Black Kiss, el polémico cómic erótico de culto de Howard Chaykin

Si uno trata de reflexionar acerca de lo que tiene que ver la sociedad contemporánea con la de los ochenta llega a la conclusión de que se han pasado por muchos significativos cambios. Evidentemente, los movimientos sociales se han hecho oír con mayor efectividad tras más de una década de represión y eso ha contribuido a que se eche el freno y se debatan determinadas cuestiones. Pero también ha traído una serie de consecuencias en relación con la aproximación cultural y personal con el erotismo y lo sexual. En los ochenta estos temas eran algo profundamente controvertido y atentaba contra la moral del público estadounidense. Ahora se debe interpretar de una manera distinta, pero, de algún modo, sigue siendo igual de problemático. Y Black Kiss aparece para echar leña al fuego. Y para subrayar las pequeñas y grandes hipocresías.

Howard Chaykin es de esos a los que les gusta ir allí donde la sociedad ve un tabú para extremar las cosas de tal modo que la consecuencia inevitable es que se pone de relieve la doble moral. De algún modo, siempre ha sido un provocador en el sentido de que le gusta desafiar al estatus quo. Eso es lo que motivó la publicación del primer Black Kiss: el cómic nació en 1988 como respuesta a un nuevo sistema de clasificación por edades de los cómics en el mainstream. El autor lo interpretó como una nueva forma de censura y su reacción se convirtió en un cómic erótico de culto.

En 2013 se publicó una continuación de carácter más introspectivo. En él rompió con todo lo que podría esperarse de una continuación. La historia, por el momento, se cerró con un número especial publicado en 2014. Y ahora Dolmen Editorial publica los dos volúmenes en una edición integral cuidadísima. Dicho especial y otro por publicarse llegarán más adelante también a través de Dolmen. 

El de Jersey con esta propuesta supo dar algo más de lo que se puede esperar del contenido pornográfico. Es un cómic que huele a humo, alcohol y perdición. Es una novela hard boiled muy descarnada y visceral que se atreve a proponer una mezcla de géneros que trasciende la premisa. En esta lectura, por explícita que pueda llegar a ser, hay bastante densidad y una referencialidad que hace que tenga su propio interés narrativo.

Tiene la misma mala baba que se puede esperar de este autor. Su cinismo está en todo su apogeo. Y no parecía tener ninguna restricción de ninguna clase. Chaykin siempre se ha considerado un autor marginal que apela a un público muy nicho y, probablemente, ese sea el motivo por el que se ha permitido escribir todos y cada uno de sus trabajos sin paños calientes. Y, desde luego, es sorprendente encontrar que material de este tipo tenga cabida en el mercado americano.

La transgresión del primer volumen fue más allá de lo temático. De tal modo que fue publicado en un formato poco habitual y con una estética arisca, alejada del embellecimiento al que suele tender el erotismo. Es toda una rara avis que conviene tener en mente a la hora de no encasillar los tropos de un género.

Lo que aquí se cuenta es una historia de forma lineal con un alto grado de contenido sexual, pero que nunca opaca la trama. Por el contrario, lo integra para que enriquezca el conjunto. El guion está cuidado y resulta redondo, a pesar de tener una gran cantidad de sorpresas. Sabe mantener una tensión constante y dotar la obra de una violencia muy directa. A pesar de que puede llegar a resultar desagradable en algunos momentos, lo cierto es que hay que reconocer que a día de hoy se sigue percibiendo como algo rompedor. Es muy difícil que cualquiera que decida adentrarse en estas páginas no se plantee determinadas cuestiones respecto a las relaciones de poder y al tratamiento que se hace de este en las relaciones sexuales. Filmadas o no filmadas.

Por su parte, en la secuela, ha buscado hacer una cronología histórica del erotismo en Estados Unidos. Supone un viaje a través de distintas décadas contando de forma no lineal. Son distintos episodios que forman un mosaico de la vida y el origen de los protagonistas de Black Kiss. Además, mantiene la violencia desenfrenada. A pesar de ser algo contrario en fondo y forma a lo que se expone en el primer volumen, es igual de punzante. A su vez, sirve tanto como epílogo de la narrativa como punto y seguido. Permite al lector conocer dónde están los personajes en la actualidad (como es lógico, todo es crepuscular), dejando abierta la posibilidad de seguir explorando este mundo.

Visto en perspectiva, el conjunto encaja a la perfección. Algunas cosas pueden ser vistas como que puede que han envejecido mal. Pero no se puede negar que es una obra de autor y, por tanto, habla desde una honestidad que puede ser dañina. Y no es que sobren este tipo de trabajos.

El arte de este dibujante tiene todas las trazas de su estilo. Es sucio, pero es muy acertado para el contenido, el tono y la atmosfera que presenta este trabajo. Aunque no sorprendan del todo los recursos, como sí lo hace en otras obras, sí que se puede ver su experiencia y su particular visión para la narrativa (especialmente en la comparativa entre los dos volúmenes). Hace elecciones impactantes y, aunque en ocasiones se nota esa intencionalidad de epatar y de ser muy explícito, sí que es efectivo a la hora de plasmar algunas cuestiones que buscan tener un efecto en el lector.

En todas las páginas opta por una falta de color para hacer una equiparación al cine negro que tanto sobrevuela este trabajo. Por contraproducente que pueda ser a la hora de sacrificar los aspectos más eróticos, lo cierto es que, en el fondo, este trabajo nunca tuvo un objetivo meramente masturbatorio. Es un blanco y negro tan violento que se podría emparejar con otros trabajos que, probablemente, sean herederos de esta obra, como puede ser Sin City.

El tomo de Dolmen Editorial, que contiene los dos volúmenes, incluye una introducción exclusiva hecha por Chaykin para la ocasión, además de varios bocetos. También hay un extenso y suculento análisis de Koldo Azpitarte y de Mikel Bao que permite conocer en mayor profundidad estos cómics.

Black Kiss y su secuela reaparecen en las tiendas para recordar que no se la pertinencia del espíritu rebelde. Leerlo es como si alguien te cogiese de las solapas y te agitase con violencia hasta que espabiles. Porque sí, sigue habiendo puritanismo. Puede que haya cambiado el método, pero sigue estando ahí. Y, mientras así sea, voces como la de Howard Chaykin serán una completa necesidad.

Título: Black Kiss
Guion y Dibujo: Howard Chaykin
Edición Nacional: Dolmen Editorial
Edición Original: Vortex Comics/Image Comics
Formato:   Tomo cartoné de 304 páginas en blanco y negro
Precio: 34.95 €