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Los tentáculos de un pulpo van por libre: no necesitan del cerebro

Estas extremidades llenas de ventosas ejecutan movimientos y acciones de manera independiente.
Los tentáculos de un pulpo van por libre: no necesitan del cerebro
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Si me pongo a pensar en mis extremidades cada una siendo absolutamente independiente de mi cerebro, lo cierto es que la imagen que aparece en mi cabeza es bastante catastrófica. Pero parece que a los pulpos se les da bastante bien. Eso, al menos, es lo que ha resuelto un reciente estudio.

Y es que, aunque los pulpos cuentan con un cerebro central como el de todos nosotros, parte de sus conexiones neuronales se alojan en sus diferentes tentáculos. Y este hecho no ha tardado en llamar la atención de la comunidad científica, como es normal.

"Una de las mayores incógnitas sobre ese sistema nervioso descentralizado es cómo funciona", empieza reflexionando David Gire, neurocientífico de la Universidad de Washington. "Especialmente, cómo funciona cuando hablamos de realizar tareas complejas, como puede ser desplazar el cuerpo a través del agua o buscar comida en el fondo marino. ¿Cómo se conectan estos nodos nerviosos los unos con los otros?"

"¿Cómo se conectan estos nodos nerviosos los unos con los otros?"

Gire y su compañero de investigación Dominic Sivitili han descubierto lo siguiente: tanto el pulpo gigante del Pacífico (Enteroctopus dofleini) como el pulpo rojo del Pacífico (Octopus rubescens) poseen unas 500 millones de neuronas; de esta cantidad, 350 está repartida en unos ganglios que, a su vez, se distribuyen por los tentáculos. De esta forma, los tentáculos pueden comunicarse entre ellos sin necesidad de que el cerebro sepa nada.

Después de experimentar con ambas especies, entregándoles juguetes o comida, determinaron que los tentáculos son capaces de tomar decisiones por sí mismos, dado que procesan ellos solitos la información del entorno.

"Estos ganglios distribuidos están tomando muchas pequeñas decisiones con solo mirar el movimiento de la extremidad, por lo que una de las primeras cosas que estamos haciendo es tratar de analizar cómo se ve realmente ese movimiento, desde una perspectiva computacional", dijo Gire. "Lo que estamos viendo, más que lo que se ha visto en el pasado, es cómo se integra la información sensorial en esta red mientras el animal toma decisiones complicadas".

Fuente.

Cristina M. Pérez
Colaboradora

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