Dormir es morir, de Gabri Molist, una experimentación en viñetas en torno al miedo de dejar de existir mientras se duerme

Gabri Molist firma uno de los debuts más destacados e interesantes del pasado 2020 con Dormir es morir (Bang ediciones), un cómic que llegó a las baldas de novedades de las librerías a mediados del mes de diciembre. Se integra dentro de la poliédrica colección Caos de esta editorial de autor que lleva desde 2004 publicando tanto en el mercado español como en el francés proyectos en viñetas de autores, en principio, jóvenes y aún no consagrados, y en la que la línea Mamut, de producción propia y específicamente para niños, se ha consagrado como uno de sus principales buques insignia.

La muerte es uno de esos temas universales a la hora de abordar la creación e inevitable de esquivar cuando se afronta el sentido último de nuestra existencia. Vida y muerte, las dos caras de la misma moneda. Una no se entiende sin la otra y, por eso, hay en ambas una referencia implícita velada a la otra. La muerte plantea tantos interrogantes como inquietudes siembra. Es el tan temido fin, la herramienta para alcanzar el poder, el argumento en torno al cual se fundamentan dogmas, un rito social, una durísima despedida, el término a una etapa histórica e, incluso y si se me permite la frivolidad, la excusa para levantar una trama y crear un excepcional producto cultural. La muerte es una circunstancia que nos coloca a los seres humanos en el mismo plano; qué más da la procedencia o condición, si hay algo seguro es que todos moriremos un día.

Lo cierto es que un final no es fácil de asumir una vez que tomas conciencia de ello. Así, aunque no se manifieste abiertamente, la tanatofobia o el miedo a morir es ciertamente común y experimentarla es un hecho que iguala a las personas y nos acerca. Saber que tus semejantes sienten ese mismo pavor que tú es bastante tranquilizador aunque, claro está, la procesión va por dentro.

Así pues, cómo no empatizar de inmediato con el protagonista que Gabri Molist ha creado en Dormir es morir (Bang, 2020), un joven que tiene ese deje de fatalidad y ese aspecto poco agraciado del Jimmy Corrigan de Chris Ware. Lo que experimenta es una angustia extrema ante el hecho de quedarse dormido y de que pueda morir mientras tanto. Poco ayuda a reducir esa sensación su anodina cotidianidad, basada en una realidad rutinaria y machacona que alterna el frenesí en su trabajo como camarero en un restaurante de grandes dimensiones y rudas personalidades, y sus constantes pugnas en la soledad de su hogar para no caer en los brazos de Morfeo.

Dormir es morir es un tebeo que habla de cuando ese terror a la muerte se torna en una obsesión y en ansiedad. En sus viñetas presenciamos esa asociación entre dormir y morir del protagonista y de su imposibilidad para apartar ese pensamiento de su mente, haciendo partícipes a los lectores de esa desasosegante sensación. En ellas se cuela también la desesperada necesidad de compañía que brinde la posibilidad de aliviar esa tensión a través de la palabra. La visitas al psicólogo, además de estructurar narrativamente el cómic en seis apartados, sirven de motor al avance de la trama, articulan los ritmos del relato y propician la aparición en escena de personajes tan interesantes como Agnes u Oto.

Si hay un par de constantes en la trayectoria de Gabri Molist son la experimentación por una parte y, por otra, la forma en que se presta a jugar en sus creaciones.

El historietista, que en estos momentos reside en Bélgica, se ha formado en la Escola Massana. Centre d’Art i Disseny de Barcelona y en la LUCA School of Arts de Bélgica, en donde actualmente cursa un doctorado en Bellas Artes con un proyecto titulado Write me a Panel.

Sus publicaciones se encuentran mayoritariamente en la órbita del fanzine y la autoedición. Aunque ha habido otros trabajos anteriores, Molist considera Gazpacho su primer fanzine, en cuyas páginas exploraba los límites de los diversos elementos que conforman el lenguaje del medio. La creación y ese juego eran precisamente los argumentos de Doomed, su trabajo desarrollado en el máster en ilustración y cómic que cursó en LUCA. En Asonancia (ApaApa, 2018), su primer proyecto publicado por una editorial, establecía un juego entre la arquitectura constructiva de la poesía y la del cómic. Y I laugh to see myself so beautiful in this mirror (Ruja Press, 2021), por traer un ejemplo más que ilustre esas premisas presentes en sus creaciones, supone un ejercicio de composición y de narrativa a partir de la disposición de una serie de viñetas preexistentes.

La visita al psicólogo

En Dormir es morir Molist también juega con diferentes elementos del lenguaje del medio para transmitir y suscitar reacciones en un lector que presencia ajeno y anónimo el transcurrir de los acontecimientos y que es capaz de escuchar la voz interior en primera persona del protagonista.

Su claro trazo sobre fondo blanco y la milimétrica y cuidada delimitación del espacio narrativo son las herramientas básicas de las que se sirve el autor para construir un relato orgánico que toma a conveniencia la forma de la plasticidad de la tierra de los sueños o de la rígida realidad, siendo reflejo de un espacio íntimo, más propicio a la desinhibición, y de otro público, en el que ese personaje únicamente es capaz de sentirse coartado y solo en su padecimiento. El arte de Molist conjuga diferentes elementos según lo requiere la narración y los ambientes en sus distintos estados: la monotonía, lo onírico e, incluso, la psicodelia. Los vacíos en las páginas conviven con las viñetas; los trazos rectilíneos y las figuras sin volumen se alternan con los sinuosos de las curvas y las profundidades; el blanco del soporte da paso a la escala de grises, el uso de tramas o la utilización de colores selectivos. La geometría y las simetrías de las composiciones tanto de páginas como de elementos en las viñetas son hipnóticas y dotan al relato de una cadencia muy precisa.

Forma y fondo en este Dormir es morir se ponen también en este caso al servicio de ese experimentar y jugar con la creación.

Viaje al centro de tu mente

Los lectores que ya tenemos una edad, quizá sin la prudencia que siempre impone la distancia y el paso del tiempo, probablemente estemos comenzando a trazar paralelismos entre los integrantes de una hornada de talentosos creadores que están publicando en los últimos tiempos sus primeros cómics que, a rasgos generales, podrían sintetizarse en características como: con una sólida formación artística, habiendo cursado estudios reglados o en reputadas academias, con un ojo puesto en las vanguardias, un bagaje lector de cómic que no es producto de una irrefrenable lectura en su niñez sino más bien de un acercamiento esporádico o tardío, interesados en los elementos del lenguaje del medio hasta el punto de no experimentan pudor alguno al jugar con ellos y llevarlos a unos límites a los que historietistas hace cosa de 20 años jamás se hubieran atrevido a acercarse, y que se mueven en el fanzine y autoedición como pez en el agua. Es gracias a esa entrada en los circuitos habituales de distribución mediante la publicación en editoriales de sus ópera prima que se dan a conocer al gran público. Y así es como mucho hemos localizado a Gabri Molist en nuestro radar.

La industria del tebeo de nuestro país es afortunada por contar con ellos entre sus filas. Pero los lectores aún lo somos más, pues a nosotros nos toca la placentera tarea de consumir y saborear sus propuestas creativas.

Título: Dormir es morir
Guion: Gabri Molist
Dibujo: Gabri Molist
Color: Gabri Molist
Edición original: Bang Ediciones
Formato: Rústica de 264 páginas.
Precio: 20 €