Palabra de editor 31 – El precio justo

Palabra de Editor es la columna de opinión de Pedro F. Medina (@Studio_Kat), Editor Jefe, responsable de licencias y redes sociales de Fandogamia (@Fandogamia) y periodista con una faceta nada oculta de showman en los eventos de cómic y manga.

¡Esta edición de manga, con unas sobrecubiertas de 180 gramos, impresión en cuatricomía y acabado mate, es una muestra de cómo se publica en España en estos momentos! La acompañan una tripa de 188 páginas en offset de 90 gramos con tapas de 300 gramos, en formato C6 a una sola tinta, rotuladas y revisadas en dos semanas. Su traducción, cargada de juegos de palabras, le aporta el toque de calidad que hará de su lectura una delicia para los paladares exigentes. ¡Esta licencia será para quien más se aproxime, pero sin pasarse, a su precio justo!

Venga, ¿quién se la juega? Estoy hablando de una tirada 1200 ejemplares de HISTORIAS ABSURDAS. Lo vendemos a ocho euros. ¿A cuánto ha salido la unidad entre imprenta, traducción y licencia (archivos y adelanto de royalties)?

La respuesta es 2’65€ por ejemplar.

¿Sabíais que GIANT DAYS, cómic americano de 112 páginas a color, formato paperback 26×17 y papel de 125 gramos estucado mate, tiene un coste final por unidad de 2’80€ para una tirada idéntica? Y lo vendemos a 10 euros. ¡Las opiniones que leo por ahí suelen coincidir en que es muy barato! Un volumen de estas características se vendería por doce o quince euros sin mojarnos demasiado. En manga, sin embargo, ese precio tiene otra consideración más peyorativa. Para rematar el aporte de datos, hay un coste adicional que no hemos tenido en cuenta y que es crucial en nuestro caso, porque somos nuestros propios packagers y todo el trabajo de producción es interno: los tiempos de edición de un manga no son los mismos que los de un volumen americano, ni tampoco (¡válgame!) los de una obra nacional. En el lapso que trabajamos un tomo manga podríamos lanzar dos otros cómics cualesquiera. Haríamos más caja (si se vende mucho o todo, claro, que esa es LA CLAVE de esto) publicando más libros de otras procedencias en el tiempo que tenemos disponible. Pero claro, lo que decía de LA CLAVE de manera tan rimbombante, es que Japón tiene un tirón muy gordo.

El canto de sirena de la edición de manga en España han sido siempre las cifras de venta. Dicen que se vende un montón, a mí no me miréis que de series largas no tengo números certeros, pero las librerías parece que confirman ese dato. Una de mis distribuidoras no para de echarme en cara que por qué no saco más mangas, como esa otra editorial que tú-ya-sabes que lo ha petado tantísimo (por favor, distribuidora, no me lo restriegues más por la cara, gracias). El dato está ahí: hay una barbaridad de editoriales que han nacido recientemente con dedicación exclusiva al manga (Kodai, Fujur, Kitsune, Odaiba, Sekai), que publicaban licencias de otros sitios pero han abierto línea japonesa (Arechi, Hidra), que han venido de fuera a vendernos sus euromangas (Shockdom) o incluso que han variado por completo el rumbo que llevaban y se han volcado al 100% en este género (Babylon). Hace 25 columnas ya comentaba que hay tanto manga en el mercado que cuesta que sea rentable, pero cada casa se ha labrado sus estrategias de supervivencia que hacen que al final, con el imprescindible apoyo económico del público, la cosa siga marchando: el que es grande, porque tiene licencias top que interesan de lejos; el que es pequeño, porque se centra en promocionar mucho los pocos títulos que tiene y se dirige a nichos muy concretos a los que convence de la calidad de sus contenidos. El que está en medio (o empieza ahora, pero tiene un porrón de dinero detrás para mantener la llama hasta posicionarse en un rango superior), porque acaba rascando un poco de las dos.

Pero es el mercado, amigo. Si Norma ya aplicó el año pasado su derecho de pernada al subir el PVP de las series en marcha con menos tirón, esta vez Milky Way ha hecho lo propio recientemente con el anuncio de la subida retroactiva de precios en algunos de sus formatos. De un estándar prepandemia de ocho euros por manga nos vamos a acabar plantando en los casi nueve que es, asumidlo, lo razonable. Porque aparte de las calidades premium en las ediciones autóctonas de material asiático a las que estamos tan acostumbrados, las comparaciones en costes/precios respecto a otras licencias internacionales y la subida del IPC, hay otro aspecto que sopesar: la ansiadísima periodicidad y esa necesidad de tenerlo TODO disponible.

