“Nada del Otro Mundo”, la fantasía de Laurielle, de Fanternet a una cuquísima edición impresa

Se dice mucho que por amor se hacen grandes tonterías, lo que no podíamos prever era cuán grandes podían llegar a ser. Si hay un límite, un techo, a las locuras cometidas por amor… la heroína de la última obra de Laurielle debe haberlo roto, la muy burra. Y es que Nada del Otro Mundo parece tomar ese tópico que tanto nos gusta, el de llegar a morir por amor… para responder a la pregunta que jamás nos habríamos hecho: Ok, ¿y después, qué? Que sí, que a los héroes les queda muy bonito y sacrificado el gesto, ¡pero explícanos cómo funciona eso y de qué sirve! Esto, que podría parecer una idea harto complicada en otras manos, Laurielle lo resuelve con una sencillez apabullante y, sobre todo, mucha cercanía en la edición física de su aventura postmortem, que conforma una especie de Divina Comedia para Dummies.

Dicho todo esto, ¿por qué especificamos “edición física”? Porque Nada del Otro Mundo comenzó, como muchas de las obras de su autora, como un webcómic que la editorial Fandogamia incluía en su catálogo web, en la Línea Fanternet. Y, aunque este continúa disponible en su totalidad en dicha plataforma, el pasado mayo La gran F dio inicio a un exitoso croufando de los suyos para lanzar esta pequeña delicia en formato físico, tangible, para poder hundir la nariz entre sus páginas y oler el rico papel impreso y contar con su presencia en nuestras colecciones comiqueras… y para disfrutar del arte de Laurielle y de sus simpáticos personajes una vez más, que eso siempre está muy bien. Dicho croufando duró hasta finales de junio y dio como resultado un tomito de 112 páginas en blanco y negro entre las que podemos encontrar un epílogo exclusivo y una galería de diseños y arte, además de multitud de aliciantes a quienes participaron en la campaña.

Así, al ya suculento catálogo de lanzamientos de Fandogamia se suma esta aventura por los terrenos que yacen más allá de la vida y la muerte, con una triada de personajes protagonistas y otros tantos de apoyo la mar de inclusivos, todos ellos. La heroína de la historia es Octa, y la conocemos como una de las encargadas de dar la bienvenida a los recién llegados al Inframundo. Octa parece bastante resignada a su sino, sin quejas, hasta que le toca dar la bienvenida… a su ex, Iván. ¡Ouch! Podría parecer que su desagrado venga de una mala ruptura, que de su mosqueo mutuo podamos sacar salseos ricos… pero lo que ocurrió entre ambos es algo más turbio, y es ni más ni menos que la tontería/locura tamaño XXL que daba inicio a esta reseña.

Ante tremendo desaguisado, y viéndose en la situación de tener que aguantar el marrón durante el resto de la eternidad, Octa decide ir a hablar con la jefa del cotarro para pedirle explicaciones y, qué demonios, una solución. Lo decide ella, en singular, pero al hacerlo arrastra con ella al pobre Iván en la misión que Ataegina, Reina del Inframundo, accede a encomendarles a cambio de un nuevo favor: devolver a uno de ellos de vuelta entre los vivos. La misión no parece demasiado complicada, en principio… deberán entregar una pequeña vasija, redondita y tapada, a Epona, Reina de los Vivos y hermana de Ataegina. El contenido les es un misterio, pero poco importa, porque su destino no tiene pérdida, y solo han de caminar en línea recta para llegar hasta su regio punto de entrega.

¿Te imaginas que algo tan de vida o muerte (literalmente) fuera tan sencillo? ¡Claro que no! No tardará en surgir una serie de tribulaciones que prolongarán el tiempo estimado de resolución del encarguillo, y que complicarán cada vez más la llegada a meta del grupo, al que se sumará Aditi, la ninguneada sirvienta de Epona, tercera pata para este singular banco que hará mucho por la trágica ex-pareja en su viaje… aunque sea aligerar su incomodidad y llenar sus estómagos. En compañía de este trío, Laurielle nos invita a atravesar las tierras que separan los Reinos de Vivos y Muertos, y a explorar sus imaginativos paisajes y los personajes que los habitan.

