Capitán América: La verdad, la Historia ocultada

Orígenes secretos

La idea de tener un Capitán América negro surgió en 2002 en una conversación entre Bill Jemas, vicepresidente de Marvel por aquella época y Axel Alonso, entonces uno de los editores de confianza de Joe Quesada. La Marvel de principios de siglo era un hervidero de ideas y golpes de efecto concebidos para llamar la atención constantemente y ampliar su menguada base de lectores. Desde el inicio estuvo claro que esta nueva Marvel quería ir más allá del clásico lector varón, heterosexual y blanco y la mejor manera era crear historias y personajes que apelasen a esas nuevas audiencias como aquella miniserie del personaje del Oeste Rawhide Kid escrita por Ron Zimmerman y dibujada por John Severin que presentaba la salida del armario del protagonista.

Alonso le dio vueltas a la sugerencia de Jemas y recordó el estudio de Tuskegee, en el que el Servicio Nacional de Salud norteamericano, en colaboración con la Universidad de dicha ciudad de Alabama, recogió datos entre 1932 y 1972 sobre la sífilis en hombres negros a los que decían tratar gratis de su enfermedad, pero a los que en realidad dejaban sin tratamiento para observar cómo les afectaba. El proyecto acabó cuando la prensa tuvo conocimiento de él, y se estima que 128 personas murieron durante su desarrollo.

El uso de hombres negros como conejillos de indias en un intento de recrear el suero del Supersoldado que creó al Capitán América era coherente con ese suceso histórico y se imbricaba perfectamente en la continuidad del personaje. En realidad es casi más creíble que esos experimentos con cobayas humanas se dieran antes de que Steve Rogers recibiese la dosis de suero e incluso en varias páginas consultadas para este artículo presentan esa versión, pero en uno de los números Isaiah Bradley lee el nº 1 de Captain America publicado un año antes de que experimentaran con él, lo que prueba que Rogers recibió el suero antes. A pesar de ello este aspecto no acaba de quedar claro y los propios autores tuvieron que aclararlo a posteriori.

En el apéndice del recopilatorio de 2004 el guionista Robert Morales contaba que la historia no estaba pensada para entrar en continuidad, que fue una decisión editorial a posteriori  y que la inclusión de esa viñeta con el cómic establecía ese hecho. Más adelante el dibujante Kyle Baker contaba cómo el enfado de los fans  porque Rogers no fuese el primer Capitán -o quizás porque el primero fuese negro- se aplacó tras las explicaciones dadas en los últimos números de la serie.

Alonso decidió fichar como guionista a Robert Morales (1958-2013), escritor y editor de ascendencia afroamericana y puertorriqueña, igual que Miles Morales, que le debe el apellido. Robert Morales mostró gran sorpresa por el encargo y con la misma idea de un Capitán América negro. Su primera propuesta presentaba a un científico negro que experimentaba consigo mismo, un origen que lo emparentaba con Ant Man o incluso con Hulk, pero Alonso insistió en utilizar la idea del experimento ilegal.

El resto de la historia, sus personajes y resolución sí es idea de Morales, que se preocupa en investigar sucesos del pasado racista de su país, como el llamado Verano Rojo de 1919, una serie de ataques contra la comunidad negra y, eventualmente, contraataques por parte de la misma, y que es contada por uno de los personajes, como podría haber usado la masacre de Tulsa en 1920, otro gravísimo incidente racial que aparecía al inicio de la serie de HBO basada en Watchmen. Para ser alguien sin experiencia en el medio, Robert Morales resuelve muy bien la papeleta y hace que los diálogos y el dibujo sean los que muevan la historia, sin textos de apoyo recargados.

En el aspecto grafico el elegido fue Kyle Baker (n. 1965) reconocido animador, ilustrador e historietista cuyas novelas gráficas ¿Por qué odio Saturno?, Estás aquí, Moriré a medianoche o Rey David le habían hecho ganador de 8 Eisners y 7 Harveys. Exquisito, versátil y detallista cuando quiere, aquí opta por exagerar su tendencia a la caricatura, con unos dibujos que podemos calificar de apresurados pero que confieren una urgencia y un dinamismo a una historia que no necesita preciosismos artísticos. Al estilo del Maus de Art Spiegelman, el uso de un estilo humorístico intenta aligerar de un dramatismo casi insoportable unos hechos terribles. Más discutible es su uso del ordenador, aún en pañales en aquella época, que utiliza para un color demasiado anárquico y para ahorrarse dibujar motivos repetidos (aviones, personas, lápidas,…).

Las vidas negras no importan

La historia se publicó a partir de enero de 2003 en siete números que en principio iban a ser seis, el primero de los cuales presentaba a los tres protagonistas: Isaiah Bradley, al que impiden entrar junto a su esposa a una atracción de la Feria Mundial de Queens de 1941 aunque estaban en la Semana Negra donde se permitía “generosamente” el acceso a la población de color; Maurice Canfield, hijo de una familia acaudalada, comunista y que recibe una paliza cuando intenta organizar un sindicato de estibadores a manos de los propios trabajadores; y el sargento Luke Evans, que ha sido degradado desde el rango de capitán por protestar por la muerte de un amigo. Hay que notar que ninguno de ellos es pobre, todos tienen trabajo estable, una posición reconocida e incluso pertenecen a la clase media-alta. Nos están diciendo que el racismo no es una cuestión socioeconómica, que es el color de la piel.

Los tres son enviados a un batallón compuesto por soldados negros y su pelotón es seleccionado para un experimento secreto que intenta replicar el experimento que creó al Capitán América, ese suero cuya fórmula se perdió con la muerte de su creador, el doctor Abraham Erksine.

