La Mentira por Delante, el afilado acercamiento de Lorenzo Montatore a Francisco Umbral

Es muy fácil sentir una atracción casi inmediata hacia aquellas figuras que desafían y cuestionan el mundo en el que le han tocado habitar. Especialmente cuando se sabe poco o nada de ellas. Es ahí cuando la realidad y la ficción no se distingue. Ni mucho menos cuando esa figura es la que ha alimentado conscientemente esa leyenda que les rodea.

Francisco Umbral es uno de los escritores más peculiares que ha dado la literatura del pasado siglo. Y es alguien que ha tenido un manejo de la letra más viva, creativa y apasionada. Es un retratista de su tiempo, pero haciéndolo desde una peculiarísima manera de entender el mundo. Eso lo convirtió en alguien polémico para la opinión pública. Pero eso es algo que, a él, en apariencia, nunca pareció importarle. Solo le importaba vivir experiencias y escribir sobre ello.  

Es producto de su época y su entorno ha influenciado profundamente tanto a su personalidad como a su obra. Es imposible disociarlo de su crecimiento en la gris Valladolid de su infancia, del impacto que ha tenido el acudir a Madrid y a los entornos culturales del café Gijón viniendo de provincias o cómo le influyó la idea de libertad surgida de ese periodo histórico.

Pero lo que se sabe con certeza de él es superficial. Siempre prefirió que su obra hablase por él y no será porque no tuviera carisma o él no supiese expresarse como pocos. Pero lo cierto es que tratar de establecer una biografía convencional para una ser que era de todo menos eso, sería un suicidio. Eso es algo que Lorenzo Montatore tuvo que tener claro a la hora de acometer esta empresa quijotesca.

El autor madrileño ha conseguido con La Mentira Por Delante trazar una historia no lineal que reflexiona acerca de su trayectoria vital y existencial, además de analizar su encaje en la literatura española. Eso pasa por analizar su relación con sus referentes, precedentes y la huella que ha dejado en todos los escritores que han venido después.

Esta obra opta, acertadamente, por seguir una estructura de breves episodios breves expuestos de forma no lineal que conforman un mosaico. En él se exponen distintos momentos de la vida de Umbral, reales, imaginarios, posibles o improbables. Todo se pone en el mismo valor y da igual lo que sucedió o no. Puesto que lo verdaderamente trascendental es desnudar al dandi. De alguna manera, salvando las distancias, se asemeja a las intenciones de Andy. Una fábula real: La vida y la época de Andy Warhol. Aunque tienen lo mismo que ver con la Nueva York y la Madrid de esas épocas.

Mientras que el excelente documental (que casi coincide con este cómic) Anatomía de un Dandy permitía conocer a Umbral a través de los ojos de los otros, aquí se opta por emplear una primera persona en la que es su punto de vista el que nos permite acceder a su carácter. Es una completa y desfragmentada introspección en la que hay una clara apreciación a la anécdota, a los momentos sencillos en los que se muestra la verdad.

Como en la vida, hay momentos de distintos tonos y esta obra logra encapsular todo esto. Más allá de la figura, la psicología y el retrato sentimental es lo se prioriza. Eso significa que es una obra que sacará distintas emociones, tiene un ritmo endiablado y una sencillez densa. Probablemente ese sea el gran mérito: el conseguir hacer cercano a alguien extraordinariamente laberíntico. 

El cómic español se encuentra en una verdadera edad dorada de talento. Hay una efervescencia que lo ha convertido en un referente internacional. Se tiende a dar por hecho y no se suele parar un momento a pensar en el periodo dulce en el que este sector cultural está sumergido. No hay más que observar el aluvión de obras de calidad que se publican año tras año por voces tan dispares, pero de un nivel excelso. Y lo que hace aquí Montatore es una completa barbaridad que refuerza ese sentimiento de celebración. Y lo hace con una reivindicación de la cultura propia a través de un acercamiento a uno de sus máximos y más ocultos representantes. El verdadero motivo de orgullo territorial es este: el compartir país con genios que han cambiado el mundo por hacerlo más bello. Y eso es aquello de lo que parece haber querido hablar. Somos producto de nuestro contexto, pero está el deber de hacer algo con ello.

El estilo que aquí exhibe Montatore tiene una fuerza más que palpable. Por su propia estructura, le permite experimentar y probar distintos recursos de toda índole. Exprime el lenguaje hasta llevarlo al límite y mantiene una frescura estética en la que cada página sorprende por sus composiciones, planificaciones y ritmo. Traducir visualmente algo tan eminentemente literario como son las obras de Umbral era algo muy complicado y se ha hecho de la mejor manera posible.

Esta obra es un portento que pone a este autor como alguien verdaderamente visible que logra mantener una unidad, cuando lo fácil hubiese sido que, con tantas variaciones, quedase un trabajo titubeante y diluido. Además, cualquier decisión que se ha tomado responde a motivos dramáticos, lejos de cualquier artificio innecesario. Todo un artista al que conviene estar atento.

La Mentira por Delante es uno de esos embustes que hacen que el mundo sea más llevadero. Un retrato que no es un retrato. Unas memorias que no están escritas por la persona recordando. Un homenaje que no es autocomplaciente. Una manera de conocer a una de las figuras más controvertidas de la cultura. Un sentido tratado en el que no importa la verdad o no de lo que aconteció. Un ejercicio metalingüístico complejo que busca exponer a alguien esquivo. Una manera de encontrar ternura hasta en los lugares más crudos. Una rosa que no morirá ni mucho menos se olvidará.

Por lo poco que conozco a Umbral, probablemente, esté lanzando una mirada de satisfacción. Aunque dudo mucho que fuera a reconocerlo.

Seamos un poco más dandis. El mundo, por fuerza, será un hueco más habitable.