Dicen que las profundidades del mar están casi tan inexploradas como el espacio exterior y por si fuera poco, escritores como H.P. Lovecraft se encargaron de crear gasolina para pesadillas con conceptos como Cthulhu y Dagon. En 1982, un experimento en la cuenca del sur de Fiji captó sonidos misteriosos que se asemejaban a graznidos submarinos, lo que llevó a los investigadores a denominarlos "Bio-Duck". Durante décadas, estos sonidos desconcertaron a los científicos, generando debates sobre su origen. Ahora, la Sociedad Acústica de América (ASA) presenta nueva información, sugiriendo que los sonidos tienen un origen biológico, aunque su fuente específica sigue siendo un enigma.
¿Ballenas minke? Una hipótesis que no convence
Aunque se ha propuesto que los sonidos podrían ser emitidos por ballenas minke antárticas, no se han encontrado pruebas concluyentes que respalden esta teoría. A pesar de haberse registrado sonidos similares en aguas antárticas, nunca se ha logrado asociarlos directamente con avistamientos de estos cetáceos. Según el investigador Ross Chapman, el análisis de datos sigue ofreciendo sorpresas, destacando lo mucho que queda por aprender sobre los paisajes sonoros oceánicos.
Una conversación en el océano
Chapman, quien ha estudiado el fenómeno desde 1986, planteó la intrigante hipótesis de que los sonidos podrían ser parte de una "conversación submarina". Según los datos acústicos, los sonidos provenían de múltiples fuentes en diferentes ubicaciones del océano, y parecían seguir un patrón organizado: cuando uno emitía el sonido, los demás guardaban silencio hasta que este terminaba, momento en el cual emitían sus propias respuestas.
Los datos fueron capturados mediante una antena acústica remolcada por un barco, equipada con hidrófonos que permitían determinar la dirección de los sonidos. Esta tecnología no solo permitió mapear la distribución de los "hablantes" en el océano, sino también estudiar sus patrones de emisión. Según Chapman, el avance en la tecnología acústica en esa época sentó las bases para entender mejor los misterios del paisaje sonoro submarino.
¿Conversaciones marinas o algo más?
Los científicos todavía no pueden determinar qué estaban "diciendo" estas posibles criaturas. "Quizás hablaban de la cena, o de sus crías, o simplemente comentaban sobre el barco que los monitoreaba", bromeó Chapman. Aunque el misterio del Bio-Duck persiste, este descubrimiento subraya la complejidad del lenguaje animal y el vasto desconocimiento que aún tenemos sobre las profundidades del océano.