La Patrulla-X punk de Chris Claremont y John Romita Jr.

El nº 175 de Uncanny X-Men se publicó en agosto de 1983. Para entonces el grupo se había convertido en un superventas y en la referencia de la industria. Ese número, que narraba la primera de las muchas posibles resurrecciones de Fénix, marcaba el final de la etapa dibujada por Paul Smith.

A pesar de que hoy en día tenga consideración de etapa de culto, fueron solo diez números en los que Paul Smith nunca se sintió demasiado cómodo trabajando con Chris Claremont y, de hecho, estaba previsto que su último número fuera el 177, pero el relevo se precipitó. Tanto es así que el nuevo artista, John Romita Jr., tuvo que realizar 10 páginas porque Smith no pudo llegar a las fechas de entrega.

John Romita Jr., neoyorquino del 56, llevaba no ya los cómics, sino a Marvel corriendo por sus venas. Su padre, obvio es decirlo, es el artista que definió a Spiderman y a Peter Parker por los siglos de los siglos y Director Artístico de Marvel durante los 70 y 80, y su madre, Virginia, era la Gerente de Producción. Era evidente que el joven Romita tenía talento, pero su padre era renuente a darle una oportunidad para evitar las acusaciones de nepotismo. Romita Jr., entró en la empresa como ayudante de producción, haciendo fotocopias y llevando papeles de un despacho a otro.

La primera oportunidad se la dieron Marie Severin con algunos encargos para Marvel UK y Archie Goodwin, Editor en Jefe entre 1976 y 1978, en forma de seis páginas en un Anual de Spiderman. Pronto se convirtió en el dibujante regular de Iron Man con guiones de David Michelinie y soberbios entintados de Bob Layton para luego pasar a The Amazing Spider-Man. Entre medias dibujó el Anual 4 de Uncanny X-Men (1980).

Punk y asfalto

El número 173 de la colección marcó un antes y un después en la serie. Claremont y la editora, Louise Simonson, querían darle una nueva dirección a Tormenta, lo cual conllevaba un cambio de look. Paul Smith concibió la cresta mohicana como una broma y, para su sorpresa, ese fue el diseño elegido. “Hagamos lo que hagamos nos vamos a ganar las críticas de los lectores, así que hagámoslo a lo grande”, dijo Simonson. A ver, estábamos en 1983 y el punk como movimiento llevaba muerto como 5 años, pero el look seguía molando.

Este cambio en Tormenta era el inicio de una serie de cambios en los que guionista y editoras (a Simonson pronto la relevó Ann Nocenti) pretendían hacer historias más dramáticas, pegadas a la tierra y con un trasfondo más urbano y el estilo de Romita Jr. parecía apropiado para este fin. Sin embargo, hay que decir que Claremont no estaba convencido del todo, sobre todo en comparación con los previos Cockrum, Byrne y Smith. Los primeros números de Romita Jr. luchaban entre un intento de imitar a Smith y la necesidad de encontrar un entintador. Ni el inmenso Bob Wiacek ni su propio padre acababan de dar con la tecla hasta que se unió a él un Dan Green con el que poco a poco encontró un estilo más sucio, áspero y adecuado al tono de la serie.

Desde sus primeros trabajo Romita Jr. se reveló como un excelente narrador y, en esta serie, quizás con un ojo puesto en Frank Miller, fue añadiendo una disposición de página en la que iban apareciendo cada vez más viñetas verticales para enfatizar los escenarios urbanos en los que sucedía la montaña rusa de emociones que era la serie, probablemente influencia del Daredevil de Miller. Además, es en su primera estancia en esta serie donde se forja el estilo con el que es reconocido y reconocible: más geométrico y con mucha trama de rayas manual.

Las aventuras de esta Patrulla-X sucedían en las calles, cuando no las alcantarillas, de Nueva York. Incluso una de las aventuras más celebradas, la Saga de Kulan Gath, transcurría en una Nueva York transformada en ciudad hiboria.  Nada de Tierra Salvaje, ni planetas exóticos, ni reinos extradimensionales… Salvo unas aventuras de Tormenta en África y la luna de miel de Cíclope en el Pacífico, los viajes de los miembros del grupo eran a Tokio, Dallas o París.

