Análisis de Contra Rebirth WiiW (Wii)

Para incentivar la rejugabilidad, además, se han incluido algunos desbloqueables, como personajes adicionales a la hora de superar los dos primeros niveles de dificultad y un nivel de dificultad extra para quienes superen el modo difícil: Nightmare, una pesadilla de dificultad casi imposible en el que los enemigos cuando son destruidos dejan un corpúsculo azul que nos persigue, así que ni siquiera su muerte nos da tregua en realidad. Una delicia para quienes busquen alargar el título y superarse a sí mismos. Pero lo que más aporta, sin duda alguna, es el modo multijugador, que viene a resumirse en más de lo mismo. Es confuso, rápido, y sin tregua, como manda la tradición, y realmente aporta esa sensación tan divertida que se obtenía después de echar un par de monedas en la máquina del salón recreativo.

A nivel técnico es un juego sencillo, en la medida en que su jugabilidad es bidimensional y no tiene pinta, precisamente, de forzar los circuitos, pero lo que hace, lo hace muy bien, sin ralentizaciones, sin pixelaciones, y con animaciones muy suaves y bien llevadas. Los entornos son coloridos, alejándose de los marines vestidos de verde y los colores mortecinos de la acción actual para recuperar toda la explosión de colores vibrantes que había en los 16 bits. La música apuesta por retomar canciones clásicas y combinarlas con otros temas nuevos que acompañan a la acción entre explosión y explosión, inyectando más ritmo y tensión al desarrollo de la partida, como debe de ser.

Conclusiones
No es la primera revisión de un clásico que llega a WiiWare, y no es ni siquiera la primera revisión de un clásico que Konami publica en WiiWare, y puede que ahí esté la clave. Se nota que han sabido cómo coger los elementos realmente clásicos, reconvertirlos y concentrarlos en un juego descargable, de corte clásico y acción directa. Nos hubiese gustado contar con más niveles, sí, pero lo cierto es que cinco fases era algo así como un mantra ineludible en esos años, y aquí se mantiene fiel. Divertido, frenético y más divertido y frenético con un amigo, poco más se puede pedir a una revisión clasicista de Contra.
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