Ethel y Ernest, de Raymond Briggs, una entrañable memoria familiar y de una época en viñetas.

La editorial Blackie Books suma y sigue en su sorprendente y selecto catálogo con Ethel y Ernest. Una historia verdadera, un cómic obra del ilustrador e historietista británico Raymond Briggs, en el que a propósito de la historia personal de sus propios padres, un relato que va desde que se conocen hasta que fallecen, recorre la Historia del siglo XX desde el preciso enclave territorial de Londres.

El cómic fue publicado originariamente en 1998 por la editorial británica Jonathan Cape (fundada, por cierto, hace 100 años y que actualmente se encuentra dentro del gigante editorial Penguin) y fue galardonado en la edición de 1999 de los British Book Awards con el premio en la categoría de Best Illustrated Book of the Year.  Ethel y Ernest está traducido por Regina López Muñoz y cuenta con la siempre destacada y cuidada labor de maquetación de Sergi Puyol.

La memoria familiar es una fórmula ciertamente efectiva a la hora de trasladar historias y despertar reacciones en el lector. Los creadores articulan la construcción del relato mediante la composición de diversos planos que pueden resumirse en dos. Un primer plano, de carácter íntimo, personal y emocional, que responde al qué y al quién y que ofrece un retrato familiar; y un segundo, un plano general, colectivo y público, que se puede identificar con una cronología espacio-temporal que hace las veces de escenario y de elemento que configura a su antojo la realidad de aquel otro plano. El resultado de la conjunción es de unas viñetas riquísimas en contenido, significación y connotación.

Quizá la obra más paradigmática de este género sea, sin duda, Maus (actualmente disponible en Reservoir Books) en la que Vladek, el padre de Art Spiegelman, es el hilo conductor de un relato que supone en sí mismo un valioso testimonio de uno de los episodios más impactantes que dejó el siglo XX. Algo similar es lo que plasma la historietista Miriam Katin en las viñetas de Por nuestra cuenta (Ponent Mon, 2007), un tebeo de bellísima factura en el que retrata la huida que su madre emprendió junto a la propia Katin, entonces aún una niña, de su Hungría natal escapando de la persecución nazi. En esa línea encajan también cómics como el díptico El arte de volar (Ediciones de Ponent, 2009, actualmente disponible en el catálogo de Norma) y El ala rota (Norma, 2016) en los que el guionista Antonio Altarriba se sirve de sus padres Antonio y Petra para levantar desde los lápices de Kim el certero retrato histórico-político-social de una época de nuestro país. De la misma forma lo hacen Paco Roca en Regreso al Edén (Astiberri, 2020) con su madre Antonia; Sento con su suegro Pablo Uriel en esa trilogía de cómics recopilada en Dr. Uriel (Astiberri, 2017), o Ana Penyas en su sensacional debut Estamos todas bien (Salamandra Graphic, 2017) protagonizado por sus abuelas Maruja y Herminia. Todos ellos, a la par que retratan la España de la época, confeccionan una valiosísima crónica sentimental que brinda voz a actrices y actores secundarios de una época que condicionó y marcó sus vidas.

Ethel y Ernest. Una historia verdadera, de Raymond Briggs (Blackie Books, 2021) puede clasificarse bajo el epígrafe de memoria familiar en tanto en cuanto lo que el lector se encuentra en sus viñetas son las cuatro décadas de la vida en común de sus protagonistas Ethel y Ernest, que son los padres del historietista e ilustrador británico Raymond Briggs y cómo esas dos personas ordinarias (en el sentido más neutro de la palabra) son testigos a lo largo de esos años y desde su hogar en Londres de los diferentes acontecimientos que se fueron sucediendo en el siglo XX y la forma en que se ven influenciados por ellos.

La narración se articula en un pequeño prólogo y 5 capítulos identificados por décadas que dividen claramente el periodo que va entre 1928, año en que Ethel (una dama de compañía en una casa bien) y Ernest (un lechero) tienen un primer encuentro que podría calificarse de casual y 1971, año en que ambos fallecen. La variopinta selección de momentos que realiza Briggs está cuidadosamente pensada y traída tanto desde la íntima cotidianidad del hogar como desde la sucesión de acontecimientos históricos para transmitir al lector, mero espectador de lo que acontece en las viñetas, toda la intensidad de unos recuerdos que en ocasiones son propios y en otras prestados, y que se suceden en una página o en pocas viñetas en un ritmo cadente, emocionante y potente propiciado por las propias transiciones entre esas viñetas, manejando los tiempos tremendamente bien. Briggs ofrece el retrato de un país en el que creció y de unas gentes entre las que se crió. Y para ese despertar sensaciones en el lector el autor se sirve además de esa elección de instantes, de las composiciones de página, del hecho de escoger unos planos frente a otros, de la rotulación de bocadillos o de la utilización de viñetas a página completa. Otro aspecto a destacar es la excepcional construcción de los protagonistas; emanan una franqueza e inocencia muy auténticas, reflejan la ilusión de las primeras veces, la sincera preocupación de las adversidades, el transcurrir de la Historia en sus carnes, la consecución de derechos sociales. Entrañables, denotan amabilidad de carácter y comportamientos. Ambos pertenecían a una clase trabajadora que con mucho esfuerzo y tesón logró vivir con sencillez y sin grandes lujos.