¿Qué es un mutante sin evolución?

Chris Claremont tenía claro que no podía dejar descansar a los personajes y que había que irlos cambiando gradualmente, por dentro y por fuera. Empezó con Tormenta y su look punki fruto de su relación con Yukio en Japón (sí, yo soy de los que piensan que ahí hubo más que sororidad), un cambio que exteriorizaba que la Diosa ya no era tan impertérrita y serena como antes. Como consecuencia de las Secret Wars Peter y Kitty rompieron, lo que abundó en el camino a la madurez de ella fuera de la influencia del sosainas ruso.

La serie no olvidaba su leit motif, el racismo que implicaba ser mutante, y era Kitty Pryde la más activista en su faceta de estudiante universitaria. Su diatriba con un compañero negro antimutante es tan brutal y certera entonces -y ahora, qué demonios- como impublicable hoy.  Las Secret Wars II y el encuentro de Rondador Nocturno con el Todopoderoso contribuyeron a una de las varias crisis de fe del mutante alemán.

Pícara que, recordemos, había comenzado su carrera como una villana que había absorbido los poderes y la personalidad de Carol Danvers, asaltaba un helitransporte de SHIELD para liberar a un novio de Carol en un memorable capítulo. Esto la convirtió en el enemigo público nº 1 de la organización de espionaje con posteriores consecuencias. Doble personalidad aparte, Pícara se iba ganando la confianza de sus compañeros.

Mientras que Cíclope, que aparecía ocasionalmente, y Lobezno, que ya era un fan favorite a la altura de Batman, experimentaban escasos cambios, el Profesor Xavier y Magneto sí que evolucionaban. Xavier volvía a caminar e incluso se atrevía a enfundarse un traje amarillo con una X negra para entrar en batalla, y Magneto repensaba su estrategia respecto a la relación entre humanos y daba pasos para una reconciliación con Xavier.

Además, Claremont rescataba a Rachel Summers, la hija de Cíclope y Chica Maravillosa de los Días del Futuro Pasado, un personaje marcado por su pasado post apocalíptico y la sospecha de que la Fuerza Fénix la había elegido como posible nuevo recipiente.

Pero fue Tormenta fue la que llegó más lejos en su evolución… o involución. Los intentos de SHIELD de capturar a Pícara ocasionaron que Tormenta perdiera los poderes. El inventor del artefacto que le arrebató el control sobre el clima era Forja, un personaje de nueva creación, mutante, inventor, nativo americano y veterano del Vietnam (solo hacía 10 años que había acabado esa guerra) con un oscuro pasado. Entre él y Tormenta pronto empezaría a haber sus más y sus menos. O más bien sus más y sus más.

Ororo empezaba así un camino personal basado en las cinco fases del duelo, con acento en la depresión, hasta volver a encontrarse y aceptarse en su África natal. El principio y el fin de ese proceso los ilustró Barry Windsor-Smith en dos episodios que son Historia del Cómic aunque realmente culmina en aquel capítulo dibujado por Rick Leonardi en el que una Tormenta sin poderes se gana su derecho a volver a liderar la Patrulla-X tras derrotar a Cíclope, lo que no dejaba de ser una excusa para allanar el camino a Factor-X.

Todos estos cambios internos tuvieron su reflejo en los uniformes de varios de los personajes, que llevaban casi una década sin grandes variaciones menos en el caso de Kitty, que cambiaba con asiduidad. En esta época adopta un traje en tonos azules y negros fruto en parte de su experiencia con Lobezno en Japón -volveremos a eso más abajo- donde adoptó el más ninjesco nombre de Gatasombra.

