Análisis de Final Fantasy XIV: A Realm Reborn (PC)

Los efectos visuales de las habilidades tampoco es algo que podamos pasar por alto, ya que resultan tremendamente espectaculares, así como las animaciones de los personajes, muy fluidas y naturales (a excepción de la forma de girar sobre su propio eje que tienen los protagonistas de los vídeos).
Tampoco podemos olvidarnos de la renovada interfaz con la que el título cuenta ahora: intuitiva, cómoda y personalizable hasta el extremo, por lo que podremos configurarlo todo según nuestras preferencias para tener el HUD a nuestro gusto y que se muestre en pantalla la información que queramos, como los medidores de odio, los cuales están incluidos dentro del sistema y no nos hará falta recurrir a ninguna clase de addon para visualizarlos.
El motor gráfico también está muy bien optimizado y si a eso le añadimos la gran variedad de opciones de vídeo que existen, podremos hacer funcionar el juego en una amplia gama de ordenadores de forma fluida y sin demasiados problemas. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y hay ciertos detalles que consideramos mejorables.
Para empezar, el hecho de que el mundo esté dividido en zonas que necesitan de una breve pantalla de carga cada vez que cambiamos de una a otra no termina de convencernos a estas alturas, así como la inexplicable ausencia de soporte para DirectX 11 en su lanzamiento, aunque esto último es algo que ya se ha anunciado que se añadirá dentro de poco, por lo que esperamos que el juego se vea todavía mejor cuando llegue dicha actualización.

Sin embargo, nuestra mayor queja con su apartado técnico la encontramos en el culling existente actualmente. Esto limita el número de elementos que podemos ver en pantalla, independientemente de la configuración que tengamos. El problema llega cuando el sistema no prioriza la carga de enemigos sobre la de jugadores, lo que provoca que en las FATEs más multitudinarias el gran rival a batir parezca un semáforo en intermitente, apareciendo y desapareciendo sin cesar delante de nuestras narices, provocándonos muertes que no sabemos de dónde vienen y la imposibilidad de golpear al no poder fijar nada.
Una pena, porque una idea tan buena como la de juntar a más de 200 personas para enfrentarnos a criaturas tan poderosas como Behemoth u Odín han caído en saco roto en la práctica, convirtiendo estas batallas en una experiencia muy frustrante y de las que no querremos saber nada, al menos hasta que se arregle este molesto problema. Además, los servidores no parecen aguantar especialmente bien cuando se juntan demasiadas personas en un mismo lugar, tal y como pudimos comprobar el fin de semana pasado, cuando más de 400 personas se juntaron para batallar a Behemoth y todo Ragnarok (el servidor en el que jugamos) se vio colapsado con enormes lagazos que imposibilitaron hacer nada durante el tiempo que duró el enfrentamiento.

Donde sí que no existe pega posible es en su apartado sonoro, el cual es simple y sencillamente perfecto. La banda sonora cuenta con una enorme cantidad de canciones distintas, de corte muy variado y con una fuerza inusitada, a la altura de las mejores composiciones de la saga y de lo que se espera de un Final Fantasy.

Últimos análisis de PC





