Análisis de Dragon Ball Z: Infinite World (PS2)

Un apartado técnico muy visto
No vamos a decir otra vez que PlayStation 2 es una consola desfasada a nivel técnico. Ni volveremos a repetir que sus juegos ya acusan los años a sus espaldas. Pero es que todo lo dicho es cierto. Dragon Ball: Infinite World es un título con un apartado gráfico depurado con respecto a ciertos títulos de la franquicia, pero que ya no sorprende, y ni mucho menos, entra por los ojos. Es cierto que tiene detalles depurados, que sus modelados son buenos, y que el nivel de los escenarios, pese a ser pobre en líneas generales, desprende una buena sensación de ambientación. Pero a estas alturas del partido, con una generación ya aposentada en la calle, un apartado así no ayuda a vender un juego. No hablamos de sacrificar la experiencia jugable en pos de un mejor apartado gráfico, pues todos conocemos las limitaciones de PS2. Reclamamos un mejor aspecto, una mayor atención a los detalles, y no un simple refinamiento o adaptación gráfica de títulos anteriores.

Podríamos decir, que el sentimiento que nos queda es de una oportunidad desperdiciada a la hora de despedir la saga en la negra de Sony. De todas formas, veremos grosso modo un buen repertorio de modelados de personajes, lugares emblemáticos o animaciones extraídas con buen atino de la serie original. Tendremos unos personajes grandes, detallados en lo posible y con buenas animaciones y movimientos.
A nivel sonoro y musical, nada que no hayamos visto en los siete títulos anteriores. Las mismas voces, los mismos efectos especiales y las muy similares canciones y melodías empleadas con anterioridad. No queremos hacer una crítica con mala baba, pero no podemos permitir que el apartado sonoro quede tan distanciado de otros aspectos como el gráfico, que aunque tiene limitaciones, si es cierto que ha ido adaptándose y mejorándose (dentro de los límites ya conocidos) a lo que pedían los aficionados a Dragon Ball. Así pues, podríamos decir que estamos ante un resquicio de lo que fue oído y escuchado en juegos anteriores de la saga"Budokai" o "Tenkaichi".

Un final agridulce y amargo
Dragon Ball: Infinite World no es aquello que nos prometieron. Ni mucho menos lo que muchos nos imaginábamos o deseábamos. No es un broche de oro, no es un canto de cisne a la saga en la consola de Sony. No es la evolución perfecta de la tercera entrega de "Budokai" o la vuelta de tuerca al estilo pseudo RPG de otras adaptaciones de las aventuras de Goku en anteriores ocasiones para otras consolas. Es como un buen disco recopilatorio, con destellos puntuales y mucha morralla que en vez de complementar y ayudar a mejorar el producto, quizás lo estropea y afea un poco. En este mundillo, muchas veces ha de primar la calidad y no la cantidad. Pero el problema es que Dragon Ball: Infinite World no tiene ni lo uno ni lo otro. Podría haber sido el mejor final posible ateniéndonos a resultados anteriores, pero no ha sido así. Aún así, es el juego que muchos fans de las aventuras de Akira Toriyama querrán tener en sus consolas para despedir los buenos momentos que nos han dado Goku y compañía.

Últimos análisis