[Nota de continuidad: En el origen que contaron Joe Simon y Jack Kirby en 1941 el creador del suero era el profesor Reinstein y cuando Stan Lee y Kirby volvieron a contar el origen en 1965 cambiaron el nombre a doctor Erksine. Hubo que esperar a 1975 para que Roy Thomas dijera que Josef Reinstein era un alias creado por el gobierno americano para proteger, con poco éxito, a Erksine. En la miniserie que nos ocupa aparece otro científico que usaba el alias de Reinstein cuyo nombre verdadero era William Nagel. Para que luego digamos que a la Marvel de esa época no le interesaba mucho la continuidad. Esto aporta poco a esta reseña, pero sé que estas cosas os gustan.]

Los cinco únicos supervivientes de los experimentos forman un comando de operaciones encubiertas, carne de cañón enviada a operaciones suicidas. Mientras que Steve Rogers tiene toda la atención mediática posible este grupo de hombres negros es ocultado de la opinión pública. Cuando Isaiah, único superviviente, va a ser enviado a sabotear el Proyecto Supersoldado alemán junto al Capitán América, el transporte de éste se retrasa y Bradley es enviado solo, vestido con un traje preparado para Rogers que ha robado al salir. Si América te envía a luchar en una misión suicida, que sea vestido con sus símbolos.

Isaiah tiene éxito en su misión, pero descubre horrorizado los paralelismos entre la instalación alemana y la que le vio nacer como supersoldado, esto es, entre la Alemania Nazi y los democráticos Estados Unidos. Es capturado y confrontado por Hitler y Goebbels, en una magnífica escena en la que Morales retrata a la vez al Fuhrer seductor y al psicópata que realmente era.

La historia da un salto al presente del 2003 en el que se editó el cómic, donde el Capitán América investiga a un grupo de supremacistas blancos relacionados con el equipo militar que participó en el experimento al que fueron sometidos Bradley y sus compañeros. Ello le hace conocer la realidad de dicho experimento y su relación con su propio origen, que le deja en shock, aunque no era la primera ni la segunda vez que el personaje se veía expuesto a la realidad más oculta de su país.

Este salto temporal es un poco abrupto, y haber escrito la historia en la forma de los resultados de una investigación por parte del Capitán América hubiese dado lugar a un resultado más compacto. Sin embargo, una decisión así hubiese puesto el protagonismo en el Capitán América y hubiese desvirtuado la intención de la obra.

La conversación de Rogers con la mujer de Bradley marca esta segunda parte. Faith Bradley viste un burka y parece que, aunque no lo acaba de dejar claro, se ha convertido al Islam, un detalle sencillo que simboliza lo mucho que ha cambiado la comunidad negra en esos 60 años. El Capitán América hace lo posible para llevar a los responsables de los experimentos ante la Justicia y, sobre todo, toma conciencia del proceso de ocultación que se ha hecho de la Historia de la población negra en Estados Unidos cuando descubre lo conocido que es Isaiah Bradley entre la población de color. Él puede tener excusa por haber estado congelado durante décadas, pero, ¿qué excusa tiene un país que no quiere reconocer su terrible pasado?

La resolución intenta representar un deseo de conciliar esas dos partes de la sociedad norteamericana, pero también se puede interpretar como que esos gestos son meramente cosméticos. Es, sí, una obra que, aunque tiene un mensaje bastante claro, deja aristas sujetas a la interpretación del lector, empezando por un detalle que le da dimensiones extra a la historia: los protagonistas negros son víctimas, pero ser víctima no te convierte en un santo.

Por cierto, curious fact, las madres de Isaiah Bradley y Steve Rogers se llaman Sarah. Ahí Morales perdió una oportunidad de oro

El legado de Isaiah Bradley

La noticia de una historia que presentaba un Capitán América negro y reescribía, aunque fuese colateralmente, la continuidad de uno de los principales personajes de Marvel, no fue bien recibida por parte del público y de la crítica. Nada nuevo bajo el sol. La mayoría tuvo que recular dado el respeto demostrado por el personaje original y su historia, a la que añadía nuevas capas de significado.

Desde entonces Isaiah ha tenido apariciones esporádicas en el Universo Marvel. Estuvo invitado en la boda de Pantera Negra y Tormenta y se descubrió que tenía un hijo creado a partir de material genético suyo y de los óvulos de Faith, Josiah X (X por Malcolm X, no por ser mutante) cuyo origen se contó en The Crew, un efímero grupo de héroes afroamericanos. Y, por supuesto, tenemos a Patriota, nieto de Isaiah y miembro de Jóvenes Vengadores.

A la postre la línea argumental más interesante de Falcon y el Soldado de Invierno fue descubrir si Estados Unidos estaba preparado para un Capitán América negro y, sobre todo, si un afroamericano quería representar a un país que ha tratado tan mal a la comunidad a la que pertenece. La inclusión del personaje de Isaiah Bradley, aquí veterano de la Guerra de Corea, añadía peso a los argumentos en contra. Aquí también el personaje recibe un reconocimiento por parte de su país, pero, de nuevo, nos queda la duda de si es sincero o mero postureo político.

Capitán América: La verdad-Rojo, blanco y negro es tan interesante y actual hace 20 años como ahora, pero hay que reconocer a la Marvel de entonces la valentía de crear una obra cuya trascendencia estamos ahora más preparados para comprender que entonces, sobre todo si no pertenecemos a la comunidad afroamericana a la que hace referencia.