¿Qué hace falta para acabar con una plaga de ratones? Pues diez guardabosques, tres perros rastreadores, un ministro del gobierno y miembros de la fuerza de defensa de Nueva Zelanda. Todos ellos han unido fuerzas para buscar un tipo de roedor, conocido ya como el ratón de un millón de dólares, que se había asentado en las islas remotas de la región subantártica.
Estas inhóspitas islas de las Antípodas están ubicadas a 760 kilómetros al sudeste de Nueva Zelanda. Hasta hace poco, eran el hogar de una población de 200.000 ratones, que se cree que llegaron a causa de los cazadores de focas o por un naufragio hace más de un siglo.
Sea como fuere, esta plaga estaba acabando con los polluelos de albatros, devastando la vegetación y amenazando a las raras especies de insectos que allí habitan.
A la caza de los ratones
En un intento por erradicarlos hace dos años, Nueva Zelanda recaudó un millón de dólares neozelandeses (unos 594 euros) y se embarcó en uno de los programas de exterminio más grandes y ambiciosos llevado a cabo.
"Si algún ratón hubiera sobrevivido a la operación, la población se habría recuperado a un nivel en el que debería ser detectable... la comunidad internacional lo vigilará de cerca", explicaba Eugenie Sage, ministro de conservación neozelandés.
Stephen Horn, jefe del proyecto para el departamento de conservación, señaló que llegar a las islas fue el primer desafío del equipo, ya que la tripulación tenía que escalar acantilados de 18 metros para acceder a su alojamiento.
"Los ratones estaban teniendo un impacto masivo en toda una gama de especies", dijo. "La belleza de la isla subantártica, tan lejana de Nueva Zelanda, reside en que, con el tiempo, ha desarrollado su propia gama de especies. Hay especies raras, amenazadas y endémicas que buscamos proteger".
