El Maestro, un repaso a la mayor némesis de Hulk

Bruce Banner fue siempre el más peligroso miembro de la pareja. Al igual que sucede con míster Hyde, tendemos a olvidar que el exuberante y palpable poder físico de Hulk en el universo Marvel nunca se hubiera producido sin su doctor Jekyll particular, un héroe trágico y atormentado.

A comienzos de la década de los noventa, Peter David se encontraba cómodo narrando las aventuras del gigante esmeralda. Si bien Dale Keown había abandonado los lápices de la colección, Gary Frank demostraría estar a la altura para proseguir con una época dorada dentro la devastadora fuerza de la naturaleza verde: una ecléctica mezcla de crítica socio-política, acción, terror y autoparodia.

Con todo, David nunca olvidaría que el alma de Bruce era lo más importante de cuanto estaba en juego. En 1992, un personaje con décadas a sus espaldas desde que Stan Lee y Jack Kirby lo creasen mediante los rayos gamma iba a cruzar el Rubicón de su biografía en la ficción: Futuro Imperfecto.

Bobbi Chase, por aquel entonces editora de Peter David en Marvel, estaba convencido de que Hulk: Future Imperfect albergaba potencial suficiente para salir en formato de prestigio e independiente de la colección regular. Tras barajar nombres de dibujantes como Sam Kieth o el ya citado Dale Keown, una afortunada conjunción de astros permitiría el desembarco en el proyecto de un artista de la talla de George Pérez.

A partir de entonces, Bruce Banner sabría que cuando observamos mucho tiempo al abismo, este nos devuelve la mirada inquisitiva.

Doctor Banner, I presume

Me parecía que Peter había hecho un guion maravilloso que exigía mucho al dibujante. Cuando escribió aquella escena del museo con un Rick Jones anciano que guardaba muchos artefactos Marvel, pensé ‘¿Qué objetos debería poner aquí?’. Como muestran estas declaraciones de George Pérez, extraídas de la completa En primera persona: George Pérez de David Hernando, el entusiasmo se palpaba en el proceso creativo de la distópica realidad que iban a plantear.

Desde que su esposa Carol leyese una de las novelas de David, George Pérez había mirado con simpatía a aquel guionista que estaba llevando al Goliat verde a cotas inexploradas. La llamada de Bobbi Chase fue bien recibida, puesto que acababa de terminar la epopeya El guantelete del infinito. De hecho, si se observan con atención las declaraciones del portorriqueño, da la sensación de que Pérez disfrutó incluso más de la colaboración con David que de la célebre pieza de Jim Starlin con Thanos.

Siguiendo la estela de predecesores hábiles como Bill Mantlo, David había colocado a Bruce Banner en situaciones novedosas que, al fin, parecían hacer que alcanzase sus objetivos. Su mente controlaba al viejo piel verde, su matrimonio con Betty Ross ya era una realidad y lideraba El Panteón, asociación mitológica que le acogía de una manera atípica, puesto que Hulk siempre había sido visto con recelo por la comunidad superheroica.

En una de sus aventuras, el buen doctor Banner se hallará en un desolado pasaje que le resulta inquietantemente familiar, una especie de futuro próximo donde la humanidad, como tantas veces ha coqueteado, se autodestruyó en guerras absurdas. Solamente hay un vestigio de civilización en una ciudad poblada y regida con puño de hierro por una figura imponente que recibe un ominoso apelativo: El Maestro.

De hecho, aunque entonces Bruce no puede saberlo, la resistencia al tirano es la causa de que él esté allí. El dictador de la urbe es tan devastador que un grupo de rebeldes se las ha ingeniado para atraer a Banner para enfrentársele y poder así recuperar la libertad. Ese primer duelo solamente provocará una dolorosa derrota en el plano físico y una amenazante revelación: El Maestro es un Bruce Banner curtido y envejecido; además, mantiene totalmente bajo control el imponente cuerpo fortalecido por los rayos gamma.

