El buscón en las Indias, de Alayn Ayroles y Juanjo Guarnido

Título: El Buscón en las Indias
Guión: Alain Ayroles
Dibujo: Juanjo Guarnido
Color: Juanjo Guarnido, Hermeline Janicot-Tixier y Jean
Edición Nacional: Norma Editorial
Edición original: Delcourt
Formato: Cartoné, 160 páginas a color Tamaño: 24,8 x 33,2
Precio: 35,00 €

En el siglo de oro Francisco de Quevedo escribió La Vida del Buscón. Una obra de género picaresco que relataba la vida de Pablos, un muchacho clase baja que trataba de medrar y buscarse un mejor porvenir. La obra era a su vez un gran ejemplo de la novela picaresca y a la vez una gran crítica de la misma. Era compleja y no pretendía esconder una enseñanza tras sus palabras. La obra terminaba diciendo que llegaría una segunda parte que jamás se escribió. ¿Jamás? Bueno, hasta ahora. Alayn Ayroles y Juanjo Guarnido  han escrito esta supuesta continuación. Y de qué manera.

El Buscón en las Indias es una obra de la que me da vértigo hablar. Es, probablemente, de lo mejor que he leído en años y creo que no exagero pero por ello me ha costado bastante condensar en un texto relativamente breve todo lo que quiero transmitiros y todo lo que este cómic ofrece. Pero será mejor que empecemos por el principio y os trate de explicar el por qué.

Hay que mencionar que la historia está divida en tres partes al igual que la novela. La primera de ellas es la más parecida a la obra original y utiliza muchos de los elementos clásicos de las novelas picarescas del siglo XVII. La segunda parte, sin dejar eso de lado, tiene más aventura y acción y una última en la que se desentraña el misterio, si es que lo hay, de todo lo ocurrido teniendo un tono más pesimista que los dos actos anteriores.

Resultado de imagen de El buscón en las Indias

Al inicio de esta historia Don Pablos  se encuentra encerrado en unas mazmorras donde el alguacil de Cuzco trata de sonsacarle cómo se hizo con el contenido que llevaba en su morral. Nada más y nada menos que unas monedas de oro que confirman la existencia del mítico El Dorado cuyas riquezas quiere saquear. Sin embargo el estado de salud de Pablos es crítico y su mente divaga mientras cuenta la historia de cómo llegó a las Indias sacando de quicio al interesado alguacil. Mediante flashbacks, que parten desde el final de la obra original, se nos va contando una historia llena de aventuras hasta llevarnos al momento actual en el que Pablos ha acabado en aquella situación.

Y aquí está la gracia de este cómic. Su protagonista, claramente el elemento clave de la obra, es un personaje rico, complejo y carismático que no pretende ser un ideal o una figura con la que el lector puede congraciarse. Es, como el personaje pícaro clásico, un personaje que si bien está lleno de matices es ruin, egoísta y rastrero.  Sus intrincados diálogos me recuerdan a los primeros números de Asterix (Goscinny y Uderzo, 1959).  Y es ahí donde Ayroles muestra su buen hacer. Usando unos diálogos muy bien escritos y muy afilados para mover la historia al ritmo que necesita llevando al lector de escenas tranquilas y sosegadas a otras llenas de movimiento, dosificando la información que el lector recibe por medio de flashbacks y haciéndole atravesar la historia exactamente como el autor quiere. Es algo que parece de Perogrullo pero que no ocurre tan a menudo  y desde luego se agradece cuando se ve tan claramente como en esta historia.

Resultado de imagen de El buscón en las Indias

Y esto es algo que no se podría haber conseguido si no estuviera acompañado del dibujante granadino que ya conocemos de Blacksad. El trabajo de Guarnido es magnífico, probablemente lo mejor que ha hecho, y no me refiero solamente a la calidad del dibujo de sobra conocida. Aun siguiendo un esquema de la página bastante clásico consigue que la narrativa sea fluida, sus personajes están llenos de expresividad y casi podría decirse que se puede leer la obra entera sin texto y aun así se seguiría entendiendo casi por completo. Además es de sobresaliente el trabajo de documentación que han hecho los autores pues hace una representación muy fiel del Siglo de Oro.  El color termina de poner la guinda al pastel con un juego de luces y sombras que hace que cada viñeta parezca cobrar vida.

Todo esto lo consiguen sin desmerecer o faltar el respeto a la obra original. Los autores consiguen recrear la novela picaresca usando sus características principales e inherentes a la misma como la crítica social, la parodia, la sátira pero a su vez dotándole de algo de frescor. Se siente un cómic moderno a la vez que no me hubiera extrañado nada si me dicen que el guion es de Quevedo. Es, por poner un ejemplo algo extraño pero que fue lo que se me vino a la cabeza nada más terminar de leerlo, como si se mezclase una novela del siglo XVI con Snatch: Cerdos y diamantes (Guy Ritchie, 2000) y todas y cada una de las piezas que lo componen encajasen a la perfección sin que ninguna desentone con el resto.  

Como decía al principio El Buscón en las Indias es una de las grandes obras que se editaron en el pasado 2019 y una de las mejores que he leído en los últimos años. Es un álbum grande y ambicioso cuyo trabajo consigue cumplir las expectativas sin duda alguna. Los autores reinventan o adaptan la picaresca a los lectores de nuestra época y  es una demostración de que en el cómic cabe todo tipo de historias y géneros. Tiene elementos de una novela de literatura clásica pero a su vez tiene el ritmo trepidante cuando debe tenerlo y no le falta aventuras y acción. Es, como dijo su guionista en una entrevista, una historia de contar historias y eso lo consigue hacer como ninguna otra. Esta es una obra de la que se hablará durante mucho tiempo porque, aunque tengo la sensación de que ha hecho poco ruido, es sin duda una un cómic bien construido y que destaca en todos sus apartados.  Si estabais dudando, ya sea porque la novela histórica no es vuestro “rollo” o por el precio de la edición, no lo penséis más porque merece mucho la pena.

Resultado de imagen de El buscón en las Indias