El estilo gráfico de Briggs, definido por su particular trazo y el uso de lápices de colores y que está asociado indisolublemente a las obras infantiles, incide en la inocencia a la hora de retratar a sus padres, en la pátina de cariño con que los recubre y en la verosimilitud de un relato que, no hay que olvidar, se presenta bajo el subtítulo de “Una historia real”.

Ethel y Ernest, por cierto, fue adaptada a película de animación en 2016.

Briggs es especialmente conocido en el ámbito de la literatura infantil y juvenil (LIJ) por sus trabajos como autor e ilustrador de libros infantiles, ámbito en el que lleva en activo desde finales de los 50. Es uno de los autores británicos más queridos en ese país, pero también de los más reconocidos a nivel mundial. En los 70 crea tres obras infantiles que se sitúan entre las más leídas y emblemáticas de la LIJ en el siglo XX y que continúan apareciendo en listados de imprescindibles o en esos cánones literarios que tantas controversias despiertan. Y lo hizo introduciendo los elementos del lenguaje del cómic en esas tres creaciones, en lugar de adaptarse al tradicional esquema de página para texto y página para ilustración tan en boga en los libros para niños en aquellos momentos. Seguro que a más de uno os suenan al menos dos de esos títulos: Papá Noel (1973 publicado en nuestro país por La Galera), Fungus the Bogeyman (1977, sin traducción al castellano) y El muñeco de nieve (1978, también publicado por La Galera). Los tres títulos dieron el salto a la animación.

No obstante, hay otros trabajos de Briggs impregnados por cuestiones político-sociales y de cierta dureza pero claridad en su tratamiento que no tienen en los jóvenes lectores a su público implícito. Así, se pueden nombrar El general extranjero de hojalata y la vieja dama de hierro (Debate, 1985), un cuento ilustrado en torno a las consecuencias de la guerra en las poblaciones que las sufren; Genttleman Jim (Astiberri, 2009), una fábula sobre la ilusión de los individuos de poder cambiar de vida mientras la sociedad no lo permite, una obra en la que aparecen los Bloggs, Jim y Hilda (una suerte de trasunto de sus padres), personajes a los que volvería en Cuando el viento sopla (Debate, 1983), un impresionante y recomendabilísimo relato en todos los sentidos en el que la pareja, ya ancianos, afrontan la caída de una bomba nuclear.

Esos y otros trabajos le han valido a Briggs múltiples reconocimientos y galardones, además de lectores y repercusión en ventas. Uno de esas últimas muestras del impresionante legado y calado del ilustrador e historietista en su país con la excusa de la celebración en 2018 del 40 aniversario de la publicación de El muñeco de nieve es el documental Raymond Briggs: Snowmen, Bogeymen & Milkmen que puede visualizarse en Vimeo.

Así comienza todo

Independientemente de ese retrato sociológico e histórico de una generación que sufrió las dos guerras mundiales, Ethel y Ernest es un cómic sobre esa historia que se escribe con minúsculas en la que siempre impacta la incidencia de la Historia que se escribe con mayúscula. Pero también habla del inexorable paso del tiempo y cómo se aprecia de forma muy perceptible en los seres queridos. E, incluso, podría decirse que es algo mucho más íntimo y personal. Supone un homenaje por parte de Briggs a sus progenitores, una manera de mantenerlos cerca y de dotarles de inmortalidad, una suerte de álbum familiar panorámico que destila cariño hacia su madre y su padre, un relato tejido con firmeza desde los vínculos emocionales.

Pero también una deuda de lectura pendiente para ese lector adulto que conoce al Briggs de la LIJ. Así, esperemos que Time for Lights Out (Jonathan Cape, 2019), una obra que el propio autor anunció que sería su último trabajo, miscelánea de historietas breves en torno a la cotidianidad y a los recuerdos o, como él describió, una mirada directa y de frente al paso del tiempo y a la muerte, no tarde en aparecer en las baldas de novedades de las librerías de nuestro país en su edición española.

Título: Ethel y Ernest
Guion: Raymond Briggs
Dibujo: Raymond Briggs
Color: Raymond Briggs
Traducción: Regina López Muñoz
Edición Nacional: Blackie Books
Edición original: Jonathan Cape
Formato: Cartoné de 120 páginas.
Precio: 19 €