Fandogamia sigue nutriendo su Línea Infinite a base de títulos provenientes del sello Boom! Studios, y su último fichaje veraniego de cara al próximo curso baloncestístico, The Avant-Guards, no sólo continúa la racha, sino que aúna dos características muy populares reinantes en el catálogo de la editorial americana. Por una parte, tenemos el mundo deportivo como telón de fondo, algo ya presente en títulos como Dodge City y Fence. Por otro lado, tenemos una maravillosa girl gang como protagonistas de la historia, como ya pudimos disfrutar también en Lumberjanes, Misfit City, la fantástica Giant Days (también publicada por la gran Efe), Goldie Vance y Heavy Vinyl, obra con la que Fandogamia ya nos refrescó el verano pasado y que os recomendamos en esta reseña… con cierto teen spirit noventero.
Volviendo al equipo de cracks que nos ocupa, The Avant-Guards reúne además un equipo creativo de autores repetidores en títulos de Boom! Studios para dar un nuevo y original enfoque a una aventura que suena a las suelas de las zapatillas contra el parquet, al balón botando y apenas rozando la red de la canasta, a vítores que llenan la cancha con su eco… y a las amistades, amores y desamores vividos fuera de la misma. Carly Usdin, escritora y directora de comedia (suyo es el film de 2016 Suicide Kale) firma los guiones como ya hiciera en Heavy Vinyl, donde ya coincidió también con la colorista Rebecca Nalty. Cierra el dream team el artista Noah Hayes, que ilustró con anterioridad Goldie Vance.
The Avant-Guards nos lleva al campus de la Universidad Georgia O’Keeffe de Artes y Actuación, una institución femenina nombrada en honor a la artista Georgia O’Keeffe y dedicada a las artes interpretativas… como podemos apreciar en los diferentes clubes que se disponen a atraer la atención de nuevas estudiantes recién llegadas. La novata a la que acompañamos es Charlie Bravo, una joven estudiante que llega transferida de otra uni, aparentemente pasota y nada impresionada por lo que la rodea. Y es que, con su chaqueta verde militar y su collar de chapas de soldado… está de vuelta con las bromitas que suelen inspirar su nombre. La cosa cambia cuando se da de bruces con un balón de baloncesto al que sigue su encuentro con Olivia Bates, la efervescente capitana de un equipo de básquet incompleto, una propuesta algo difícil en una escuela artística y no tan interesada en los deportes.
Así, la nueva meta de Liv será cerrar su equipo con el fichaje estelar de Charlie. No se puede imaginar los motivos que impulsan a su elusiva nueva estrella a responder con negativas una y otra vez, motivos que quizás vayan más allá de esa imagen de loba solitaria que proyecta la chica nueva. Pero poco importa a Liv lo que cueste convencerla, ya que cuenta con la ayuda de sus compañeras de equipo. ¡Y qué equipo! Tenemos a la enormemente fabulosa Ashley, la esotérica brujilla Tiffany, Nicole como “tu cínica de confianza”, y a Jay, tan tímide como adorable. Diversidad es la palabra clave en este grupo de majérrimas, diversidad en personalidades, gustos y voces, pero también en diseños, en tipos de físicos, haciendo a cada una de ellas única, llamativa e inconfundible como ella sola.
Vieja como el sol que nos da calor es la historia del alumno nuevo y taciturno al que hay que convencer, con el poder de la amistad, para brillar con luz propia en el equipo deportivo local y ganar la liga universitaria de turno, y es cierto que esta es la premisa inicial de la que parte Usdin en su guion para, a partir de ahí, elaborar un estudio sencillo pero profundo de sus personajes, y de las relaciones que surgen entre sí. Apunta, por tanto, más que al deporte en sí como protagonista, a valerse del mismo como telón de fondo en su escenario, como medio cultural en el que mezclar a sus personajes. El equipo es importante, sí, y también lo es para las chicas lograr entrar en esa nueva liga. Pero más importante es comprobar si el pasado de Charlie seguirá haciendo sombra a su presente, descubrir detalles de la vida amorosa de Olivia que contrastan con su personalidad burbujeante y, quizás, colgar del cuello de ambas la medalla del amor, como diría aquel.