Igual que acontecía en el oráculo de Delfos, se trataba de una profecía autocumplida. Ya en Incredible Hulk # 401 se había inquietado al público con una mirada futurista donde se observaba a un desquiciado Hulk con cabellos de plata. De cualquier modo, el resultado final fue incluso superior. El Maestro no inquietaba por su poder o la forma absolutista con la que gobernaba Distopía; en muchos sentidos, el miedo radicaba en que, bajo su prisma, su posición resultaba tan merecida como demérito de la humanidad.

Se trataba de un concepto ya manejad por David, quien se confesaba hastiado de la fórmula “¡Hulk aplasta!”: la raza humana juzga al monstruo estúpido y descerebrado, pero son sus ejércitos y políticos los que cada día crean armas más devastadoras capaces de producir el Apocalipsis. En Futuro Imperfecto, El Maestro ha aguardado su momento, dejando a los demás destrozarse mutuamente y dando el zarpazo definitivo con los supervivientes.

Una vez alcanzada esa posición, ¿iba a renunciar a ella para que esos pigmeos volviesen a desencadenar guerras santas o perseguirle? Lejos de ser una criatura vociferante o megalómana, El Maestro habla a su yo del pasado con la condescendencia de un aventajado profesor al pupilo que se niega a aprender la lección más difícil del libro. “Le mato con amabilidad”, afirma sonriente en su harén particular cuando uno de sus más despreciables consejeros le interrogué sobre por qué no aniquila cuanto antes a esa amenaza.

A nivel de detalle, la miniserie tiene reservado un apartado especial para el museo con trofeos de las figuras heroicas caídas. En un principio, una buena idea de David que Pérez y el colorista Tom Smith llevaron más allá: si observamos con atención, no solamente hay símbolos Marvel, también ocultas alusiones a superhéroes de otras distinguidas compañías.  

Conforme avanzan las páginas, un sudor frío recorre el cuello de Bruce Banner, justo cuando pensaba que había logrado fusionar a Míster Fixit (el Hulk grisáceo y exuberante) con el Hulk parco en palabras y de tono verde, ahora controlados por la poderosa mente de Doc Banner. Cuidado con lo que deseas, habría advertido Oscar Wilde, puesto que El Maestro sería desde entonces un reflejo del espejo donde recordar que es en el ingenio de Bruce donde anidan asimismo sus peores demonios.

Homenajes a piezas como El conde Montecristo se insertan a la perfección a lo largo de una epopeya donde el villano censura al héroe: “Cerraste los ojos a ello. ¡Imagínate lo repugnante que es ver a alguien tan inteligente, pero tan estúpido! ¡E imagínatelo cuando ese alguien eres tú!”.

Pese a toda la devastación, hay cierta tragedia en ese envejecido monstruo que quiere advertir a su versión anterior de que sus amigos le traicionarán y el mundo le dará la espalda. De hecho, la verdadera causa de su caída radica en uno de sus pocos actos de piedad: no haber eliminado a Rick Jones, su compañero de aventuras. Unidos por el mutuo desprecio y el lamento de la amistad perdida, tanto Jones como las cenizas de Betty jugarán su papel en el colorido drama.

Al igual que habían hecho Chris Claremont y John Byrne con Días del futuro pasado, la aventura temporal dejaba un sabor agridulce. Hulk y Bruce vivirían para ver otro amanecer, pero el fantasma de El Maestro aguardaría siempre en un rincón especial de su mente, el recordatorio de que, quizás, algún día esa distopía se cumpliría. En palabras del propio Peter David:

Aunque El Maestro sea malvado … en el fondo sigue siendo Bruce Banner, y creo que la gente encuentra eso curioso. Cuando estaba comenzando mi etapa inicial, llegué a la conclusión de que, puesto que Bruce Banner había sufrido abusos en su infancia, era alguien que padecía un desorden de personalidad múltiple. La explosión gamma no creó un problema, sino que exacerbó el que ya existía: este tipo tiene el potencial para convertirse en una nueva versión de su padre.

