Análisis de Majin and the Forsaken Kingdom (PS3, Xbox 360)

En el terreno de los puzles el juego sigue funcionando bien, pero está lejos de hacerlo con una cohesión y calidad realmente por encima de la media. Los puzles suelen aplicarse a momentos más relajados, como superar un obstáculo, o conseguir algún ítem, y resultan muy repetitivos y sencillos, incluso simplones. Hay, al menos, objetos escondidos en cada mapa, y buscarlos supone un buen reto, aunque totalmente optativo.

Lo interesante es que hay cierto elemento de puzle en la lucha contra los jefes finales. Si los enemigos comunes se solventan a mamporro limpio, los jefes finales tienen un componente de puzle asociado muy interesante. En algunos casos puede recordarnos a algunos de los enemigos más orientados a este tipo de rutinas de la saga Zelda, pero lo cierto es que hay que reconocer que su formulación se centra mucho más en el puzle y en el ingenio que en la fuerza directa. La contrapartida es que tras los primeros enfrentamientos uno ya se lo espera, y la sensación es que los jefes finales son progresivamente más fáciles, algo que se percibe también por los mayores poderes de Majin, pero es una sensación un tanto artificial que, en todo caso, podría haberse desterrado por completo con una dificultad más elevada en el campo de una mayor defensa o poder ofensivo.
Los gráficos de Majin and the Forsaken Kingdom son bonitos, sobre todo en los escenarios, y Majin tiene mucho encanto. Incluso los enemigos están bien diseñados, y la estética de las escenas de narración nos transportan a un mundo de cuento muy en línea con la historia que se propone. Las voces, en cambio, aunque se nota que buscan seguir esa línea, son cuestionables en su interpretación, e incluso los efectos de sonido están por debajo de la media. La música, en cambio, se adapta al mundo de fantasía y a las diferentes situaciones que afrontamos, por lo que suple en buena medida los malos resultados en el resto del apartado sonoro.

Conclusiones
Lo que nos encontramos en Majin and the Forsaken Kingdom es un cuento lleno de melancolía con buenas dosis de acción, puzles y plataformas en el que un chico y un bicho gigante pero torpe y encantador viven una gran aventura. Su dificultad es baja, pero algunos fallos en la concepción jugable hacen que haya momentos de frustración, resultando en unas quince horas de juego para completar la aventura, y más si queremos descubrir sus secretos. Resulta escaso de extras e incentivos rejugables, pero puede ser una buena aventura que tiene algo que ofrecer dentro del panorama actual.
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