Durante el anuncio del proyecto, allá por 2019, la guionista comentaba: “Empecé a jugar al baloncesto en el instituto y, aún a día de hoy, sigo jugando como adulta. Ha sido una constante que adoro en mi vida y quería rendirle homenaje con este título. La idea de una serie simpática y pura sobre la amistad, el trabajo en equipo y la perseverancia es algo que me apetece mucho en este punto de mi vida”. Usdin deja claro su amor por el básquet, pero la auténtica canasta limpia la marca al retratar la manera que tiene cada una de sus protagonistas de acercarse a las demás, de iniciar contacto con alguien nuevo y muy diferente a sí mismas, el entusiasmo, la timidez, y la chispa final.
Los diálogos orquestrados por Usdin resultan la mar de simpáticos y genuinos, pero lo son aún más ilustrados por el expresivo y encantador arte de Noah Hayes. Las comparaciones son odiosas, lo sabemos, pero su estética recuerda tanto a la dirección artística de la fantástica serie de los Y2K La familia Proud, con esos diseños de trazo tan exagerado y carismático, que (al menos personalmente) durante la lectura nos invadió una ola de nostalgia al sentirnos en un universo paralelo a aquel. Sus diseños para cada personaje derrochan personalidad, vida. No es casualidad la comparación anterior, por momentos parecen casi animados.
“Prepararme para The Avant-Guards ha sido una pasada. Carly ha creado un elenco de personajes tan maravilloso que han sido divertidísimas de diseñar. Espero que quienes nos lean disfruten su viaje y las encuentren tan encantadoras y memorables como yo”, decía el dibujante al presentar el título. Las ilustraciones de Hayes y sus caracterizaciones del equipo titular cobran vida con la dulce y vibrante paleta de colores empleada por Rebecca Nalty, que crea una atmósfera evocadora, llena de morados y rosas, naranjas y verdes, con tanta suavidad o energía como requiera a cada momento nuestro equipo de jugonas.
Quizás acudamos al título con ganas de ver a las Avant-Guards hacer su magia en la cancha, pero su verdadero encanto reside en reunir en torno a un personaje retraído como Charlie una familia recién hallada en el lugar y momento más inesperado, que la animarán a encontrarse, a recuperar aquello que se había prohibido a sí misma, a derrumbar fachadas y dejar que sus nuevas amigas se acerquen a ella. Todas ellas son increíblemente simpáticas (cero estopa mix en sus partidos, siempre amistosos), pero resultan cercanas en sus interacciones con la recién llegada prota. “Lo que más me gusta de ellas es lo únicas que son, cada una tiene sus propias manías, gestos e intereses que se materializaron rápidamente ante mis ojos”, decía Hayes. “Debería saber mejor que nadie que son sólo dibujos, pero en parte siento que cualquiera de ellas podría ser amiga mía”.
La edición de Fandogamia cuenta con la traducción de Liza Pluijter y recopila, en un tomo de 112 páginas, los cuatro primeros números de esta serie, por lo que cabe esperar la continuación de la temporada deportiva de estas cracks mundiales. También incluye las portadas de cada número realizadas por Hayes, y diferentes variant covers a cargo de artistas como Siobhan Keenan, Veronica Fish o Cara McGee. Para cualquiera que disfrute del baloncesto, del contexto deportivo, e incluso si no tienes ni idea de ese mundillo. Para cualquiera que busque una pizca de drama romántico juvenil, un elenco diferente, voces diversas a más no poder. Para cualquiera que quiera pasar un buen rato y conocer a una panda de buenas amigas, más allá de los sudores de los entrenamientos o del sonido final de la bocina… Usdin, Hayes y Nalty han dado con el equilibrio perfecto para crear una historia agradable, emotiva y apta para todos los públicos.
Título: The Avant-Guards |
Guión: Carly Usdin |
Dibujo: Noah Hayes |
Color: Rebecca Nalty |
Edición Nacional: Fandogamia |
Edición Original: Boom! Studios |
Formato: Paperback, 112 páginas a color |
Precio: 10€ |