La práctica de orinar en la ducha puede ser controvertida, pero desde una perspectiva médica, no plantea riesgos significativos para la salud. Según la doctora Karyn Eilber, profesora de urología en el hospital Cedars-Sinai de Los Ángeles, este hábito es una cuestión de preferencia personal. En una entrevista con CNN, Eilber afirmó que orinar en la ducha es seguro en condiciones normales, claro, siempre que el agua corra y no se quede llenando el espacio de la bañera, por ejemplo, dejando su aceptación o rechazo al criterio de cada individuo.
La principal razón detrás de la polémica parece ser cultural más que científica. “A la gente no le gusta asociar un lugar donde te limpias con uno donde haces tus necesidades”, explica Eilber. Aunque algunos pueden considerar poco higiénico este hábito, los expertos aseguran que, si se realiza en un entorno controlado como la ducha, con el agua corriendo, no supone un riesgo de infecciones ni afecta la salud de quienes lo practican.
Piscinas y jacuzzis: un contexto diferente
El caso cambia cuando se trata de espacios como piscinas o jacuzzis, donde el riesgo de infecciones aumenta notablemente. El agua tibia y estancada de estos lugares puede favorecer la proliferación de bacterias y hongos, lo que incrementa las probabilidades de infecciones urinarias y de la piel. Por ello, los especialistas recomiendan evitar este comportamiento en entornos acuáticos compartidos, donde las condiciones son menos controladas.
Existen razones físicas y psicológicas que explican por qué orinar en la ducha es común para muchas personas. El sonido del agua corriente puede estimular el reflejo de micción, mientras que la relajación de los músculos durante la ducha crea un momento propicio para este acto. Este fenómeno, que puede parecer involuntario, es natural y no implica riesgos médicos.
Higiene personal y preferencias individuales
Aunque el debate sobre la moralidad o la higiene de orinar en la ducha persiste, los urólogos coinciden en que no hay una respuesta única. Desde el punto de vista médico, esta práctica es completamente inofensiva en un entorno limpio y controlado como la ducha. En última instancia, se trata de una elección personal, sin consecuencias negativas para la salud, siempre que se mantengan estándares básicos de higiene.
