haciendo reseñas de Spirou pues tenemos una tormenta perfecta.

Muchos nos quejamos cuando en otros ámbitos se les da presencia y voz a gente que solo va a esparcir mensajes de mierda. Pues aquí mismo, entre nosotros, en la burbuja de la industrilla, resulta que se promociona, se le hace la rosca y hasta se le permite poner tenderete en eventos a quienes se les despistan cosillas como el cumplimiento de alguna ley o algunos pagos.

4.- La Proposición No de Ley en apoyo al cómic

En plena temporada estival el grupo parlamentario socialista registró en el Congreso la Proposición No de Ley de apoyo al mundo del cómic en el que proponían hasta trece iniciativas diferentes para que nuestro arte sea reconocido y equiparado en consideración a otras disciplinas.

Poco tiempo después, en octubre, se producía un hecho inédito cuando dicha PNL era debatida en la comisión de cultura y secundada por todos los grupos parlamentarios.

Entre las trece iniciativas presentadas figuran por ejemplo la necesidad de crear una serie de ayudas para creadores y creadoras como las que ya existen en otros campos, la creación de un día nacional del cómic, la elaboración de un libro blanco que aporte datos reales sobre la situación del sector o la incorporación del mundo del tebeo a la discusión sobre el Estatuto del Artista. En definitiva, una buena cantidad de elementos que mejorarían bastante la situación global.

¿Ahora bien, qué significa exactamente que se haya aprobado la PNL? Pues en primer lugar representa un hecho histórico, jamás el cómic había tenido tal consideración. Y en segundo lugar significa que toca apretar y mucho a todos los grupos parlamentarios que han votado a favor (o sea todos) para que no se quede en un espejismo en medio del desierto y todos y cada uno de esos puntos se vayan desarrollando, dotando de presupuesto y ejecutándose.

Como estas cosas tienen sus tiempos habrá que ir preguntando de vez en cuando.

https://mobile.twitter.com/ibangarciadb/status/1417101897169784833

5.- La Golden Age y los no-lectores de Schrödinger

Llevamos años asistiendo un tanto perplejos a titulares que nos hablan de la edad de oro del cómic español. Además, celebramos el éxodo y la fuga masiva de talento como si fuésemos bailarines un poco locos en un show de Nacho Cano.

Pero sin duda lo más curioso de nuestra golden age de las viñetas es que provoca unas contradicciones tremendas. Tenemos a grandes empresas editoriales empleando sin rubor el término INDUSTRIA y, a la vez, tenemos una mayoría aplastante de autores y autoras que perciben menos del salario mínimo interprofesional y a un porcentaje muy elevado dentro de ellos que están por debajo del umbral de la pobreza.

Y esto se puede decir de muchas formas diferentes y podemos utilizar los eufemismos que queramos, pero la realidad es que nuestra industrilla se sostiene sobre las espaldas de autores y autoras pobres.

Es entonces cuando aparece la física cuántica a modo de justificación.

Premisas recurrentes que, como no podía ser de otra manera, se han vuelto a repetir en 2021 y que están encabezadas por la ya clásica: los dineros son los que son porque NO HAY LECTORES.

Una afirmación que hace que al bueno de Schrödinger le estalle la cabeza allá donde esté y se lance a sí mismo una cantidad ingente de preguntas de las que solo seleccionaré unas cuantas:

¿Pueden los no-lectores sostener una red de doscientas librerías especializadas?

¿Cómo es posible que los no-lectores mantengan grandes empresas editoriales con más de ochenta trabajadores en nómina?

¿Qué superpoder tienen los no-lectores que les hace mantener a la vez a empresas distribuidoras muy potentes además de chorrocientos eventos comiqueros?

Y ya la última que estamos en fiestas y tampoco hay que ser cansino: ¿cómo han conseguido los no-lectores que un cómic se ponga en el número uno de los libros más vendidos (incluyendo los libros libros, los buenos de verdad) si en realidad ni siquiera existen?

Como es evidente, yo no tengo ninguna respuesta a estas preguntas, ojalá algún día sea capaz de comprender las leyes físicas del universo y entender todo esto.

6.- Crisis + crisis = doble de crisis

Pues si hasta ahora en el ranking de cosillas relevantes que han ido ocurriendo a lo largo de este ya agonizante 2021 nos dejaba un balance entre regulero y malo, no podemos despedirnos sin hablar de la crisis del papel y del cartón.

¿Qué ha pasado? ¿cuál es el origen de todo esto? Pues no tengo la destreza ni los conocimientos suficientes como para hablar de ello, así que siguiendo la estela de un montón de gente voy a invent…

Nooooo, era bromi, solo voy a comentar las consecuencias que ya hemos visto y las cosillas que se escuchan por las corralas viñeteras.

Estamos inmersos en una escasez de cartón, de papel y también se han agotado las reservas europeas de magnesio. Todo ello afecta a la fabricación de libros y también a la fabricación de embalajes.

A eso se le suma que tenemos una crisis mundial de transporte de mercancías, así que todos los que imprimían en el extranjero han preferido dejar de hacerlo o reducir la cantidad de material impreso allende los mares, para acudir a imprentas europeas o nacionales. Esto provoca un «cuello de botella».

Por un lado las imprentas no pueden garantizar los mismos tiempos de fabricación que antes ni tampoco pueden mantener un presupuesto porque el precio del papel ya no es un valor estable. Por otro lado, si son más las editoriales que quieren imprimir en el mismo sitio, los tiempos de entrega son más largos y eso provoca retrasos que obligan a ralentizar el flujo de novedades.  

Dicho de otra forma: tenemos un follón gordo. Hay quien habla de 18 meses de crisis, hay quien dice que no, que al menos 24 y hay voces mucho más optimistas que comentan que nada, que esto es pasar las fiestas y enseguida se regulará todo y se habrá quedado en un susto.

El mayor temor hasta el momento, sobre todo para las editoriales pequeñas, es tener que subir sí o sí el precio de futuras novedades (incluso el de algunas colecciones) y que eso pueda repercutir negativamente en las ventas.

¿Tenemos indicios de debacle? Pues no lo tengo claro, me temo que habrá que esperar al menos hasta el segundo trimestre de 2022 para comprobar el efecto real de esta oleada de crisis.

Y hasta aquí el alegre balance comiquero de 2021, cuidaos mucho porque visto lo visto el astrólogo maya de la profecía era disléxico, así que despedíos bien de todo el mundo antes del 21 de diciembre por si acaso.

Para 2022 os deseo que leáis muchos tebeos, que luchéis por vuestros derechos, que reduzcáis el consumo de recursos naturales y que crezcáis por dentro y por fuera.

P.D: regalad tebeos en Navidad y Reyes.

P.D 2: os recomiendo mucho que regaléis «Humor artificial», «Plot Point», «Subnormal» y «Octobriana y los vengadores soviéticos contra el capitalismo nuclear».

P.D 3: me olvidaba de mi lista de los mejores tebeos del año. El número 1 es «Dreambreaker» de Fernando Llor y Fran P. Lobato editado por Sallybooks. El número 2 es «Dreambreaker» también, que además lleva un epílogo de Albert Monteys.