OMAC, el canto del cisne de Jack Kirby en DC Comics

Kirby y los negros futuros

A mediados de 1974 Jack Kirby estaba en estado de retirada. Se le acababa el contrato que había firmado a finales de 1970 con DC, de tres años con posibilidad de renovación por dos más, y que nadie parecía tener interés en ampliar. DC había fichado a Kirby para crear nuevos conceptos sin parar, y el autor había cumplido su parte, pero el tercer término de la ecuación, el público, no había respondido. Al menos no en el proyecto más ambicioso, el Cuarto Mundo cuyas cuatro colecciones habían ido cerrando sin conseguir en aquel momento llegar a los lectores. Si a eso añadimos que le redibujaran las caras de varios personajes, malas relaciones con algunos miembros de la redacción de la editorial que se remontaban a los años cincuenta y que cada vez se le viera más como a un artista de una generación ya superada, su permanencia en DC se hacía complicada. Sin embargo, había un contrato que cumplir hasta el final.

Ese contrato establecía un número de alrededor de 60 páginas mensuales y cada vez que una serie cerraba, Kirby se veía obligado a inventar una nueva. Cuando en 1972 cancelaron, para su desolación, New Gods y Forever People tras 11 números, su reemplazo fueron Demon y Kamandi: The Last Boy on Earth. La primera fue a sugerencia de DC, que estaba viendo que los títulos de terror volvían a vender bastante bien, pero el demonio amarillo, inspirado en una viñeta de El Príncipe Valiente donde el protagonista se disfrazaba de modo parecido, solo duró 16 números. Más suerte tuvo Kamandi, que tuvo continuación más allá de la salida de Kirby de DC, alcanzando 59 números.

Las cancelaciones se sucedían en aquella DC que caminaba con empeño y determinación hacia su futura Implosión. Cada vez que recibía una llamada en su casa de California le decía a Roz, su esposa: “Hemos escapado del barco esclavista [Marvel] para caer en el Titanic”. La cancelación de Demon fue suplida unos meses después por OMAC, donde Kirby volvía a un futuro distinto al de Kamandi pero igual de desolador ya fuera por influencia de la apocalíptica visión futurista de la Ciencia Ficción de la época, de los miedos de la sociedad de los años 70 o de su propia visión desencantada de persona de 57 años.

Siempre visionario Kirby

Si la obvia inspiración de Kamandi era El Planeta de los Simios, película que había maravillado a Kirby en su estreno de 1968, OMAC bebe mucho de la película de 1973 Soylent Green (Cuando el destino nos alcance) y su futuro corporativo, clasista y deshumanizado, aunque su origen último está en una idea que había tenido al final de su etapa en Marvel. De la misma manera que en la Saga del Cuarto Mundo reciclaba posibles ideas de Thor, Kirby le había dado vueltas a presentar un Capitán América del futuro y sí, el origen de este OMAC nos recuerda mucho al de Steve Rogers, pero con un Rogers un poco más patético.

Buddy Blank, cuyo nombre se podría traducir como Juan Nadie, es un oficinista incapaz de relacionarse con el sexo opuesto y que alucina cuando una nueva y guapa compañera es amable con él. Nuestro incel del futuro se emociona tanto que sigue a la chica por el edidicio donde trabajan para descubrir, con horror, que la chica no es tal sino un androide desmontable que está desarrollando la empresa. Ese detalle de las mujeres IKEA cuyo fin es el desagradablemente obvio, servir de “androides de compañía”, se ve rematado por un diseño que siempre he visto perturbador, esa caja de la que salen dos brazos y una cabeza colocada justo entre dos piernas y que Kirby muestra en la portada del número 1. Si su idea era llamar la atención, lo consigue de pleno.

Buddy, al que obviamente hacen mobbing, no es el más espabilado de la clase. Si la empresa donde trabajas se llama Pseudo-Gente S.A.¸¿qué esperabas que fabricara? Cuando Buddy descubre no solo que Lila es una robot sino que está programada para asesinar, es apresado y cuando está a punto de ser asesinado se transforma en OMAC el acrónimo de One Man Army Corps, un Ejército de un Solo Hombre mediante, atentos, “cirugía electrónica, una operación hormonal computerizada realizada por control remoto”. OMAC recibe la ayuda de un satélite en órbita, el Hermano Ojo, que le transforma, le da información y energía y le cura si es necesario.

El segundo número presenta el origen del personaje que, en efecto, es muy similar al del Capitán América, donde un científico llamado Myron Forest es quien da los poderes al canijo Buddy. Justo cuando se lo revela a OMAC, es asesinado por los secuaces de Mr. Big, el dueño de Pseudo-Gente S.A. La presciencia de Kirby hace que retrate a sus villanos no como a los capitalistas de su época, los Rockefeller, Getty y compañía, sino que nos recuerdan más a los Bezos, Musk o Eisenberg de nuestro presente.

Así, mientras que Mr. Big tiene poder para alquilar una gran ciudad llamada Electric City (vale, esto sí suena antiguo) y usarla para tenderle una trampa a OMAC, el Mariscal Kafka es un tirano de opereta (¡cómo le gustaban a Kirby los villanos con trajes militares del siglo XIX!) que preside un país del centro de Europa, llámese Hungría, llámese Polonia. Igual de grotesco resulta Frederick Sparga, pero su plan para intercambiar el cerebro de viejos ricos por el de jóvenes sanos y guapos nos recuerda a las inversiones de Musk y Bezos en su búsqueda de fórmulas contra el envejecimiento. Por su parte el Doctor Skuba ataca directamente el recurso más preciado de todos, el agua, siendo capaz de robarla y comprimirla en bloques. Más interesante es su relación con sus dos malcriados hijos, a los que ve incapaces de heredar los negocios familiares.

