Neptuno fue un campo de batalla entre Francia y Reino Unido (para variar). No de manera literal, claro, pero sí que supuso toda una trifulca entre ambas naciones. Se han cumplido 175 años desde el descubrimiento de este gigante gélido, una fecha que que quedó marcada el 23 de septiembre de 1876. Y los astrónomos y galos han intentado atribuirse la autoría de este hallazgo prácticamente desde entonces.
Los británicos, ladrones de otros mundos
La historia se remonta al año 1821, cuando Alexis Bouvard señaló en sus tablas astronómicas que la órbita de Urano estaba siendo perturbada por otro cuerpo. Las ideas del astrónomo francés quedaron ahí. Pero la historia estalló por los aires, cuando años más tarde, en el 1843 el británico John Couch Adams fue capaz de calcular la órbita de un octavo planeta gracias a esas alteraciones en la órbita de Urano.
Adams envió estos hallazgos a sir George Airy, el Astrónomo Real, que entonces le pidió más información. Y si bien Adams comenzó a elaborar un informe más detallado... la verdad es que nunca llegó a responder a sir Airy. Entretanto, el matemático francés Urbain Le Verrier se le adelantó publicando sus propios cálculos; seguido de las pesquisas del astrónomo alemán, Johann Gottfried Galle.
Finalmente, y tras esta carrera de cálculos y predicciones matemáticas, la noche del 23 de septiembre de 1846 descubrían Neptuno (realmente Galileo ya lo había encontrado en el año 1612, pero lo confundió con una estrella). Una vez que se declara descubierto, los franceses y británicos se lanzaron en una batalla para descubrir quién había sido el autor del hallazgo.
Si bien se realizó un consenso internacional mediante el cual se achacaba su descubrimiento a los esfuerzos tanto de Verrier como de Adams, lo cierto es que The Guardian informaba hace unos años que un grupo de historiadores internacionales llegó a la conclusión de que Adam no predijo la existencia de Netpuno. "Los británicos robaron Neptuno", indicaron William Sheehan, Nicholas Killerstrom y Craig Waff en un número de la revista Scientific American, que concluyeron que los astrónomos británicos "exageraron enormemente" la contribución de Adams.