Cenizas gamma

El recuerdo de aquella experiencia quedaría palpable como uno de los hitos de la odisea de Hulk en la Casa de las Ideas. Si bien El Maestro fue mandado al pasado para perecer justo en el instante de la creación de Hulk, el poder de su recuerdo y la curiosidad de Bruce Banner, cual mito de la caja de Pandora, hacían que estuviera latente.

De la mano de un artista tan espectacular como Adam Kubert, David volvería a las andadas en El Increíble Hulk # 460 (enero de 1998). Profundizando en la psicología de Banner, pareciera que los huesos de El Maestro podrán reconstruirse mientras permanezca en sus sueños y pesadillas.

Una de las obsesiones del escritor es reflejar la terrible impronta que el padre maltratador de Bruce dejó en él, una de las fuentes que hacen a su malvado yo-futuro tan poderoso, cual pensamiento intrusivo que la mente de Bruce no es capaz de dejar a su aire, combatiéndolo siempre y haciéndolo más fuerte. La muerte del tirano de Distopía no significa nada, puesto que emergerá cada vez que él pierda el control.

De un cuerpo putrefacto, Kubert anticipa la noticia de que el malvado volverá a pisar los tronos enjoyados de la Tierra, preparado para ponerla a su servicio. La fuerte atracción que cualquiera de las encarnaciones de Bruce siente por el desierto donde sus átomos se transformaron para siempre.

Acompañado para la ocasión por el arte de David Brewer, Peter David lleva a una curiosa mezcla: con toda la fantasía que hay a su alrededor, el microcosmos de Bruce Banner suele nutrirse de la ciencia ficción, una oda a las tecnologías y los riesgos que implican sus avances. No obstante, ahora va a alternar esos elementos con la mitología asgardiana, con El Maestro luchando por llevar su maltrecho cuerpo a El Destructor, una de las armaduras más devastadoras concebidas por Odín, Padre de Todos.

Abominations mostró a finales de la década de los noventa que, tal vez, incluso era posible que existiera alguna descendencia en su infame linaje, aunque dejando cierta ambigüedad. A fin de cuentas, solamente a uno le llamarían maestro.

Carta de amor a la villanía

Secret Wars es un título que hace agudizar el oído de la persona aficionada a la Casa de las Ideas. Jim Shooter, venta de juguetes y omnipotencia son palabras que acuden rápido a la mente. Pero hay mucho más. Por ejemplo, la utilización de ese concepto a cargo de Jonathan Hickman para hacer una verdadera oda a Víctor von Muerte, incluyendo elementos con resonancia a Canción de Hielo y fuego: Mundo de Batalla.

Corría el año 2015 y la trama cósmica, obviamente, afectó en mayor o menor medida a distintas colecciones. Equipos artísticos intentaron explorar en esa nueva realidad planteada por el buen doctor. Resulta fascinante pensar que ese marco de carta de amor al villano más importante de Marvel permitiera a Peter David reencontrarse con El Maestro.

Acompañado de Greg Land, David recuperó esos páramos desolados y regidos con puño de hierro por ese Bruce Banner encallecido, tornado en un señor feudal del monarca Muerte. Claro que, igual que acontecía en los tiempos medievales, el poderoso vasallo alberga ideas propias que no incluyen seguir mucho tiempo subordinado al latveriano.

Los cinco números dentro de Warzones! resultan bastante curiosos a nivel de detalles, especialmente divertidos en cuanto a que Peter David incluye, como bien ha advertido Julián M. Clemente, algunos de los fetichismos de El Maestro entre sus concubinas: emulaciones a Shanna la Diablesa o Sue Storm, entre otras. En cuanto a inconveniencias, tal vez una trama que se alarga más de lo preciso para lo que quiere contar.

