Ken Levine, director de Bioshock Infinite, y creador de la saga con su primera entrega, está manteniendo todo el control creativo sobre el juego, de manera que todas las decisiones que se toman al respecto deben ser aprobadas por él mismo.
Levine asegura ser consciente de que es un trabajo colectivo y que las buenas ideas pueden llegar desde múltiples lugares, pero él se reserva la decisión definitiva sobre todos los aspectos del juego.
"Es como ser el redactor jefe de una revista... pero también soy un redactor de la revista", explica Levine, quien recuerda que eso no significa que el juego sea, en absoluto, producto exclusivo de una mente. Sin embargo, le gusta decir que este "es mi juego".
Levina afirma que "me encanta el poder sentarme y hablar con otros desarrolladores, pero al final tiene que ser mi decisión".