Maestro del terror, el cómic de terror metalingüístico de Manuel M. Vidal y de Josep Busquet que acorrala a los farsantes

¿Cuánto se estaría dispuesto a realizar por el éxito? Dependiendo de la respuesta que se le dé a esa pregunta, se puede deducir la catadura moral de ese individuo. Pocas cosas son más codiciadas que ser la élite de la profesión, pero también más exclusivas e inalcanzables por la mayoría. Precisamente, esa es la fuerza de su seducción. Y ahí está la entereza de saber cuándo las cosas son o no justas.

Todo eso debió de haber pasado por la cabeza de los creadores de este cómic. Y es que lo que aquí se cuenta es la historia de un escritor que ha tomado un atajo tomando lo que no es suyo y las consecuencias de ello. Un aspirante a escritor de novelas de terror que colecciona fracasos consigue un extraño libro publicado por una editorial que, en apariencia, es inexistente. Oportunistamente, transcribe palabra por palabra esa novela y logra publicarla atribuyéndose la autoría. Y en el momento en el que encuentra la ubicación de la misteriosa editorial es cuando arranca la historia.

El guion de Josep Busquet destaca por la concisión de la historia. En sus páginas está muy claro lo que quiere contar y cómo va a hacerlo. Va al grano con un ritmo considerablemente ágil. Es un guion bastante sólido y, a pesar de que hubiese sido tentador perderse en piruetas metalingüísticas, lo cierto es que demuestra cierta madurez a la hora de saber centrarse en algo tan específico.

El escritor, tiene una dilatadísima trayectoria dentro del cómic y ello es una garantía. Eso es así porque se puede apreciar cierta sensibilidad para contar una historia que solo habría tenido cabida en el cómic. O, por lo menos, no se podría haber hecho de la misma manera en otro medio. También es interesante el hecho de que sea dibujante, puesto que contribuye a un entendimiento más orgánico entre las distintas partes del proceso. 

Temas como el síndrome del impostor, el alto coste de ser un farsante, el éxito, el proceso creativo o, incluso, los conflictos generacionales están en el negro corazón de esta obra. Por un lado, se cuenta la personal historia de sus protagonistas y, por otro, se ha buscado narrar todo lo que está detrás de la editorial. Y, por supuesto, logrando que ambas cosas sean igual de interesantes.

Ahora bien, este trabajo peca de dejar una sensación de tener un potencial ligeramente desaprovechado. Esta historia demandaba un acercamiento más experimental tanto en la forma de contar la historia como en la creación estética. A pesar de que se construye todo de forma notable, la atmósfera queda algo resentida en el momento en el que se aprecian las cosas con cierta distancia. Y eso puede llegar a ser problemático.

Ahora bien, no es nada particularmente grave y no hay que juzgar un trabajo por lo que podría ser si no por lo que es. Y lo que es, es un cómic satisfactorio, de lectura rápida, con una mitología propia construida eficazmente y que plantea una serie de cuestiones creativas polémicas y abiertas al debate. Y esas parecieron ser las pretensiones de los autores.

Al final, este es un cómic de terror y su objetivo no debería ser otro que el de crear una atmósfera malsana. Y eso se logra con creces en este proyecto. Teniendo tintes surrealistas, abraza un terror más psicológico, a pesar de que tenga explosiones de violencia y una manera física y plástica de alterar al lector. Acepta algunos riesgos y es difícilmente catalogable en un único subgénero, lo cual siempre es positivo. 

El arte de Manuel M. Vidal para esta obra tiene un estilo cartoon, lo que le da un valor puramente ficcional a lo planteado. No parece haber buscado un realismo en los personajes, si no otorgarles de una expresividad y una personalidad propias. A su vez, consigue plasmar esa sensación de atmósfera densa, oscura y peligrosa durante buena parte de las páginas que componen esta obra.

Resulta curioso, porque no parecía un autor cuyo trabajo pudiera encajar en el género. Pero consigue ejecutar la obra de una forma que termina siendo algo distinto a lo que se suele esperar de un dibujante de terror. Sus diseños más oscuros de los personajes son perturbadores y el hecho de que parezcan como salido de los dibujos animados, les da un plus de aterradores.

El color sigue una línea naturalista, atreviéndose a romper con ella cuando el lector se adentra en el segundo acto. De forma progresiva lo negro va ganando terreno a medida que avanza la intensidad dramática. Es un trabajo competente y toma las decisiones adecuadas, a pesar de que no termina de resultar innovador. 

La cuidada edición de Grafito Editorial incluye una breve historia extra que contribuye a dar nuevas capas de lectura a esta obra.  Es una despedida que deja un buen regusto.

Maestro del Terror es una nueva y estimable propuesta del efervescente terror español. Un cómic que, además, trata una serie de temas inusuales dentro de la ficción. Puede ser entendido como un ejercicio de desnudez y honestidad por parte de sus autores que siempre es de agradecer. O como una manera de sacar el desprecio a la picaresca. Pero también un concepto interesante para un género que, cuanto más manido parece, más requiebros da para seguir sorprendiendo.

Título: Maestro del Terror
Guion: Josep Busquet
Dibujo y color: Manuel M. Vidal
Edición Nacional y original: Grafito Editorial
Formato: Tomo rústica con solapas de 88 páginas a color
Precio: 16 €