David realiza bastantes travesuras argumentales, como un combate con La Cosa que, en realidad, no es Ben Grimm, sino un viejo adversario de sus días como el humano Bruce Banner. También se va sembrando el territorio para una épica confrontación ante un Doctor Muerte elevado al nivel de deidad, aunque, como en el anterior caso, existirá un fuerte asterisco que provocará que el breve cruce entre los dos formidables villanos no sea tal.

Sin embargo, el mero hecho de tenerle de vuelta permitía volver a colocar su imponente figura en el escaparate. Ed Brisson se mostró tan entusiasmado por la posibilidad de insertarlo en la cabecera Old Man Logan que brindó algunas reflexiones dignas de mención sobre nuestro protagonista: Lo hemos estado posicionando para que sea casi como un líder de culto, con un grupo de Hulks como sus seguidores.

Efectivamente, el guionista le usó como el carismático líder de una banda de fieras criaturas gamma dispuestas a complicarle las cosas mucho a un crepuscular Logan. ¡Cuánto había llovido desde aquella cubierta en noviembre de 1974 a cargo de Herb Trimpe! Diseñado por John Romita, un arisco y bisoño Lobezno se lanzaba sin contemplaciones a por Hulk.

Para la ocasión que nos ocupa, Brisson tuvo la fortuna de disponer de Mike Deodato Junior, excelente narrando y colosal en las acciones de lucha, convirtiendo “Días de Furia” en un oasis que da muchas satisfacciones a los verdaderos creyentes Marvel. Brisson logra combinar el punto alfa que El Maestro se exige a sí mismo para mantener firme a su manada gamma, pero sin obviar que sus planes de destrucción son tan despreciables como inteligentes en su ejecución.

Sin duda, Los Baldíos habrían sido un buen hogar para sembrar raíces de no haber sido por aquellas entrometidas garras.

But I Digress

Recientemente, el magnífico especial de la revista Dolmen Todo sobre Peter David incluía una entrevista al escritor donde admitía que dos de sus creaciones predilectas son Miguel O’Hara y, por supuesto, El Maestro. Coincidiendo con la exposición de las nuevas Secret Wars, David se permitió juntarlos a ambos en Spider-Man 2099 vol. 2 #9, a través de una explosiva portada con el viejo Bruce Banner agarrando con insultante facilidad la cabeza del arácnido.

La aventura de dos números incluye creaciones tan queridas como la máquina del tiempo creada por el Doctor Muerte, fabulosa invención de los días de Stan Lee y Jack Kirby. Un mar de paradojas que permite a David mostrar una de las líneas de investigación de esta formidable presencia: los mundos alternativos y posibles nuevas ubicaciones para extender su autoridad.

Pese a que sus firmes manos de jade son un cautiverio poco halagüeño, el Spiderman del futuro comprobará lo maquiavélica y astuta que puede ser una criatura cuyo firme propósito es seguir sometiendo a otras realidades.

Un reflejo de lo complejo que resulta trabajar con el señor de esta distopía es que él no recuerda el nuevo uniforme de Spidey, pero O’Hara sí que rememora el daño que le hizo aquella mole en Exiliados # 80 (mayo de 2006), ejemplar donde el pintoresco supergrupo pudo comprobar las bondades de Futuro Imperfecto en sus propios huesos.

En aquella ocasión, Tony Bedard se atrevió a coger el toro por los cuernos, abordando a un personaje profundamente asociado a Peter David a nivel argumental. Paul Pelletier ilustra algunos momentos históricos como el enfrentamiento entre el tirano y John Eisenhart, más conocido como Hulk 2099. Siempre interesado en criaturas con piel verde, parecería que, en esta ocasión, El Maestro no quedó complacido de sus huéspedes: Marcharos de mi casa y rezad para que no volvamos a encontrarnos.

