Análisis de Semblance (PC, Switch)

Semblance es el primer juego del estudio Nyamakop, una empresa de desarrollo de videojuegos situada en Sudáfrica. Tal vez parezca que en Sudáfrica no salen demasiados videojuegos, pero de allí vienen títulos como Broforce, Incredipede, Sarward Rogue, Genital Jousting, o el tremendo juego de la primera Xbox, Wreckless, entre otros .

De Semblance supimos hace no demasiado, a principios de año supimos que Good Sepherd, anteriormente conocidos como Gambitious, se encargaban de publicarlo. Anteriormente lo pudimos ver en eventos como la Gamescom, donde ya vimos que tenía cierto potencial.

Y es que Semblance es un juego de plataformas que, por su aspecto, podría parecer un poco una especie de versión artística de Super Meat Boy o similares, pero que cuando lo jugamos es muy distinto a la obra de Team Meat. Y es que a diferencia de otros plataformas, no se conforma con que tengamos que saltar para llegar hacia donde nos marque el diseño de niveles, sino que gracias a las habilidades de la bola protagonista, podemos modificar el escenario, de manera que, por ejemplo, podemos elevar un trozo de suelo hasta crear un tobogán, o romper un trozo de escenario para para crear una cobertura.

Esta mecánica permite que el juego sea mucho más abierto que otros juegos de plataformas, de manera que no hay un sólo camino para conseguir avanzar, sino que este título nos invita a ser creativos. No es especialmente difícil, pero en determinados momentos nos encontraremos con ciertos retos que sí que nos harán estrujarnos el cerebro y los dedos durante un rato.

Hablando de eso, uno de sus fallos viene precisamente del que debería ser uno de sus puntos fuertes. En algunos momentos nos encontraremos con que la colocación de espacios útiles y dañinos no es del todo óptima, lo que provoca que se den casos en los que el resultado de nuestras acciones no es el mismo que el que esperábamos que fuese, tal vez por la posición, tal vez por el sistema de colisiones del juego. No es algo demasiado habitual, pero por desgracia pasa más de lo que nos gustaría.

Por lo demás, el diseño de niveles está muy bien estructurado, pues los problemas a los que nos enfrentamos se encuentran en el mismo lugar que las soluciones, así que no requieren que nos pongamos a pasear a lo largo y ancho de los tres mundos en los que está ambientado el juego, sino que sencillamente tendremos que estudiar nuestras posibilidades, y ponernos a la faena, lo que nos recuerda un poco a lo que pueda pasar en juegos de otros géneros (curiosamente como otro juego sudafricano, Fantastic Contraptions), pero en este caso aplicado a los plataformas. Al final el objetivo es recoger unas orbes con las que devolvemos el equilibrio al mundo, y que de paso sirven para contarnos la historia del juego.

De hecho, no cuenta casi con menús, sino que todo se organiza de la misma manera, a base de exprimir las mecánicas del juego. Estas mecánicas son las que nos permiten visitar los diferentes niveles de los tres mundos, de manera que todo queda mucho más orgánico que si fuera de otra manera.

Conforme avancemos nos iremos enfrentando cada vez a más posibilidades, así que si bien al principio las soluciones las encontraremos de una manera casi inmediata, echando un rápido vistazo a lo que nos ofrecen las pantallas, conforme nos encontremos con mecánicas que no sólamente nos permiten a nosotros jugar con el escenario, sino que a veces será el escenario el que juegue con nosotros, tendremos que probar más de lo que nos acostumbre el inicio del juego para poder avanzar en la historia, algo que realmente es bastante práctico para alargar la vida y el reto de este juego.

Visualmente es realmente bonito, aunque a la par es bastante sencillo. Está hecho con gusto, y los colores del juego sirven también para indicar si podemos destruir algo, o si por el contrario nos encontramos con algo que nos pueda provocar daño, de manera que tendremos que volver a intentarlo. Como hemos dicho al principio, nos viene a recordar un poco a Super Meat Boy, pero con bastante más arte, y también tiene puntos en común con Loco Roco o World of Goo.

Pero a la vez, tiene bastante personalidad, de manera que hablamos de un juego que atrae visualmente, especialmente en movimiento, sin tener que para ello usar una cantidad de recursos enormes. Algunos detalles de animaciones, como por ejemplo el efecto que tiene nuestra bola protagonista cuando devuelve una plataforma a su posición inicial, o ciertos personajillos que interactúan con nosotros, ya indican que estamos ante un mundo bastante vivo y orgánico.

En cuanto al sonido, nos encontramos con varias parcelas sobre las que centrar nuestra atención. La banda sonora es más bien ambiental, con melodías electrónicas que nos pondrán en situación y que no nos molestarán en el caso de tener que estar más rato del acostumbrado en la misma zona, y los sonidos son bastante contundentes, de manera que al poco tiempo de empezar a jugar ya nos habremos aprendido a guiar prácticamente por los sonidos del juego.

Conclusiones

La opera prima de Nyamapop es un agradable juego de plataformas que, si bien no provoca en el usuario un efecto como el reciente Celeste, sí que deja un poso de buen hacer y de que se pueden ofrecer nuevas ideas, tanto a nivel estético como mecánico, en un género tan conocido como el de las plataformas. Gracias a un ejercicio artístico bastante agradable, una historia que se cuenta sin palabras (lo cual es realmente práctico ya que no se necesitan esfuerzos en doblaje o traducción), y un personaje que en su sencillez tiene bastante personalidad, Semblance se convierte en una sorpresa agradable y recomendable tanto para los que disfruten de los juegos de plataformas como para los amantes de los rompecabezas.

Hemos realizado este análisis en su versión de PC con un código de descarga que nos ha proporcionado Cosmocover.