El diseño de OMAC no sería el mismo sin esa cresta mohicana que transmite la sensación de marcialidad que rige las acciones del personaje, un rasgo distintivo en soldados de distintas épocas y partes del mundo. Se han encontrado enterramientos de guerreros con cresta en Grecia o Irlanda, sin olvidar los penachos de los yelmos romanos o el look de diversas tribus amerindias. Incluso compañeros de Kirby en el Frente Europeo de la II Guerra Mundial se peinaban así, y quizás esa fuese la inspiración del dibujante.

La personalidad de OMAC es bastante plana y unidireccional. Su objetivo vital es luchar contra esas amenazas corporativas y extranjeras siguiendo las órdenes de una Agencia de Paz Global cuyos agentes visten una máscara que esconde su rostro porque, como insisten machaconamente, la Agencia “representa a todos los países”. Es curioso que escondan su color de piel, pero no su género, como si Kirby no pensara que eso fuese motivo de conflicto en el futuro.

Pero donde más acierta el autor es en la representación emocional del futuro, donde el contacto humano es cada vez más escaso y las empresas facilitan a sus empleados salas donde desahogar su rabia destruyendo objetos o pateando maniquíes o para llorar a moco tendido, al estilo de las instalaciones lúdicas que Google o Apple ponen a disposición de los trabajadores. La propia Agencia provee a OMAC de dos padres “postizos”, una pareja de ancianos que le dicen a OMAC “Nuestras vidas han estado vacías sin un hijo” a lo que OMAC contesta que “la computadora que nos ha unido nos ha etiquetado como compatibles” por lo que da su visto bueno. Los ancianos no vuelven a salir en toda la serie.

Las historias en sí son bastante simples: OMAC es enviado a derrotar al villano de turno y sortea trampas y monstruos hasta detenerle. La grandilocuencia de la acción se ve reforzada por la grandilocuencia de los diálogos. Lo malo es que Kirby escribía grandilocuente hasta pedir un café en un bar y tenía muy pocas herramientas a su disposición: o eran diálogos de machotes pomposos o de damiselas en apuros.

El arte de Kirby es tan espectacular y dinámico como siempre. La única pega es que su entintador habitual, Mike Royer, había decidido tomarse un descanso, ya que el ritmo de quince páginas semanales entintadas ¡y rotuladas! era demasiado para él y DC no quiso atender su petición de entintar solo una de las series de Kirby. Era todo o nada. Su sustituto fue un conocido suyo, D. Bruce Berry, que no fue capaz de darle la contundencia de Royer que volvió para el octavo y último número, siguiendo a Kirby en su vuelta a Marvel.

OMAC después de Kirby

En verano de 1975 Stan Lee aprovechó la convención Marvelcon ’75 para anunciar la vuelta de Jack Kirby a Marvel, siendo el nº 8 de OMAC publicado en diciembre de ese año su último trabajo de esa etapa en DC, un final bastante abrupto que quedaba en un cliffhanger que no llegó a resolverse porque DC cerró la serie inmediatamente. Tan precipitado fue todo que la portada la tuvo que dibujar Joe Kubert. Aunque su Cuarto Mundo se volvería fundamental para el futuro de DC, su única creación que seguía publicándose era Kamandi. OMAC apareció en algunas historias de complemento de esa serie en las que se contaba que era el abuelo de Kamandi y que el Gran Desastre de esa serie sucedía en el futuro de OMAC. El último número de Kamandi, el 59 editado en octubre de 1978, presentaba un nuevo complemento a cargo de Jim Starlin que luego fue publicándose en varios números de la serie DC más exitosa del momento, Warlord.

Salvo un team up con Superman en 1983 a cargo de Len Wein y George Pérez hubo que esperar a 1991 a que John Byrne hiciera un más que estimable Otros Mundos que envolvía a OMAC en una historia de viajes y bucles temporales. Catorce años después OMAC se introdujo en el Universo DC convencional como un ejército de ciborgs creados por Maxwell Lord y el Hermano Ojo como masillas de Crisis Infinita, siendo Hermano Ojo un satélite creado por Batman para monitorizar la actividad metahumana y que le salió rana.

Esta versión de Crisis Infinita dio lugar a algunos personajes, héroes o villanos, de poca trascendencia y el último intento de resucitar a OMAC lo propició New 52, protagonizando una de las primeras 52 series de esta iniciativa a cargo, nada menos, de Dan Didio y Keith Giffen. Esta versión presentaba a un tal Kevin Kho elegido por Hermano Ojo para convertirse en un OMAC bastante brutote que es acosado por varias organizaciones como Checkmate o S.H.A.D.E. un Hulk 2.0. en definitiva. Todos los títulos de los capítulos tenían O.M.A.C. como acrónimo, como One More Amorous Conflict. Sorprendentemente la serie se dejaba leer bien y el dibujo de Giffen traía a Kirby a un mundo de efectos y color computerizados que creo que hubiese encantado al Rey. La serie fue de las primeras en ser canceladas en New 52 con, no podía ser de otra manera, el nº 8. Desde entonces el personaje ha aparecido en series como Justice League International o Suicide Squad.