He alertado muchas veces de la saturación de las librerías y del ritmo acelerado de la producción editorial, pero no puedo obviar una realidad: es lo que demanda una gran cantidad de lectores. Quieren su dosis regular cada poco tiempo. Cada vez en periodos de espera más cortos, con las pantallas actualizando capítulos de series con pocas horas de diferencia respecto a Japón. Si en USA o en Francia se anuncia una licencia hay quienes corren a pedir la edición en España, amenazando con comprarse la extranjera si tarda demasiado en llegar (mirad algunas reacciones por las siempre moderadas redes sociales (/irony ON), ahora que Planeta ha anunciado HAIKYÛ!!, sobre que si los gabachos ya han podido leerse cuarenta tomos a estas alturas o que si no lo publican de forma mensual no va a haber nadie con paciencia para comprársela). Y remato con las devoluciones de librerías cuando pasan dos meses de un lanzamiento: la rueda dice que tararí, o vas a toda mecha o estás fuera. Mis feels al respecto son los mismos que me vienen cuando leo comentarios ciscándose en la madre de Peneque porque un mangaka se toma una semana de descanso o, peor, enferma y su trabajo queda en hiatus. Ese ritmo se paga. Con salud y con dinero.

Esto mismo también se aplica al resto de profesionales de la cadena de valor del manga en sus versiones internacionales. Si queréis periodicidad, habrá que pagarla. Dos razones: muchos más títulos molestándose entre ellos hacen que al final la cartera cada semana no de para más y se venda menos de cada título que en circunstancias menos apretadas, y quienes los trabajamos hacemos más horas para poder completar las ediciones. A Fandogamia se le echa mucho en cara que nos pasamos por el Arco del Triunfo el ritmo de publicación, y esto es totalmente verdad. Parafraseando al Señor Toro, un jefe de obra que sale en Peppa Pig y que está parando el tráfico para arreglar una cañería: “tardaremos lo que tengamos que tardar”. Vendemos cómics a un precio económico porque sacamos lo que queremos y nos tomamos nuestro tiempo. Aquí no hacemos crunching de ese que dicen los gamers. Si tuviéramos que lanzar cuatro o cinco tebeos al mes ya os anticipo que el PVP de cada uno subiría un 10-20% como poco. Las proclamas capitalistas de “minimizar los riesgos” y “a más inversión de capital más rentabilidad” cobran aquí toda su fuerza, porque esto es un negocio. Productos culturales, sí: pero productos, no lo olvidéis.

Aunque ese coste, que va asociado a ese valor añadido que debería aportar la editorial, me parece a mí que está cayendo en saco roto. Shockdom vende sus tomos más baratos que lo acostumbrado para colarse en nuestras estanterías y siendo consciente de sus limitaciones: un papel alejado del blanco nuclear que es estándar en España, una calidad de impresión menor, un criterio tan válido como cualquier otro y con un precio acorde. Pero ahora mismo hay ediciones de manga con textos justificados de cualquier manera (¡incluso en sobrecubiertas!), fuentes tipográficas horripilantes, interlineados inefables, onomatopeyas del dolor, decisiones de diseño gráfico como poco cuestionables. Y ahí están, vendiendo. A precios estándar, incluso por encima de esa media que al final no es indicativo de nada porque esto es una cuestión de oferta y demanda. Recomendados.

Decidme, ¿ya no se espera rigor a la hora de editar? ¿La temática va por encima de cualquier otra consideración? ¿Es que después del cartoné vamos todos en el mismo capazo? ¿PODEMOS PUBLICAR A LO LOCO, QUE SE VIVE MEJOR? Pues entonces me quito el sombrero y os doy la razón: hemos estado haciendo el tonto. ¡VIVA EL MAL! ¡VIVA EL CAPITAL! ¡Y tú, Rubén, que sé que me estás leyendo, deja de darle vueltas a qué fuente es la más adecuada para la nueva licencia, esa que tú sabes! ¡Comic Sans y palante! ¡Y ya me encargo yo de la traducción, que me he comprado una copia en inglés de Comixology! En dos días se lo pasamos a un becario para que revise y chimpún. SE VAN A CAGAR POR LA PATA ABAJO.