Saudi Public Investment Fund (PIF), un grupo de inversión dirigido por el heredero de Arabia Saudí Mohammed bin Salman ha adquirido acciones en tres de las grandes editoras de la industria: Activision Blizzard, Electronic Arts y Take Two, por valor total de más de 3300 millones de dólares. El interés por los videojuegos no es nuevo, porque a finales de 2020 ya adquirió buena parte de las acciones de SNK, el 33%, con intención de alcanzar el 51%. PIF también es dueña de acciones en otras muchas compañías no relacionadas con los videojuegos, como el conglomerado de eventos en vivo Live Nation Entertainment o 4400 millones de dólares en Uber.
En este caso ha invertido 1300 millones en la editora de Call of Duty -3,5%-, saga de la que Mohammed bin Salman es conocido fan, 1000 millones en la desarrolladora de FIFA -2,6%- y 825 millones de dólares en la editora de GTA -3,5%-. El objetivo forma parte de la estrategia Saudi Vision 2030, un programa por el cual Arabia Saudí quiere dejar de depender tanto del petróleo para potenciar el turismo e industrias tecnológicas, o como es el caso, de los videojuegos, que no para de crecer cada año -con un repunte en 2020 por la pandemia del coronavirus y el auge del entretenimiento doméstico-.
Objetivo de adquirir SNK
Ninguno de estos porcentajes es tan ambicioso como el que busca con SNK, que es convertirse en el accionista mayoritario y tener poder de decisión en esta veterana desarrolladora japonesa tan conocida en los 90 por The King of Fighters, Metal Slug o Samurai Shodown, entre otros juegos.
No obstante la polémica acompaña a Salman, acusado de ordenar el asesinato del periodista Jamal Khashoggi del Washington Post, además de las constantes críticas al país por las violaciones de derechos humanos.
