Ciertas cartas tienen, además, la capacidad de inducir estados alterados, como congelación, quemadura, parálisis, veneno... todos ellos clásicos de los juegos de rol y, cómo no, de la saga Final Fantasy. Hay que añadir, a todo esto, que algunas cartas precisan puntos de cristales, que se van consumiendo, para lanzar su poder. Si tenemos en cuenta que como mucho podemos tener diez puntos almacenados, esto es una limitación importante y nos exige escoger una buena estrategia para poder ganar la batalla. Todo esto se tiene en cuenta a la hora de determinar cuánto daño se realiza o recibe, perdiendo, claro, el que se quede sin puntos de vitalidad.
Como vemos, el sistema en sí tiene más complejidad que la que podría haberse intuido en un primer momento, pero una vez nos hemos metido en faena todo resulta sencillo y es fácil de asimilar. Esto se debe, entre otras cosas, a que el juego realiza una muy buena tarea a la hora de ir introduciendo todos sus elementos jugables.
Los combates de cartas van a ser uno de los puntos más destacados del juego, en buena medida gracias al buen nivel de la máquina, aunque lo más seguro es que los combates más interesantes tengan lugar, claro, gracias al juego en red, pues normalmente es al jugar contra otra otros jugadores experimentados cuando veamos lo importante es que ir organizando un buen mazo, equilibrado, con todos los colores bien nivelados. No es que vayamos a dejar de jugar a los minijuegos o microjuegos contra otros, pues son ideales para partidas rápidas sin complicaciones, pero todo el sistema de cartas de Final Fantasy Fables: Chocobo Tales está sorprendentemente bien diseñado e implementado en el diseño del título.
A nivel gráfico, estamos ante un juego que combina sabiamente entornos 2D y 3D, destacando sobre todo los diseños de los personajes, poligonales, y sus entornos. Además, su dirección artística es sublime, logrando una estética propia dentro de su filiación con algunos de los Final Fantasy más clásicos, construyendo su propia personalidad al tiempo que se mantiene identificable como juego propio de Final Fantasy. Su estilo desenfadado, con múltiples referencias a los cuentos de hadas en su estética, le imprime un aspecto muy propio para los pequeños de la casa, que los mayores sabrán apreciar. Desde luego, a nivel técnico se muestra a gran nivel, al nutrirse del material elaborado para Final Fantasy III; esta vez sin dejar la pantalla de arriba en negro.
Las composiciones musicales y los efectos sonoros se mantienen en esta línea, combinando temas clásicos de la saga con otros nuevos creados para la ocasión. Tanto unos como otros suenan estupendamente, quizá con un tono excesivamente agudo y rápido, por eso de darles un aire más alegre.