Cerrando las puertas de Jano

Era cuestión de tiempo. Tras el cortejo de Warzones!, Peter David había recuperado el entusiasmo por una de sus obras maestras. En esta ocasión, Marvel anunció que el guionista iba a ahondar en los motivos que llevaron a Bruce Banner a convertirse en un despiadado y absoluto monarca:

No tenía idea de que cuando creé el Maestro por primera vez Futuro imperfecto, que tendría el tipo de popularidad y poder de permanencia que tiene ahora. Hasta ahora, solo he podido aludir a sus orígenes, por lo que estaba encantado de tener la oportunidad de explorarlos. en esta serie.

Algunas exploraciones en las motivaciones del elenco de secundarios se muestran más que certeras. Hércules, una de las pocas fuerzas capaz de derrotarle en el plano físico, terminará siendo víctima de uno de sus principales defectos, ya presente en la mitología clásica griega: excesivo apego por la fiesta, la belleza y cierta ingenuidad ante las intenciones de un antiguo amigo.

A través de Rick Jones, David insiste en una de sus ideas clave: Bruce está abocado a una personalidad múltiple, una de ellas orientada a convertirse en una versión extrema de su padre maltratador. Tal vez en esa atractiva idea, el hábil guionista incurra en una excesiva simplificación. Puede que juegue en nuestra contra conocer los acontecimientos futuros, pero las viñetas transmiten una sensación incómoda entre Rick y el doctor Banner desde el principio, incluso cuando no tienen ningún motivo para ello.

Apenas atisbado un poco de euforia por el reencuentro, pronto ambos hombres entran en una fuerte discusión donde Rick acusa a su camarada de estar comprando los postulados del Doctor Muerte. Sin rubor, un Hulk rescatado para la causa afirma que la némesis de Los Cuatro Fantásticos llevaba razón. ¿Por qué alguien tan astuto iba a revelar sus cartas desde el primer momento?

Asimismo, ante su nueva familia, Jones regala análisis despiadados de la psique de Banner. La Historia está repleta de personas que sufrieron terribles abusos en su infancia y lograron sobreponerse a los mismos con gran perseverancia. David cada vez parece convencido de que los primeros años de Banner no le van a permitir ninguna segunda oportunidad. Con ello no pretendemos criticar que el escritor no quiera una historia feliz, sino que los propios protagonistas de la sinfonía acepten sin más los pasos que deben dar para llegar a Futuro Imperfecto.

En la obra original de Pérez y David, incluso en las peores circunstancias se trasluce el fuerte vínculo que comparten Rick y Bruce desde aquel heroico acto en el desierto a cargo del segundo. La preponderancia en esta trama de orígenes muestra al dueto casi autoconsciente de que van a terminar matándose, lo cual resta dolor al hecho. No puede olvidarse que, pese a la perplejidad de sus nietos, un casi senil Jones insistía en que solamente un Banner joven podía pedirse a aquel yo-futuro implacable.

Puede que sean cartas que el habilidoso creador de El Maestro haya guardado para Maestro: War & Pax, en compañía de un dibujante tan espectacular como Javier Pina. Sin querer jugar a ser abogados del diablo, podríamos seguir, citando al propio David, que hay derecho a réplica en El Maestro:

Lo veo en tus ojos, Hulk. Te repugna el mundo que he creado, porque no has vivido el siglo que te traerá hasta mi situación. No puedes saber lo que es. Desde siempre, los humanos alardeaban de su superioridad moral sobre mí. Yo era el monstruo. Pero a la hora de la verdad, ellos fueron los que provocaron la destrucción. ¿Yo un monstruo? Ni siquiera estaba a su altura.

Más que en sus poderosos puños o las asombrosas armas hurtadas de las tumbas heroicas, es en esas hirientes palabras anida el verdadero terror que emana de El Maestro. Guerra y paz. Un recordatorio de que las puertas en el templo de Jano del doctor Banner siempre permanecerán abiertas.