Estos imaginativos mundos fantásticos son un rasgo súper característico de la obra de Laurielle, a.k.a. Alicia Güernes (¿o sería al revés?), la autora barcelonesa que lleva ya años haciendo del mundo del webcómic su hábitat natural. Si ya en 2017 lanzó Por Siempre Jamás, premiada como Mejor Manga Español en la edición de Heroes Manga de aquel año, y nos presentó a una autora llamada Maite que, cual Alicia (la del País de las Maravillas, no Laurielle en este caso), se veía transportada al escenario de fantasía nacido de su propia imaginación, de la mano de dos de los personajes creados por ella misma… un añito después vio también como su célebre webcómic El Vosque, el cual firma junto a Sergio Morán, recibía una edición física que recopilaba, en un tomaco de tapa dura, seis volúmenes de su historia de leyenda sobre un reino regido por diosas y reyes y co-habitado por elfos, hadas y humanos. Si a esto le sumamos su Diccionario de Fantasía, o La mala del Cuento, su otra aclamada obra reciente que se valió de una campaña en Verkami para su preventa, en la que enumera a la ristra de mujeres que protagonizan los cuentos y fábulas más clásicas desde el lado oscuro de sus fuerzas, y las somete a juicio teniendo ella, Laurielle, la última palabra… la autora parece bastante cómoda en territorios desconocidos e irreales, a los que lleva a su terreno introduciendo toques de sí misma, de sus propios gustos. En Nada del Otro Mundo, por ejemplo, cada vez que casi puedas degustar el té del que tanto hablan sus protas, o que reconozcas detalles que te recuerden a tus videojuegos de rol favoritos… piensa en Laurielle, gozándolo finamente, y acertarás.

El otro rasgo que la autora recrea en sus trabajos, tanto argumental como gráficamente, es el costumbrismo más cálido y simpático. No tenemos más que mentar el título al que dedicó ese año funesto que fue el 2020, Diario de estar por casa: Cómics del confinamiento, proyecto con el que dio la vuelta a la tortilla e intentó tomar el control, en la medida de lo posible, de una situación del todo incontrolable en viñetas diarias que, durante 90 días, nos dieron una ración de humor y acercamiento a cómo Laurielle estaba llevando el confinamiento. Este costumbrismo empapa Nada del Otro Mundo en cada expresión y gesto de sus personajes, humanos o no, en sus dejes y sus vicios, y también en la vida tan extrañamente normal que observamos en reinos tan paranormales como el Inframundo, en donde todo quisqui cuenta con smartphones, tablets y tecnologías varias, pese a conservar ese toque rolero que mencionábamos antes.

Este acercamiento afecta también a lo personal, pues cada personaje es aprovechado por la autora para representar personalidades, maneras de ser, de reaccionar y de actuar muy concretas, diferentes y creíbles. Desde la dinámica de las hermanas Ataegina y Epona, la diferencia entre Aditi y el resto de sus compañeros, o la relación cambiante entre Octa e Iván, cada gesto, de cariño o de desdén, es la punta de un iceberg en el que Laurielle no duda en ahondar. El más notable es quizás el último ejemplo, el detonante de todo, el arrojo con el que Octa decide en un abrir y cerrar de ojos por sí misma y por lo demás, jugando con consecuencias de magnitudes, como estás viendo, abismales. Está muy bien actuar por amor a los demás y por aquello que tú piensas que es lo correcto… pero también es recomendable tratar de ser más empáticos y tener a quienes te rodean en consideración, si quieres evitar rencores que te pesen más allá de la muerte… Como moraleja es muy concreta, sí, pero lo fantástico siempre ha servido de inspiración.

Todos estos aspectos de la historia que nos plantea Laurielle hacen que disfrutemos aún más con esta aventura, breve pero intensa. Pero es su arte el que nos termina de enamorar, con sus líneas limpias, su estilo euromanga y sus atractivas caracterizaciones. Cada personaje resulta carismático antes incluso de abrir la boca, con diseños distintivos y originales. Octa e Iván nos dicen mucho de sí mismos a través de sus pintas, Aditi y sus compis pertenecen a una raza con un aspecto que se presta a lo ornamental no sólo con sus atuendos, sino con los tatuajes que marcan su piel. Ataegina y Epona tienen aspectos muy diferentes entre sí, que juegan a hacernos verlas de cierta manera, y el resto de guardianas que conocemos en el trayecto bailan también entre lo fantástico y lo moderno. La edición publicada por Fandogamia cuenta con unas páginas finales en las que, mostrando los bocetos iniciales de los personajes, la autora comenta su proceso y la evolución de estos.

En definitiva, esta edición física de Nada del Otro Mundo es una pequeña delicia para los fans de Laurielle, o para quienes la descubran ahora y queden prendados. Con un diseño super cuqui, cuidado hasta en el interior de sus solapas, papel de alta calidad y manejable tamaño A5 similar al formato ​​waidoban manga (más grande que el habitual tankōbon), Nada del Otro Mundo es una historia de aprendizaje, de evolución emocional y autodescubrimiento, con un tono simpático y amistoso que hará que termines sintiendo a sus personajes amiguísimes tuyos. Es una muestra más de que Laurielle, prolifera como es, no escatima ni en la calidad ni en el cariño que vierte en su obra. Y, como siempre, es una garantía de que ella también seguirá deleitando a su público con su propia constante evolución.

Título: Nada del Otro Mundo

Guión y dibujo: Laurielle (Alicia Güenes)

Edición: Fandogamia Editorial

Formato: Rústica con solapas, 112 páginas en blanco y negro

Precio: 10€