Coloso estrenó uniforme con cuello alto, aunque raro era el capítulo en el que no acababa enseñando el pecholata, mientras que Rachel, aunque fuera en flashbacks, lucía un mono de látex con pinchos -no es mal momento para recordar que Claremont es muy dado a incluir detalles relacionados con el sadomaso y la dominación-. Tormenta mantuvo su recién estrenadas cresta y chaquetilla de cuero y Pícara pasó de tener pinta de cuarentona recatada a una veinteañera groupie de un grupo de heavy, con sus correas y su pelo cardado.

Pero mis favoritos son los nuevos uniformes de Xavier, glorioso en amarillo con una X negra y el morado de Magneto, con una M enorme, hombros al aire y guantes de vamp.

Joyitas colaterales

La redención de Magneto conllevaba la asunción de sus crímenes, lo que le llevó a un accidentado juicio en un tribunal internacional en París en el nº 200 de la serie. Empezó entonces un baile de dibujantes (Leonardi, June Brigman, un fabuloso Windsor-Smith que ilustraba una increíble pelea de Lobezno contra Dama Mortal,…) que se alternaban con un John Romita que ya se encontraba en retirada, retirada que se produjo en el nº 211 de noviembre de 1986 justo al final de La Masacre Mutante, el primer gran crossover de las colecciones con X.

Romita nunca acabó a sentirse a gusto, aunque convenció a propios y extraños durante su andadura en la serie. Según contó él mismo, su papel en la serie se limitó a ilustrar los guiones de Claremont sin aportar nada en la creación de historias y personajes, algo en lo que sin duda influyó la mala experiencia del guionista en su etapa de colaboración con John Byrne. Sea como sea Romita brilló con la caracterización de los personajes y su narrativa clara y efectiva. Todos pensábamos/deseábamos en aquella época que su reemplazo fuese Alan Davis, pero el quinto gran dibujante de la Patrulla-X resultó ser Marc Silvestri. Ni tan mal.

No quiero acabar sin reseñar varias de las miniseries que se publicaron durante esta época. Recordemos que Los Nuevos Mutantes empezó en marzo de 1983 y Factor X en febrero de 1986. Marvel quería sacar la mayor cantidad posible de páginas mutantes y lo hizo en forma de miniseries. Como continuación de la seminal de Lobezno con Claremont y Frank Miller vino Kitty Pryde y Lobezno publicada en noviembre del 84, donde la pupila de Logan era, como no, poseída mentalmente por Ogún y adquiría poderes ninja, una aventura sorprendentemente bien dibujada para ser de Al Milgron.

Como consecuencia del juicio de Magneto la Patrulla-X se enfrentó en 1987 a los Vengadores de Roger Stern, una memorable formación en la que te encontrabas al Capi, Hulka, el Dr. Druida, Thor, el Caballero Negro o la primera Capitana Marvel, que troleaba a Pícara en una recordada escena. Fue Stern el encargado del guion con Silvestri a los dibujos, aunque el último número lo hicieron Tom DeFalco, Jim Shooter y Keith Pollard porque la historia no iba por donde Shooter deseaba.

Pero mi favorita es la que unía, también en 1987, a Los 4 Fantásticos con la Patrulla-X con la excusa de curar a una Kitty Pryde herida en la Masacre Mutante. Claremont aprovechaba para plantar dudas por retrocontinuidad sobre el papel de Reed Richards en el origen de los 4 Fantásticos con el Doctor Muerte como obligado invitado y te hacía desear que fuese Claremont quien encargase los guiones de la Primera Familia de Marvel. Al final lo pudo hacer, pero aquello fue otra historia. Sería imperdonable no mencionar la fabulosa labor gráfica de Jon Bogdanove, un artista que sí sabe dibujar niños, imprescindible en una historia en la que Franklin Richards era un elemento crucial. Esa que tenéis ahí debajo es una de las viñetas de mi vida.

Todas estas historias han sido recientemente reeditadas en los Marvel Gold La Imposible Patrulla-X números 5, 6 y 7, que está recién publicado por Panini y merecen muy mucho la pena. No os dejéis engañar por esos looks horteras de los 80: pueden coexistir perfectamente con unas historias de fuste y que dejan huella.